—Mi vida, no soportaría verte llorar por unas estúpidas palabras —dijo mirándola, sus nudillos acariciaron su mejilla por varios segundos hasta que comenzó a notarla húmeda—. No, por favor...
Los ojos de la joven se encontraban vidriosos debidos a la cantidad de lágrimas que acumulaban, sus mejillas ya empezaban a hacer presencia de alguna que comenzaba a deslizarse por su piel. Christopher fue rápido en limpiarlas con sus dedos y mirarla a los ojos, sintió impotencia porque no podía hacer nada al respecto.
—Por favor, Christopher... Al menos déjame conocer tus más oscuras fantasías, tus perversos pensamientos, todo lo que tu retorcida mente quiere hacer...
—No, Cyara, no sabes lo que estás diciendo...
—¡Chris, no soy estúpida! Sé lo que quiero...
—No quiero que lo veas...
—¿Qué tan malo es?
—No es malo... Es que tú eres demasiado sensible y no te gustará nada de lo que puedas encontrar.
—Estás hablando de la quinta sección del club, ¿verdad?
—Si, Cyara —respondió dando un ligero asentimiento de cabeza—. Estoy hablando de mi sector en el club.
—Quiero ir, quiero verlo —exigió tomando las manos del dominante, sus ojos se veían deseosos por conocer más.
Él sabía que no era correcto, sabía que su curiosidad no era buena... Presentía que únicamente hacía esto para complacerlo a él y eso no le gustaba para nada. No había nada de malo en la quinta sección de Moleko, lo único que había era sexo sin importar la moral o lo "correcto", sadismo a niveles extremos, todo lo suficientemente intenso para que una persona de lo común temiera.
—Te voy a complacer en eso... Pero quiero que sepas que todo lo que ocurre allí dentro es consentido por ambas partes —aclaró con la voz calmada—. No te asustes... Y por favor, no huyas de mí una vez que lo hayas visto todo.
—No te tengo miedo —declaró con un tono de voz más bajo de lo normal.
—Espero que digas eso después de ver todo lo que requiere mi mundo.
El dominante le dio una última mirada antes de encender el auto y salir del estacionamiento universitario. Sus ojos estuvieron fijos en la carretera mientras sus manos se aferraban al volante, Cyara no pudo evitar mirar sus antebrazos con deseo. Sus marcadas venas llamaban su atención, al igual que cada gota de tinta en su blanca piel.
Sacudió su cabeza antes de que un posible fetiche empezara a joder su mente, Christopher pareció notarlo ya que sonrió con picardía.
—Imagínate lo rico que se siente cuando mis manos hacen presión en tu garganta y te penetro de forma ruda, mis músculos están tensos y mi respiración agitada... La habitación está inundada con nuestros gemidos, tú estás totalmente perdida mientras te corres de una forma intensa, quedando orgastrapada durante varios minutos...
—No, Christopher, detente... —le pide al sentir como su respiración comenzaba a hacerse pesada, por supuesto que se lo había imaginado y no era algo favorecedor en esos momentos.
—¿Por qué, ángel? —cuestionó con diversión—.¿No te gusta...?
Su mano derecha se desprendió del volante y se posó en la pierna izquierda de la joven, acariciando esta de forma sutil.
—No... —consiguió decir.
La mano del dominante se adentró bajo la tela de su vestido, separó sus piernas y acarició su vulva sobre la tela de sus bragas.
—Aprende a mentir —le aconsejó—. Tu humedad te delata.
Y con esas palabras retiró su mano de donde se encontraba para volver a centrarla en el volante. Cyara quedó perpleja antes de dedicarle una mirada cargada de indignación.
La joven frunció el ceño al darse cuenta que no había tomado dirección al club sino una ruta que ella no conocía del todo bien.
—¿A dónde vamos?
—Tengo que coger unas cosas en casa antes de irnos al club.
Permanecieron en silencio el resto del camino, llegaron a una gran casa a la que Christopher ya estaba acostumbrado pero que a Cyara dejó con la boca abierta.
—Hemos llegado — anunció cuando estacionó el auto justo en la entrada, ella se tomó su tiempo en bajarse y admirar a su alrededor.
—¿Esta es tu casa?
—Si, vente —dijo abriendo la puerta y dejándole pasar a ella primero, Cyara entró un tanto confusa viendo que era demasiado elegante y... Normal.
—Me la imaginaba diferente.
—¿Con pasillos con tenues luces, cadenas colgando del techo y látigos en las paredes? —preguntó con una mezcla de diversión y amargura en una sola frase.
Cyara lo miró totalmente apenada antes de bajar la mirada, Christopher pasó un brazo alrededor de sus hombros y la llevó al segundo piso, en donde se encontraba su habitación y en donde guardaba el papeleo que tenía que entregar a los cuatro restantes dueños del club.
—Y como puedes ver... Mi habitación también es completamente normal —susurró en su oído antes de atrapar su lóbulo con sus dientes.
—¿No tienes un cuarto... Bueno, ya sabes? —dijo antes de soltar una risita nerviosa.
Él se movió hasta llegar a su mesita y tomar una carpeta de color negro en sus manos, únicamente contenía documentación del club y asuntos sin importancia.
—¿Un cuarto de juegos como tu queridísimo Christian Grey?—preguntó con una expresión desinteresada en el rostro—. Por supuesto que si, Cyara, pero no planeo llevarte allí.
—¿Y es de color rojo? —cuestionó intrigada.
—Si —dijo encogiéndose de hombros—. Ya sabes que es mi color favorito, cada maestro en el club se identifica con un color y ese es el mío. Puedes fijarte en los colgantes que lleven las sumisas, en algún que otro pequeño detalle, en el color de las luces de su sector y en las paredes de su casa.
En la cabeza de Cyara se escuchó un pequeño "click" al recordar que, evidentemente, Christopher estaba en lo cierto.
—El de Joel es el amarillo —se escapó de sus labios haciendo que Christopher la regresara a mirar con el ceño fruncido.
—Si, ese es su color —murmuró con recelo.
—¿Algún día me llevarás a tu cuarto rojo?—preguntó cuando ya se encontraban bajando las escaleras.
—¿Quién te dijo que volvería a traerte a mi casa? —preguntó con diversión.
—Oh, vaya... Lo siento.
—Cyara, tienes que ir despacio... Tú tocas todos los botones incorrectos en mi, hay tantas cosas que quiero hacerte que nunca me vi en la tentación de hacerle a nadie... Tendrías que controlarte, bonita.
Cyara tragó saliva ante su repentina confesión y se vio a sí misma pensando en lo que implicaba esa oscura tentación.
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Oscura tentación
ChickLitEl club Moleko es el más prestigioso del país, un lugar donde todas las fantasías que la mente humana sea capaz de imaginar son capaces de cumplir, los deseos se viven libremente y la moral no existe. Los cinco dueños del club son los maestros en e...