Rosset
— ¡ZYLEM!—Mis palabras desgarraron el aire.
La casa estaba vacía... mi bebé ¡me han quitado a mi bebé! Mi mente empezó a divagar, mi cuerpo dolía, más mi corazón estaba roto, nuevamente. Desesperada, trate de encontrar la puerta de salida. Tropecé con algunas cosas y sentí sangre salir de una parte de mi cuerpo. Aunque no pueda ver, sé que donde este herida me vale, me duele más mi corazón en estos momentos.
Me arrastré lentamente tentando cada cosa que tocaba, hasta que encontré una abertura. Por fin. Al menos puedo alcanzarlo. Podre quitarle a mi hijo. Ahora me lamento no tener mis ojos, pero hubiera sido peor si los tuviera. Sentía el flujo de oscuros que iban y venia, me levante para que no me pisoteen. Me encontraba en la calle principal. Me sostuve de un árbol y empecé a caminar a tientas. Ese mal nacido no puede estar muy lejos.
— ¡Zylem!—empecé a gritar. Al menos si escucho su llanto, podre seguirlo—¡Zylem!
Oía a las personas murmurar contra mí, eso me importaba en lo más mínimo. Seguí caminando a tientas, mi corazón decía que siga adelante. Aún tengo esperanza de encontrarlo. No debe de estar tan lejos. Mi Zylem... ¿Por qué Lyon? ¿Por qué lo único que me quedaba de bueno en la vida? ¿¡Por qué te encargaste de destruirme!? ¡Maldito seas! Empecé a correr. Se sentía más frio de lo normal en el reino. de seguro el cielo también estará, así como yo. Vacío, sin alma.
No sabía a donde iba, pero espero llegar a la frontera, tropecé con una roca y maldije mil veces, me había torcido el tobillo. Mal momento para esto. Sentí una presencia a mi lado, eran unos oscuros porque su aura era muy maligna.
— ¡Quítate de en medio loca!—grito quien era—¡o quieres que te arrolle!
— Ayúdeme por favor, ayúdeme a levantarme—supliqué. Mas mis súplicas fueron ignoraras totalmente. Sentí un golpe en seco. Me impulse varios metros al aire y choque con el frio pavimento como un saco de papas.
Se que más personas miraban la escena. Pero en ese momento de dolor Zylem era mi foco de atención. Mi cuerpo dolía, al igual que mi alma. Me levanté como pude y seguí caminando a paso lento.
— ¡Zylem! —grite otra vez.
— Esta demente—oí decir.
— Aléjense, está loca—vociferaban otros.
No me querían ayudar, pero seguía vociferando otra vez con más fuerza. Vagando en las calles de este gran reino y no podía, no podía seguir caminando más. Pero intentaba, no puedo dejarle a mi hijo en sus manos. Es lo que más amo de este mundo, no quiero perder lo que amo ¡no de nuevo! Seguí caminando, tropezando por las calles pedregosas, pero siempre adelante.
— Así que buscas a Zylem—dijo una voz a mis espaldas, se parecía mucho a la voz de Lyon.
Saqué un cuchillo, me puse en alerta. No tengo idea de quien rayos es. Obvio Lyon no es, ni un luz mucho menos.
— ¿Quién eres tú?—inquirí
— Te ayudare si deseas, pero quiero algo a cambio—dijo malicioso. Es arriesgado, pero en este momento solo me interesa encontrar a mi hijo— ven, toma mi mano, sígueme, se dónde está.
No tuve tiempo a responder, la persona era mucho más fuerte que yo. Prácticamente me estaba llevando a rastras y a mí las fuerzas me faltaban. De repente se detuvo de golpe. Sentí sus sucias manos tocar todo mi cuerpo, por instinto lo golpeé con la poca fuerza que me quedaba. Él gruño y me tomo a la fuerza, estaba siendo violada por ese infeliz.
— ¡Ayúdenme!—grite, pero era imposible, nadie respondía. Tente en el lugar que estaba, era césped. Una roca estaba cerca de mis manos.
A duras penas, la cargue y la arroje ante ese hombre. Lo deje medio débil pero aún no moría. Me aparte un poco, con miedo. Estaba demasiado débil como para regenerarme de una vez. Sentí una fría navaja penetrando mi estómago. Sangre salía de mi boca.
— Muere, perra—oí decir al hombre.
Me llene de furor y saque la navaja clavada en mí y con un rápido movimiento, le corte el cuello. Ya estaba muerto mi supuesto ayudador. Caí en el suelo, ya no podía más. Se han llevado a mi fortaleza, mi hijo amado... empecé a arrastrarme lentamente.
— Zylem—susurré. Me detuve cerca de lo que tal vez era un árbol frondoso. Absolutamente no podía seguir así. Todo me dolía y me estaba desangrando de varias partes.
Mi mente empezó a divagar como siempre lo hacía y caí en lo que tal vez temía, un profundo sueño del que tal vez, no pueda despertar.
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Suspiro. Es lo único que me queda por hacer. El sonido de los pájaros, el hermoso amanecer de la mañana. Nada, nada inspira ya a mi alma. Recuerdos invaden mi mente, la risa de Bravo en las mañanas, Hexagon regañándome por estar tomando su espada a escondidas. Ganar guerra tras guerra, vaya eso si era glorioso. Ver caer al enemigo, cumplir con tu propósito. Era una satisfacción indescriptible. Me prepararon para todo tipo de contraataque, soy una máquina de guerra, aunque mi apariencia engañe, y por eso Hexagon decía que soy perfecta. Nada puede contra mi o eso pensaba yo. Me prepararon para todo, pero no para esto.
— ¡Zylem!—Grite.
Despierto, sofocada. Había tenido sueños intensos. Soñé que me arrebataron mi hijo, que me ultrajaron, me pisotearon... tente a mis alrededores, estaba en una cama muy cómoda. Demasiado cómoda de hecho. Este ambiente se me hacía familiar. Toque mi estómago, tenía una herida vendada. Oh rayos... eso no fue un sueño.
— Así que ya despertaste... eso esta excelente. Ya decía yo que estabas loca—una voz resonó de donde estaba. No sabía a quién pertenecía.
Mi instinto se activó y me puse alerta. No quiero que pase lo mismo, no otra vez.
— Tranquila, si te hubiera hecho daño hace rato te hubiera matado, aunque me parecía que lo necesitabas, se te nota bastante sufrimiento—la voz era masculina. Tiene razón, aunque me vale muy poco, quiero irme y encontrar a mi hijo.
— No puedo confiar en usted, tengo que irme—dije desesperada, pero mi cuerpo dolía a rayos, no podía moverme.
— No creo que vayas más lejos así, Rosset Witcher
Esperen... ¿Cómo sabe mi nombre?
— ¿Quién eres tú?—demandé. Esto me estaba asustando.
— Cohen
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Inferno |Destinados L.2| ✔
RomanceEn un mundo caótico por las diferencias políticas, un Príncipe y la hija de un General de guerra tratan de encontrar un lugar para su amor El problema principal: Ambos pertenecen a dos mundos que se destruyen mutuamente Obstáculo: Una Princesa de fu...