III. Observándonos ~

298 14 4
                                    

Salí del ascensor con la tarjeta en mano y los breteles de mis zapatos de gamuza desatados. Hacia tanto que no me sentía tan cansada. La jornada laboral me tuvo de aquí para allá pero pude ver a Metallica.

Estuve yendo de un lado al otro, controlando que todo estuviera perfecto y quizás no lo disfruté como quería, pero fue gratis.

Escuché un silbido bastante contundente como para no llamarme la atención. Me di vuelta y, como me lo esperaba, Julian estaba en la puerta de una habitación —que si no me equivoco, no era la suya— con la camisa desabrochada.

Realmente sexy.

Hola —me acerque a él.

No son horas de llegar.

Aunque no lo decía de mala intención, hoy tenía ganas de pelear.

Me parece a mí o ¿Me estabas esperando?

No, yo solo salia por casualidad.— rodé los ojos con una sonrisa obvia ante su cara de inocencia.— ¿No te parece que sea demasiado tarde?

Genial, tengo dos padres.

Por suerte, no lo soy.

Me sacó una carcajada y le pegue cariñosamente en el brazo.

¡Vete a la mierda!

En fin, ¿Día tranquilo?

Tenía que desarmar un par de cosas y dejar listo todo para mañana.— me acerque a el y empecé a abrocharle los botones de abajo —mucho mejor.

Toca la mejor banda del mundo, ten consideración.

Terminó por mi el trabajo con los botones y sonreí satisfecha.

Es para que no te enojes.— aclaro irónico.

— ¿Sabes? es todo un honor servir a Duran Duran.

Rodó los ojos y me hizo un gesto con la mano indicando que lo siguiera por aquel largo pasillo. Quizás no esté tan cansada como lo creía.

Nos paramos sobre una puerta a pocos metros y luego de apoyar la tarjeta, se abrió dejando ver a un grupo de hombres.

Te los debía presentar, ¿no?

En la cama matrimonial había dos hombres, ambos de rulos, con cartas del UNO. Mientras uno de pelo corto y lacio y acompañado de un hombre de pelo ondulado estaban sentados jugando a la play.

— Me encontré a una amiga —anunció mientras todos lo miraban— Victoria, he aquí The Strokes.

Y esto parecía ser la banda, porque al fondo donde había una pequeña sala de estar no había nadie mas.

— Una banda de imbéciles que no saben hacer música— dijo el de pelo lacio.

La presentación de su banda fue bastante cómica, me hizo acordar a cuando era más jóven y mis amigos de esa época me presentaban sus bandas.

La mitad de ellos deben estar muertos.

Cierra el pico —le contradijo su compañero— o no tendré piedad.

Me dejan mal parado estos idiotas- murmuró para mi mientras se volvía a desabrochar la camisa.

Pero lo escucharon.

victory; julian casablancasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora