CyaraDesconocía la sensación que invadía mi cuerpo cada vez que estaba con él, cuando me tocaba, cada vez que besaba o simplemente si me miraba...
Era una sensación peligrosa.
Mientras me debatía entre lo que mi cuerpo pedía y lo que yo quería rechazar, sus labios atacaron los míos una vez más, haciéndome perder la batalla conmigo misma.
Sus suaves labios tomaban los míos de una forma apasionada mientras que con su lengua lamía, buscando profundizar el beso. Me dejé llevar, le permití que explorara mi boca a su antojo. Sus manos fueron a parar en mi cabello a la vez que ambos pedíamos más que el simple roce de nuestras bocas.
Nos detuvimos por un momento para que nuestros pulmones tomaran el oxígeno que les faltaba, la pasión y la euforia del momento no se esfumó solo se volvió más intensa.
—Ven conmigo —dijo tomando mi mano y guiándome fuera del club, pensé que saldríamos por la puerta trasera e iríamos a su casa pero eso no sucedió. Cuando nos encontrábamos fuera, tras salir por el sitio que habíamos ingresado a Moleko, pegó mi espalda a la pared y clavó su oscura mirada en la mía.
No iba a mantener relaciones con él justo en la entrada de su club, no.
El solo hecho de pensar en las personas que pudieran vernos hacía que mi piel se erizara.
—Quiero hacerte el amor, aquí y ahora — confesó en un susurro apenas audible.
¿Había escuchado bien?
¿Usó el término "hacer el amor"?
Mi corazón dio un vuelco en mi pecho, no reconocía al hombre que tenía frente a mis ojos. ¿Quién era él y qué había hecho con el dominante que ella conocía?
—Cyara, por favor, dime algo... Es peligroso cuando te quedas tanto tiempo callada.
—Por primera vez no sé qué decir —admití antes de volver a besarlo, nuestras manos buscaban ávidamente el cuerpo del contrario ansiando tocar y explorar más allá de lo que se veía.
Me permito gemir cuando sus manos suben mi vestido hasta mi cintura, como de costumbre me da una mala mirada al ver que llevo ropa interior la cual no tarda en deshacerse de ella, dejándome completamente expuesta de cintura para abajo. El aire golpeó mis piernas y ascendió por estas hasta llegar a mi húmeda vulva, sintiéndose verdaderamente fresco, recordándome que todavía estábamos en el exterior.
—No, no, no... Detente —pedí con la respiración agitada—. Estamos en la entrada del club, ¿qué pensará la gente al vernos?
—Cyara, no pensarán nada... Para empezar porque de eso se trata el club, las cosas se viven libremente, todos tienen una mente abierta y a nadie le importa la moral —explicó como si fuera obvio—. Y para terminar, soy uno de los dueños del club, nadie se atrevería a recriminarme nada.
—Pero...
—Te vas a dejar llevar, ¿entendido? — cuestionó a lo que yo asentí—. Esa no es la forma correcta de responder, repite conmigo "si, señor".
—Si, señor —musité.
Dejó un casto beso en mis labios antes de centrarse en la sensible piel de mi cuello: besando, chupando, succionando y mordisqueando a su antojo. Dejando un sinfín de marcas que sería complicado poder librarme de ellas. Una de sus manos hizo que mis piernas se separaran para después acariciar la cara interna de mis muslos.
Me sentía totalmente desnuda en un lugar público y aún así se sentía completamente un momento erótico, protagonizado por dos seres lujoriosos cargados de deseo.
Su eminente erección bajo la tela de su pantalón hacía presión contra mi vientre, ambos lo deseábamos... Y así fue, en un rápido movimiento se bajó la cremallera de su pantalón y liberó su polla para hundirse en mi interior de forma profunda, haciéndome quejarme y al mismo tiempo arquear mi espalda. Embiste en mi, una y otra vez, iniciando así el cadencioso movimiento sexual.
El placer era inmenso, cada embestida aumentaba el placer en ambos cuerpos. No tardé mucho en llegar a un ansiado primer e interminable orgasmo, que en poco tiempo se juntó con el segundo.
Mis piernas temblaron ligeramente debido al mar de sensaciones que invadía mi cuerpo, Christopher siguió penetrándome hasta que él también se corrió, dejando resbalar su semen por mis muslos, sintiéndolo pegajoso contra mi piel.
—Cyara, creo que te amo.
¿Qué él que?
Y yo pensando en cómo su semen se desliza de entre mis piernas, genial.
—¿Qué has dicho? — cuestioné alzando la mirada para verlo fijamente a los ojos.
—Olvídalo —murmuró finalmente a la vez que bajaba mi vestido para acomodarlo de una forma correcta.
—No puedes decir esas cosas y después pretender que las olvide.
—Ángel, voy a terminar destruyéndote... Yo no sé amar de otra forma —confiesa acomodando también su ropa—. Lo nuestro no terminará bien.
—Eso no puedes saberlo...
—Joder, Cyara... No soy bueno para ti, deberías de metértelo en la puta mente — espetó con dureza, mentiría si dijera que sus palabras no me estaban doliendo.
—Y tú deberías de meterte en la cabeza que me importa muy poco que no seas bueno para mí, yo te amo...
Mi confesión perduró en el aire por varios instantes, él no se atrevió a mirarme y yo tampoco me atreví a mirarlo a él.
—¿Podrías repetirlo?
—Te amo, Christopher.
—No, Cyara... ¿Cómo cojones te has podido enamorar de mí?
—No lo sé, simplemente pasó...
Mi voz se escuchaba más baja de lo normal y mis ojos amenazaban con soltar lágrimas una vez más.
Pensé que seguiría poniendo un pretexto para hacerme entender de una vez que esto no estaba bien... Sin embargo, me envolvió en sus brazos, apoyando su mejilla contra mi cabeza y acariciando con una mano mi cabello mientras que la otra movía sus dedos sobre mi espalda baja.
—Eres una niña muy tonta.—dijo, a pesar de que no había dicho nada lindo sus palabras parecían ir con cierto tono de ternura. Como si realmente fuera así.
—¿Soy yo la única tonta?
—No, claro que no... Yo soy el gran imbécil en nuestra historia.
Nuestra historia...
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Oscura tentación
ChickLitEl club Moleko es el más prestigioso del país, un lugar donde todas las fantasías que la mente humana sea capaz de imaginar son capaces de cumplir, los deseos se viven libremente y la moral no existe. Los cinco dueños del club son los maestros en e...