CAPITULO CUATRO

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Seis meses habían pasado desde la bomba de información que Sjel había lanzado. Decidieron mantenerlo todo en secreto y cargar solo ellos, los representantes, con ese peso. Fueron informados que él había sido empleado en el instituto de Bertil como profesor de deportes, pero no recibieron ni una sola palabra de alguno de ellos dos.

Lo estaban manejando discretamente, tratando de no perder la compostura en público por la preocupación, pero cada que pensaban en el futuro de la humanidad, sentían una punzada en el pecho que no los dejaba respirar bien.


Después de discutir el tema, decidieron que lo único que podían hacer, era promover el fortalecimiento de la humanidad. Por ahora, las medidas que tomaron para ese propósito fue simplemente incrementar el entrenamiento de los agentes de Shucog, y reabrir los ejércitos mundiales. Esto bajo estricto control para evitar conspiraciones.

Se habían desarrollado simulaciones de entrenamiento con capacidad para grupos grandes, de forma que batallones pudieran entrenar tanto individualmente, como en equipos. Los encargados de comandar y dirigir los entrenamientos y a cada ejército, no eran otros que los que habían elegido meses atrás para la Tarea que inició todo este problema. Aunque tomarlo de esa forma era buscar un culpable a la situación.


No había una estructura muy elaborada. Ya que habían decidido mantenerlo todo en secreto, para el público fue una regulación sin sentido y apresurada. E incluso había gente teorizando que los representantes se preparaban para tomar el control del mundo por la fuerza, que poco a poco se iba volviendo en creencia general. Lo cual era comprensible, pero solo ponía más presión sobre ellos.


Thomas era el representante de la Unión europea. Estaba recostado sobre su asiento en su oficina, disfrutando por fin de un descanso, después de terminar todos los asuntos pendientes de la semana. Después de estar estático por unos segundos con los ojos serrados, se levantó de su asiento y se dirigió a una pequeña nevera, a la izquierda de su escritorio. Sacó una botella de vino, y se sentó nuevamente.

Cuando estaba a punto de servirse en un vaso, la voz de su secretario sonó en la pantalla táctil de su mesa.


-Señor, acabo de recibir una llamada de Bertil, al parecer Sjel solicita una reunión con los cinco representantes. –


Una expresión vacía se mostraba en el rostro de Thomas, empezó a llenarse de felicidad y expectativa, pero a la vez de miedo e incertidumbre. Empezó a pensar que, si Sjel les brindaba un apoyo, podrían liberarse de su carga mental, pero si por el contrario, había pasado algo que pusiera en un mayor peligro a la humanidad, al menos él, no estaba seguro si podría mantener su estabilidad emocional.

Luego de respirar y calmarse, se dirigió a su secretario.


-Por supuesto, empieza a organizar la reunión. –


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-Está vacío. –


Fueron las palabras que rompieron el silencio y resonaron en la habitación de sellado que había contenido a Sjel hasta hace poco.


-Parece que el quinto sujeto está de regreso. Tendremos que encargarnos de él para que no nos cause problemas... ¿Puedes encontrarlo? –

El quinto sujetoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora