16- Abiertamente JulianaSexual

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La aceptación no solamente hace referencia a aceptarse a uno mismo, sino también a aceptar a los demás.

—Valentina Carvajal

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—... No voy a permitir que te andes revolcando con esa muchachita. No quiero tener una hija lesbiana— Fernanda le gritaba a su hija

Valentina tiró el diario sobre el escritorio.

—¿por qué te cuesta tanto entender qué yo amo a Juliana y que es el amor de mi vida?— Valentina la enfrentó

—eres tan terca y estúpida como tu padre, son tal para cual; con sus estúpidos amores imposibles, para luego fracasar...

—¿piensas matarme como lo hiciste con él?— le dijo Valentina. Fernanda puso los ojos en grande

—¿a qué te refieres?

—a todas las cosas que has hecho con tal de salirte con la tuya. Como por ejemplo: mandar a quemar la panadería de Elena Vidal, con mi papá y ella dentro. Mandar a unos sicarios a amenazar a un señor que no podía defenderse. Y por último, darle una gran cantidad de dinero a la madre de Juliana, para que ella la alejara de mí— Fernanda estaba en shock, no sabía que su hija supiera todo eso —¿eso es tener moral? ¿Eso es cuidar la imagen de una familia?

—¿Cómo sabés todo eso?— preguntó la mujer, aún impresionada

—lo sé hace mucho. Simplemente estaba esperando que llegara este momento. Por lo menos tenía la esperanza de que lo negaras, pero ni eso— dijo Valentina, con cara de decepción. Luego se dio vuelta, para salir del despacho. Después de dar unos pasos volvió a darle el frente a su madre —ah... Y no te atrevas a meterte en mi relación con Juliana— le dijo con mucha seguridad, para luego salir del despacho. Fernanda se sentó y se puso las manos en la cabeza

—quiero que sepas que estoy muy alegre por ti. Me gusta verte feliz— le dijo Eva a Valentina, quien iba en dirección a las escaleras. Valentina le sonrió y luego se fue hacia su habitación

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—... Perdón, sólo vine por algo de comer— dijo Juliana entrando a la cocina e interrumpiendo a su tía y a su madre, quienes conversaban.

Juliana abrió la heladera y sacó algunas cosas para preparar un sándwich. Las dos mujeres la miraban, sobre todo Carmen que quería hablar con ella.

—mi niña— Carmen se dirigió a ella— quería pedirte, que...

—se puede quedar, pero que no se acerque a mí— Juliana interrumpió a su tía, terminó de preparar su sándwich y luego salió de la cocina. Juliana ya sabía que su tía le pediría que dejara que su madre se quedara a vivir en la casa.

—... ¿Ya cenaste mi amor?— Juliana hablaba por teléfono con su novia.

—quizás mas tarde baje y coma algo. No quiero encontrarme con Fernanda

—ahora estamos iguales

—¿por?

—huyendo de nuestras madres— le dijo Juliana, con gracia

—¿eso quiere decir que dejaras que tu madre se quede?... Que bueno que no la dejaste en la calle. A pesar de todo, es tu madre, y por lo que vi ella no está muy bien. Se ve muy demacrada y delgada

—era la única forma de quitarme a mi tía de encima. Pero le dije que ni se me acercara. ¿A ti cómo te fue con tu madre?

—mal. Le dije todas sus verdades y ni siquiera pudo defenderse. La dejé sin habla

Vida De Mentiras (CONCLUIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora