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DRAZEL


¿Por qué Drake Miller no se quiere enamorar? -inquirió, mirándolo de reojo.

Él suspiró. A ella siempre le había gustado hacer muchas preguntas tan personales, y para él no era agradable estar respondiendo todo el tiempo.

Esa noche, cuando me fui de fiesta -suspiró, se sintió extrañamente vulnerable- hubo una discusión en casa.

¿Cuando sucedió todo? -preguntó confundida.

Sí. -asintió-. Resulta que mi madre se revolcaba con mi profesor de deportes. Mi padre se enteró y se gritaron muchas cosas. Lo vi romperse, él estaba tan malditamente destrozado. En ese momento mi madre pasó a ser una perra a mis ojos y también todas las chicas. No me cabía en la cabeza que no todas fuesen iguales. Odié a mi mamá, pero jamás la quise muerta y que mi padre también estuviera muerto lo empeoró. Así que dejé de imaginar la posibilidad de que la gente aún en el siglo 21 sigue siendo leal, siguen existiendo parejas que son mutuamente fieles. Esos son cuentos, y la vida real es muy distinta.

Entonces arruinaste todo por algo que ni siquiera tenía que ver conmigo. -espetó a la defensiva.

Drake despertó de golpe y sintió como un extraño sudor frío se apoderó de todo su cuerpo. No supo si era porque, después de tanto tiempo en el que creyó haberlo superado, Hazel estaba nuevamente en sus sueños. O, tal vez, porque en su sueño confesó algo que pensaba guardarse hasta la tumba.

¿Que tiene Hazel que lo hace sentirse así, aún después de que ya pasaron dos años desde que ella está con Jayden?

Se levantó de su cama y soltó un suspiro profundo, cansado. Salió de la habitación y recordó que seguía en casa de Nelly y Frederick, Albert les había dejado su casa. Un poco después le diagnosticaron Alzhéimer, así que, bajo su propia petición, lo llevaron a un asilo. Aún así, los todos iban a verlo cada que podían.
Los demás, aunque seguían cerca, habían tomado sus propios caminos. Aún así, de vez en cuando se quedaban en casa de Nelly y Frederick (el Frelly, como los había nombrado Madisson), tal vez para recordar viejos momentos.

Drake gruñó en voz baja en cuanto notó la presencia de la pequeña castaña en la cocina. Tomándose un vaso de leche. Usaba un pijama de polar que le quedaba enorme y eso le pareció estúpidamente lindo.

¡Drake! - exclamó asustada conservando el tono bajo para no despertar a nadie, poniendo su mano en su

pecho inconscientemente para regular su respiración. Él vio de reojo el reloj en la pared: 4:00 Am.

Es tarde, Hazel. -soltó con la voz extrañamente ronca.

Lo sé, desperté de pronto y no pude seguir durmiendo. Insomnio, supongo. -explicó ella-. ¿Cuál es tu historia?

Eh... Pesdillas. -se limitó a responder, titubeante. Pasando su mano por su cuello.

Les sorprendió a ambos, porque Drake es Drake, y Drake jamás titubea. Él es quien hace titubear a los demás.

Hey, chico lava. -ella se acercó preocupada-. ¿Estás bien?

No te acerques, maldita sea. -pidió tenso, como si ella tuviera algún tipo de peste.

HELP: Huellas en la piel [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora