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Nelly Williams.

Hazel se veía apagada. Me preocupó mucho porque ni siquiera había indicios de querer llorar en su expresión.

Todos decidimos acompañarla al funeral. A excepción de Drake, que se encerró en su habitación y no quiso salir de allí. Tal vez todo esto lo hace recordar el suceso de sus padres, realmente no lo sé. Pero me tomó por sorpresa, porque creí que acompañaría a Hazel en un momento así.

Hazel estuvo en silencio y miró un punto fijo todo el tiempo. Ya en el auto, Takeshi de vez en cuando se le acercaba y le preguntaba si necesitaba algo, pero ella solo negaba y murmuraba un "Estoy bien". Bruno estaba silencioso, nervioso tal vez. Él es de esas personas que no saben cómo reaccionar al dolor ajeno, pero se preocupan de no invadir. Jayden le dedicaba una mirada estudiosa a Hazel de vez en cuando, pero no le preguntó nada. Sólo la observó. Madisson miraba su celular y se reía de lo que veía en él. Ella no tiene empatía en estos casos porque no siente un cariño por sus padres y no entiende que Hazel sí lo tenía, a pesar de todo. Y, Frederick, él estaba serio. Completamente hermético, no había nada en su cara que acusara su habitual expresión burlona. Estaba siendo considerado con el dolor ajeno.
Conduje por un par de horas, hasta llegar al pueblo en el que Hazel vivía con sus padres anteriormente.

Ahora que lo pienso... Drake también viene del mismo pueblo. Tal vez esa es la razón por la que no quiso acompañarnos.

Llegamos a la dirección indicada en el papel que dejó el padre de Hazel y me di cuenta de que había mucha más gente de lo que creí. Al parecer Hazel también lo notó porque soltó una risa seca, amarga y totalmente irónica que dejó a Frederick, a Jayden y a Takeshi confundidos. Los tres inclinaron sus cabezas a un lado al mismo tiempo, en señal de confusión.

Me estacioné y Madisson apagó el ruido de su celular, finalmente. Todos se quedaron en silencio, esperando a que Hazel hiciera algo, pero ella no hizo ademán alguno de querer moverse.

Bajen, tengo que hablar con ella -ordené.

No quiero ver a nadie.. -murmuró de inmediato, ni siquiera tuve que preguntar.

Hazel... -le sonreí levemente- no te vamos a dejar sola. Tal vez antes no tenías en quien apoyarte, pero ahora nos tienes a nosotros. Somos familia, ¿no? -Ella me miró unos segundos, apretó los labios con indecisión y finalmente asintió.
Vamos -invité y ella se quitó el cinturón de seguridad. Ambas salimos del auto y de inmediato nos reincorporamos al grupo. Pude notar en las expresiones de Frederick, Bruno, Takeshi y Jayden, que querían ayudarla pero claramente ninguno sabía cómo. Sin embargo, me di cuenta de que los cuatro tenían motivos diferentes:

Bruno la miraba algo asustado. Tal vez no sabía que hacer, tal vez tenía miedo de que ella se rompiera en cualquier instante.
Frederick la miraba como a alguien pequeño, indefenso y delicado, a quien necesita proteger. Como si tuviera miedo de que en cualquier momento Hazel se rompiera.
Takeshi la miraba como me miró a mí en algún momento, cuando me sentí rota. Me di cuenta de que Takeshi la quería muchísimo. Y me pareció hermoso. En realidad nunca he sido una mujer celosa, todos tenemos un lugar irreemplazable en la vida de las personas.
Sin embargo, Jayden la miraba de otra forma. Con una intensidad que a mí me habría hecho sentir mariposas, como si Hazel se hubiera convertido en algo demasiado importante y esencial para él. Como algo que no había tenido en mucho tiempo.

¿Entramos? -preguntó Bruno, al ver que nadie se movía.

Sí -Hazel fue quien respondió. Su actitud había cambiado abruptamente. Su expresión vulnerable había pasado a ser una completamente fría, casi insensible. Como una armadura, un método de defensa. El lugar estaba lleno de personas, que al parecer, no conocían a Hazel, Porque nadie se le acercó por un momento.

Señorita Winter -la voz de alguien conocido llegó a nuestros oídos. Y me sorprendió, de verdad que jamás me lo esperé.

Señores Miller.. -Hazel respondió con frialdad.

Lo lamentamos mucho -habló en un tono de lástima insensible. Su mirada se encontró con la mía y tanto él como su esposa, se vieron tan sorprendido como yo.

Es la Psicóloga... -murmuró la mujer- ¿Nelly?

Buenas tardes -saludé inexpresiva, sin poder evitarlo.

¿Se conocen? -preguntó Hazel confundida.

¿Cómo está ese niño malcriado? -preguntó el hombre con una frialdad que me provocó pegarle un puñetazo en su nariz respingada.

Drake no es un niño y tampoco es problemático. Ustedes simplemente no lo merecen. -gruñí. Hazel me miró sorprendida y luego miró a la pareja frente a nosotros. Como tratando de juntar las piezas.

Hija -su padre interrumpió el momento y la expresión de Hazel pasó a ser amarga.

No te acerques -gruñó con firmeza.

Vamos, Hazel... -intentó acercarse. Jayden fue más rápido, se interpuso entre ambos. Le dio la espalda a Hazel y enfrentó al señor Winter, inexpresivo y sin ningún ademán de indecisión.

Le dijo que no -habló frío, serio y en un tono de advertencia, aprovechándose de su altura y su porte de chico malo.

#

Salí de la casa a toda velocidad, completamente sofocada, ahogada y con un enorme nudo en mi garganta.

Cuando Albert me adoptó, él no estaba sólo. En realidad estaba casado con Nancy, una mujer completamente lúcida, radiante y jovial. Vivimos durante años los tres juntos y éramos felices. Hasta que a Nancy le diagnosticaron cáncer de estómago. Sufrió mucho durante un par de meses hasta que no pudo más. Ella murió hace unos cinco años, pero duele como si hubiera sido ayer. Fue esa madre que nunca tuve, todos los funerales me recuerdan a ella y no lo soporto. Creo que hasta las personas más fuertes tienen su debilidad y esta es la mía: los funerales y todo lo que me haga revivir el momento en el que ella se fue, en el que vi a Albert romperse.

¿Estás bien? -la voz de Frederick me alertó y fui consciente de las lágrimas en mis mejillas que se escaparon sin mi consentimiento. Las limpié, volteé a verlo y asentí, con una sonrisa amigable.

Todo bien -aseguré.

No sabes mentir -habló mirándome. Pero esta vez no se veía divertido, tampoco con ese aire pícaro. Ahora estaba ahí, mirándome, casi con ternura- Eres demasiado buena.

Miré al piso, me sentí vulnerable. Sentí sus pasos acercándose a mí. Y cuando ya estuvo lo suficientemente cerca, acunó mi cara entre sus manos frías y limpió mis lágrimas con sus pulgares.

La extraño.. .-murmuré, aunque él no sabía a lo que me refería.

Extrañar es un asco -murmuró con su habitual brusquedad.

E, inevitablemente, sonreí como estúpida. Fui consciente de que nuestras caras estaban demasiado cerca, me percaté de que en sus ojos no había rastro de otro color que no fuera ese verde intenso, su nariz fina, pero varonil estaba a unos centímetros de la mía, podía sentir su respiración agitada y mis labios comenzaron a arder de ganas de juntarlos con los suyos, gruesos, pálidos y secos. Se volvió más hermoso de lo normal y su cabello rubio esparcido por su frente, no ayudó a mi cordura. Debía alejarme, tenía que hacerlo. Pero no quería. Se sintió tan bien su simple cercanía, el hecho de sentirme tan diminuta cerca de él.

Y finalmente, fue él quien terminó con esta sensación de impotencia llamada: "No poder tener al príncipe oscuro porque viola todas mis normas".

Me besó. Sus labios hicieron contacto con los míos, una corriente agradable recorrió cada centímetro de mi cuerpo y cuando pude ser consciente del momento mis manos ya estaban enredadas en su cuello y las suyas atrapaban mi cintura. No se sintió como algo mecánico. No fue un beso posesivo ni agresivo, como él solía ser la mayor parte del tiempo. Me besó con suavidad, con una lentitud embriagante, como si en ese beso... realmente hubiera algo parecido al amor.


















HELP: Huellas en la piel [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora