XII. Heart in a Cage ~

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– Bueno, aquí vamos –me susurré mientras miraba el espejo para cambiar de carril y estacionar. Cosa que logré fácilmente.

Pude ver cómo Victoria y los hombres que la acompañaban observaban a mi vehículo con atención, supongo que a mí espera.
Me di a conocer cuando desbloquee la ventanilla de mi izquierda y la baje del todo.

–¡Bienvenidos! –se me ocurrió decir. Más bien, bienvenida a una sola.

Estaba seria pero eso no la hacia menos radiante. Aunque me preocupaba su palidez —creia que en latinoamérica tomaban sol— estaba preciosa, especialmente con ese pelo negro que le quedaba de ensueño. Podría asemejarse a alguna modelo playboy de los 90s.

— ¿Tu eres Julian? –cuestionó el hombre que la acompañaba.

Hasta el momento, había ignorado a su prometido. Llevaba unos anteojos de sol enganchado en su camiseta con cuello en v. Su pelo era castaño, lacio y tenía entradas. “¡Benditos transplantes!” Diría Albert Hammond jr en su lugar.

Que quede en claro que yo no uso transplantes de pelo, tengo en abundancia.

Continuando con la descripción de su novio, no era musculoso aunque si alto. Más bien era un tipo corpulento que, al contrario de lo que creía, inspiraba confianza. Tenía junto a el una valija violeta, y en la otra mano su SmartPhone.

— ¡El mismo! —confirmé– ¡Vamos!

Victoria dejo su postura inmóvil y dijo algo en su idioma natal que no entendí, pero no iba dirigido a mi. Su novio hizo un zanco largo y abrió la puerta trasera del auto, pero no me importó su comodidad, estaba interesado en como la latina cruzaba por delante del auto, teniendo mi completa atención. Abrió la puerta e ingresó mientras yo me acomodaba para disimular mi incomodidad.

¿Y ahora que decía?

— Me alegra tenerlos a ambos —carraspee levemente– ya saben, soy Julian y bueno, ya saben a quien recurrir– reí nerviosamente. Pero parece que no le hizo gracia a ninguno de los dos porque sus caras no demostraban simpatía alguna.

Oh, por supuesto que esto es difícil. ¿A quien se le ocurre invitar al novio barra prometido de tu...¿Tu amante? ¿Tu amiga con derechos? Entre muchas comillas, claro. Amante era un término muy adulto, el segundo no lo usaba desde el instituto.
Esto no iba a ser nada fácil, ¡Y algunos tienen el descaro de estar con la novia de su mejor amigo! Es una locura.

– Julian –me llamó la atención Victoria mientras me ofrecía la mano– un placer conocerte y estar aquí.

“Conocerte” ¿Haremos de cuenta que no nos conocíamos? Ok, ella lo decidió.

– El placer es mío, oí mucho de ti –respondí. Luego de estrechar su mano, gire mi cabeza para observarlo a él–. Y tu eres...

— Matías, no sé si te acuerdas pero atendí la primera llamada.

Pero claro que me acordaba.

— Si, perfectamente. Un gusto, Julian Fernando–. Acepté su mano y la estreche mientras sonreía suavemente.

Desde que tengo 15 años que no uso mi segundo nombre salvo para aclarar firmas importantes. Fernando emulaba a mi familia paterna y no me gustaba para nada. Pero por otro lado, mi apellido está al alcance de un click y no quería exponerme y mucho menos a Victoria ya que me odiaria.

Y aunque no es mi tema su matrimonio, sé y estoy pendiente de que aún hay medios que levantan noticias sobre mi. Así que la solución fue no decir mi apellido.
¿Lo podría descubrir por casualidad? Sí. Pero mejor que no se entere por ninguno de los dos.

victory; julian casablancasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora