Extra 2

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Layla Vélez se encontraba en su etapa de adolescente rebelde y a quien le tocaba lidiar con ello día a día era a su madre, ya que con su padre se comportaba respetuosa como lo había hecho siempre.

Pero Christopher sabía que algo iba mal, Cyara estaba cada vez más cansada, estresada e incluso amargada, aunque ella fingiera lo contrario.

Esa misma noche se había retirado de Moleko más temprano de lo habitual para poder pasar un rato con las mujeres de su vida, lo que no se esperaba era entrar a casa y encontrarse semejante espectáculo.

—¡Joder, es siempre lo mismo contigo! — exclamó la adolescente mientras se levantaba del sofá en donde estaba sentada con su madre, tratando de llevar una conversación.

—Layla, tienes que entender que solo tienes quince años.— replicó Cyara mirando a su hija.

Christopher sabía que ambas estaban hablando, o mejor dicho discutiendo, pero no llegó a escuchar lo que decían.

—Se supone que soy tu hija, tienes que entenderme y apoyarme.

—Layla, entiéndelo.

—¿Sabes qué, Cyara? — preguntó Layla furiosa—. Eres un asco de madre.

—Por favor, basta.— dijo por lo bajo—. No voy a cambiar mi decisión.

—¡Vete a la mierda! — gritó lo suficientemente alto y subió corriendo a su habitación.

Christopher, que se encontraba sacando su abrigo y dejándolo en el perchero de la entrada, se quedó helado ante las palabras de su hija.

Caminó hasta donde se encontraba Cyara, verla con sus manos en su rostro en señal de agotamiento fue suficiente para que se le partiera el corazón. En estos momentos le importaba muy poco que Layla fuera su hija, estaba haciendo sentir mal a Cyara y eso no iba a perdonárselo.

Sin siquiera decir una palabra, subió las escaleras y fue a la habitación de Layla.

—Podrías haber tocado la puerta antes de entrar. — murmuró la joven mientras terminaba de hacerse una pequeña trenza en su cabello de dos tonalidades.

—Tú también podrías hacer muchas cosas que no haces y no te reclamo nunca por ello.

—Lo siento, papá. — se encogió de hombros y se sentó en la cama—. ¿Por qué estás tan serio?

—No me toques los cojones, Layla.

Su hija jadeó sorprendida ante el lenguaje de su padre, quien solía ser educado la mayor parte del tiempo. Nunca en sus quince años le había dicho una mala palabra.

—Para empezar, no es Cyara es mamá. — dijo dando un leve asentimiento.

—Cyara es su nombre.

—Pero es tu madre, por lo tanto vas a llamarla como tal.

Ella se contuvo de rodar los ojos, no quería que su padre se enojara más de lo que ya parecía estar.

—Hay algo que te hemos enseñado desde pequeña que se llama educación y respeto. — continuó—. Si quieres que los demás sean educados y respetuosos contigo, tú debes de ofrecerles el mismo trato.

—Papá, no sé a que viene esto.

—Quiero que sea la última vez que le alzas la voz a tu madre y la última vez que le hables como lo has hecho hoy.

—Yo no...— empezó diciendo, pero pronto fue interrumpida por Christopher.

—Tú nada. — espetó—. ¿Qué es eso de mandarla a la mierda? Niña, ella fue quien te dio la jodida vida así que lo mínimo que puedes hacer es amarla.

Oscura tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora