Capítulo 37

4.9K 285 31
                                    


Cyara

"Voy a cuidar de ambos"

Su voz se repetía una y otra vez en mi mente. No estaba del todo segura de sí él había dicho eso o simplemente fue uno de esos sueños de los que no te acuerdas al abrir los ojos.

Alcé la mirada para encontrarse con el rostro del hombre que amaba, el cual dormía plácidamente en mi cama y conmigo en brazos.

—Chris...—pronuncié en un susurro apenas audible, él ni siquiera se inmutó.

Toda esta situación me estaba superando, no sabía como sentirme al respecto... Es algo nuevo que me está quitando las ganas de todo y me pone débil todo el tiempo.

Mi mente se imagina un futuro, uno a su lado y con nuestro hijo en brazos... Pero es tan difícil procesarlo que termino agobiándome.

Es momento de aceptarlo.

Cyara, estás embarazada de Christopher.

Nunca me había sentido tan perdida, es una sensación que duele cada vez más.

Me salgo de la cama, veo como Christopher gruñe en respuesta pero sigue dormido como si nada. Me encamino fuera de la habitación y cierro la puerta de esta. El nudo en mi garganta me está casi impidiendo respirar, el dolor punzante en mi cabeza me impide pensar con claridad... Lo único que hago es cerrar los ojos con fuerza como si eso fuera a aliviar.

¿Por qué las cosas tenían que ser así?

Si tan solo me hubiera alejado de él en cuanto tuve la oportunidad, nada de esto estaría sucediendo... No estaría embarazada por lo tanto no me encontraría envuelta en una realidad que no se asemejaba a lo que yo quería, pero tampoco habría conocido este lado de Christopher, me habría quedado únicamente en el maestro.

Apoyo mis manos en la mesada de la cocina y fijo mi mirada en el exterior, mi respiración era más pausada que de costumbre. Podía sentir mi corazón latir bajo mi pecho, las punzadas en mi estómago vacío se volvieron más intensas.

Si esto se debía al embarazo, joder, estar embarazada es una mierda.

—¿Cyara? —la voz ronca de un Christopher recién despertado hizo que volviera a la realidad—. Casi me da un infarto al no verte conmigo en la cama.

Calma.

Me siento nuevamente en calma, como si él supiera dominar todas y cada una de mis preocupaciones con solo hablar.

—No me sentía bien —confieso en voz baja lo evidente.

Se acerca a mi con pasos firmes, sus manos toman mi rostro y me hace soltar un quejido. ¿Cómo es posible que tenga las manos congeladas si acaba de salir de la cama?

—Tienes los dedos muy fríos —declaro mirándolo a los ojos.

—Caliéntalos.

Ahogo un jadeo ante una respuesta que no me esperaba para nada. Tomo sus manos y las acerco a mis labios para después besar cada uno de sus dedos. Tomó uno de ellos entre mis labios y lo chupo, como ya lo había hecho en otras ocasiones, mientras que observo la manera en la que sus pupilas se dilatan.

—Esto ya es otro nivel —susurra con la voz cargada de deseo.

—Ya no se encuentran fríos.

—Cyara, nada en mí está frío.

—¿Quieres que lo confirme? —pregunto enarcando una ceja.

Yo antes no era así, no tenía sexo a diario ni mucho menos varias veces al día, lo veía como algo secundario y sin importancia. Supongo que Christopher rompió mis esquemas una vez más.

—Adelante —murmura con aceptación.

¿En qué momento empecé con las acciones medianamente sumisas?

No importa, ni siquiera sé por qué estoy pensando en ello cuando le voy a chupar la polla.

—De rodillas.

Ya lo veía venir.

—Si, señor —respondo mientras me arrodillo frente a él, puedo ver como sonríe de forma ladeada y puedo darme cuenta de que le gustó mi respuesta.

Sus dedos son ágiles cuando baja la cremallera de su pantalón y saca su polla, no tarda en envolverla con una mano para bombearla y dejarla completamente erecta.

—Abre la boquita, amor.

Lo hago, su glande roza mis labios y él parece divertirse con esa acción, supongo que yo debo de verme lo suficiente desesperada.

Finalmente, deja que esta entre a mi boca, siento el dulce sabor de su líquido preseminal en mi paladar y hago un gutural sonido de aceptación.

Mis labios se mueven por toda su longitud, disfrutando de cada centímetro dentro de mi boca, jugueteando con mi lengua alrededor y acariciando con mi mano lo que no llegaba a cubrir con mis labios. Las manos de Christopher agarraban mi cabello para que este no dificultara mi labor.

—Pon tus ojos en mi —ordenó, lo hice a pesar de que el ángulo no estaba siendo mi favorito. Sus caderas comenzaron a moverse para follarme la boca a su antojo. Se sentía jodidamente excitante, cada vez que su polla golpeaba en mi garganta él soltaba una maldición.

Poco tiempo después, terminó corriéndose en mi boca y permitiéndome probarlo una vez más. Relamí mis labios mientras lo veía acomodar su ropa.

—Bien, preciosa... Tú y yo tenemos una conversación pendiente —me ayuda a levantarme del suelo y me dirige al sofá, en donde se sienta él primero y después me obliga a sentarme en sus piernas.

—No te molestes en preguntar... Tú me conoces mejor que nadie y sabes de sobra como me estoy sintiendo —murmuro, si lo digo en voz alta dolería más. Christopher tiene esa habilidad de saber lo que pasa en cada momento, lo descubrí el día que lo conocí... Al igual que él, los cuatro restantes dueños de Moleko, su capacidad por comprender las miradas, los gestos y las expresiones es algo fuera de lo normal.


—Cyara, te lo digo siempre pero no tengo problema en repetirlo. Vivimos buscando aceptación, esperando encajar en algún lugar, lograr amar y ser amado... —su nariz roza la mía, veo como sus labios se curva en una sonrisa que me hace querer imitar—. Tú ya deberías de dejar de hacerlo.


—¿Por qué dices eso?

—Porque tu lugar es donde yo esté, te amo más que a nada y sé que tú también me amas — declaró, sonaría arrogante en cualquier otro contexto pero viniendo de él era incluso romántico—. Vamos a tener un hijo, Cyara... Si quieres incluso podemos casarnos, si es contigo yo no me negaría...

—No puedes estar hablando en serio — mi voz se rompe, soy una chica  sensible y no puede decirme estas cosas y quedarse tan ancho—. Christopher, te amo...

—Está de más decir que también te amo, Cyara— susurró antes de besarnos, su boca se perdió en la mía de una manera tan empedernida como torturosa.

Oscura tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora