Capítulo 27

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Cyara pasó su lengua por su labio inferior para mojarlo de forma sensual, sus dientes atraparon este segundos después.

—Me encantaría que lo hicieras... Me gustaría montarte, Christopher— declaró ella en voz baja, su voz había sonado demasiado clara el los oídos del dominante.

—Me gusta tomar el mando.

—Lo sé... Pero podrías dejarme a mi esta vez, por favor — susurró cerca de sus labios, rozándolos con cada palabra que salía de su boca.

—A la mierda —dijo antes de besarla apasionadamente, sus labios se movían en una perfecta sincronización, un beso ensalivado y lleno de pasión.

Las manos del dominante se acomodan perfectamente en el trasero de la joven, acariciando la suave y firme piel de sus nalgas. Por su parte, Cyara parece muy entretenida bajando la cremallera de su pantalón para poder sacar su polla. Christopher no tarda en notarlo, desliza una mano entre sus piernas y separa la fina tela de sus bragas, dejando su vulva libre.

Cyara logra liberar su polla y guiarla hasta su entrada, deja que esta entre en su vagina con lentitud. Sus párpados se presionan con fuerza y de sus labios se escapa un gemido al sentir la polla del dominante colmar su interior.

—¿Se siente rico, ángel? —le preguntó con la voz ronca del deseo, no tenía intención de moverse hasta que ella diera el primer paso.

—Oh sí...

Sus manos se aferraron a sus hombros cuando comenzó a balancear sus caderas hacia delante, marcando un ritmo lento y pausado.

—Vamos, ángel... Sé que puedes hacerlo mejor— la animó mientras le daba una fuerte nalgada, el sonido de la palma de su mano impactar contra su piel resonó en el auto mientras que su piel ardía bajo su toque.

Sus puños atraparon la tela de su camisa para apretarla y arrugarla mientras movía sus caderas a un ritmo más estable, con movimientos más marcados y definidos.

Los cristales de las ventanillas comenzaban a empañarse gracias a sus agitadas respiraciones, los gemidos eran el sonido que más se escuchaba dentro del auto y eso sólo los prendía más.

—No puedo... —declaró casi en un lloriqueo, sus movimientos se volvían más torpes con el paso del tiempo y sus piernas se cansaban.

—Si, si que puedes... —susurró alzando su pelvis para moverse también y facilitar las entradas y salidas. Una de sus manos se aferró al cabello de la joven que tenía en sus brazos, tiró de él para atrás consiguiendo mover su cabeza, sus labios se dirigieron de inmediato a su cuello para dejar un gran chupetón en su pálida piel.

Escuchó los quejidos de ella, sabía que el agarre de su cabello era un tanto duro pero eso era lo que prendía, le gustaba el dolor por mínimo que fuera. Pero también sintió las piernas de Cyara temblar mientras ella se retorcía en sus brazos, descargando toda la tensión acumulada y dejándose llevar por su orgasmo.

—¿Ves como si podías? —le dijo, era consciente de que él no se había corrido pero verla a ella de tal forma era suficiente.

—Sigue...

—¿Qué? Aún no te has recuperado de un orgasmo, ángel.

—No has terminado...

—No te preocupes por mí —respondió finalmente.

Ella lo miró durante unos instantes antes de retirarse de su regazo y sentarse en el asiento de copiloto. Christopher cerró los ojos y tomó una larga respiración, ella no podía hacerse una pequeña ida de lo que dolía su polla en ese momento, necesitaba liberar su semen antes de que sus pelotas no lo soportaran.

Para su sorpresa, cuando abrió los ojos ya tenía las pequeñas y suaves manos de Cyara sobre su erección, comenzó a masturbarlo con toda la jodida inocencia del mundo. Él se limitó a observarla detenidamente, no era la primera vez que hacía algo así con él pero aún así ella siempre lograba sorprenderle de alguna u otra forma.

Sus manos acariciaron detenidamente sus veinticinco centímetros, tomándose su tiempo al llegar a la punta de su glande en donde presionó su pulgar e hizo círculos a su alrededor. Al dominante se le escapó un gutural gruñido de su garganta que hizo que Cyara lo mirara a través de sus pestañas.

—Haz más presión —indicó tratando de calmar su respiración—. Y bombea más rápido.

Ello hizo caso a su petición, ayudando a Christopher a alcanzar su orgasmo minutos después. Cyara se apresuró en inclinarse y adentrarlo en su boca cuando el semen amenazaba con salir, logrando así que terminara en su boca.

—¿Asqueroso? —preguntó burlón recordando la primera vez que ella había ingerido su semen.

—Exquisito —respondió relamiendo sus labios como si no quisiera que ese sabor se desvaneciera de su boca.

Él le dio una oscura mirada antes de acomodar su ropa y aparentar que no había pasado nada entre ellos dos. Extendió su mano para tomar la de Cyara y la llevó a sus labios para depositar un cálido y suave beso en sus nudillos.

—No sé porque la gente se enamora de quien no le hace bien —murmuró él con un extraño tono de voz.

Ella lo sabía.

Él también lo sabía.

—Presiento que me romperás el corazón... Y yo te dejaré hacerlo —confesó en un hilo de voz, las lágrimas amenazaban con salir nuevamente y un nudo comenzaba a formase en su garganta.

Pero romperle el corazón no estaba ni por asomo en sus planes. Podía tener toda la maldad del mundo junta, ¿pero contra ella? No, contra ella nunca. Podía hacerla llorar con alguna práctica sexual si le apetecía, pero de eso a tenerla con los ojitos llorosos mientras lo miraba de esa manera era peor que el infierno.

Él no aguantaría semejante cosa.

Oscura tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora