CAPÍTULO 2

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SEONGHWA POV

Cuando me desperté me dolía horrores la cabeza, la resaca era lo peor de una noche de fiesta, ni siquiera recordaba bien cómo llegué a casa, después de la pelea lo tenía todo borroso.

Me entretuve un poco dando vueltas por la cama hasta coger mi móvil que estaba en la mesita para mirar la hora, era la hora de comer y ya olía la comida desde mi habitación, además tenía varios mensajes de los demás y de la chica de la discoteca, pero los ignoré todos y puse el móvil a cargar.

Me metí en la ducha para despejar la cabeza y me vestí con los tejanos negros y la camiseta blanca, me sequé y peiné el pelo recién teñido de negro y bajé a la cocina.

Allí estaban todos, San tumbado en el sofá y se había vuelto a quedar dormido, Rina sentada en uno de los taburetes de la isleta de la cocina mientras hablaba con mis padres, papá estaba sentado en la encimera y mamá a su lado cocinando.

-Hola – dije acercándome al armario donde teníamos las pastillas - ¿Quedan de la resaca?

-Tienes la cara hecha una mierda, chaval – me dijo mi padre mirándome con atención.

-Gracias – sonreí con ironía y me tomé mi pastilla diaria y la de la resaca.

-¿Has leído los mensajes del grupo? – me preguntó mi hermana.

-Seonghwa nunca lee los mensajes de los grupos – gritó San desde el sofá.

-Anda, todo lo contrario a su padre, que es el pesado que no para de enviar mensajes por los grupos – dijo mi madre sonriendo.

-Llevas veinticuatro años echándome hate, ¿no te cansas? – le preguntó mi padre abriéndose un botellín de cerveza.

-Ostia, gracias, papá – dije quitándosela de las manos.

-Nadie te quiere aquí, acéptalo – rió San levantándose.

-La vida es dura, chaval – le dije yo sentándome al lado de mi hermana pequeña - ¿qué dicen los mensajes?

Mi hermana me dejó su teléfono y leí que había más personas a las que torturar en la mansión y esas eran las mejores noticias que podían darme, no había nada que me gustase más que torturar y ver sufrir a la gente, fuese quién fuese.

-Mi bro el Luquitas sí me quiere – dijo mi padre cuando nos sentamos todos a comer, aun con la frase de San rondando por la cabeza - ¿vosotros creéis que mi bro el Luquitas me quiere?

-Sí, compartís la misma neurona, te tiene que querer a la fuerza – le aseguró Rina jugando con el tenedor en la comida.

Yo la miré de reojo, porque últimamente le costaba más comer y yo la veía algo más delgada de lo normal.

-Toma – le acerqué mi tenedor a la boca mientras los otros tres hablaban y ella miró el trozo de carne – come – se lo metí en la boca y después seguí comiendo yo.

Al final acabamos comiendo todos y nos fuimos a la mansión, donde estaban todos haciendo sus cosas y sus entrenamientos, pero yo quería torturar, así que me fui a por Hyuna, Daniel, SunMi y Mingi, los torturadores de la Yakuza, para bajar a la sala de torturas, donde Somi ya nos había dejado a cinco tíos, uno para cada uno.

Los sentamos en fila y les quitamos las vendas de la boca para que gritasen y llorasen en alto, porque era lo que nos gustaba.

-Chicos – el tío JaeHyun, que siempre solía estar con nosotros, entró a la sala y nos miró – hacedlo solos, nos ha surgido algo – nos dijo sonriendo un poco.

-¿En nuestras manos? – pregunté sonriente y quitándome la camiseta blanca para no manchármela.

-Todos vuestros – nos dijo saliendo de ahí.

REFLECTION (Kpop Multifandom)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora