Capítulo XII

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Caleb:

Veo que ella no dice nada, así que tomo la iniciativa.

- Probablemente sea un cabrón, me follo a las tías y luego las descartó, sé que he sido un gilipollas contigo, pero todo eso es por miedo, miedo al compromiso. Nunca he sentido amor por alguien, siempre he pensado que estaba vacío por dentro, que no tenía nada que ofrecerle a una chica como tú. - Suspiro.- Pero, he tenido una cita contigo y he dejado que seas la primera que duerma en mi cama, sé que la cagare mil veces más, pero tú haces que quiera ser mejor persona, Allie, y no me había dado cuenta de lo mucho que te necesitaba hasta ahora.- Digo dándole un toquecito en el hombro.

¡Joder! No planeaba terminar mi pequeño discurso de esa manera, pero las palabras se han apoderado de mí sin darme cuenta. Y sí, ya lo sé he sonado como el prota de un libro de amor, flores y mariposas.

- ¿No vas a decir nada? - ¡Genial! Le acabo de soltar todo eso y ella no piensa decir nada ¡Qué bonito!

- Sinceramente, esperaba que me dijeras que solo era un juego para hacerme las cosas fáciles y poder salir libre de esta escamosa situación. Pero después de lo que has dicho, yo n... no sé qué responder a eso.

- Di que me darás una segunda oportunidad, está vez haré las cosas bien, lo prometo.- Le ruego.

- Te has comportado como un auténtico capullo pero has prometido que lo vas a intentar, no hagas que me arrepienta de esto. - Dice.

Le dedico una sonrisa traviesa, tomo su mentón y sin darle tiempo a reaccionar la beso, pero un beso suave, lento y tranquilo.

- Caleb, tengo que trabajar.- Murmura sobre mi boca sin apartarse. Tiene las mejillas levemente sonrojadas; es adorable.

- Lo sé.- Contesto besándola otra vez. Creo que me he hecho adicto a sus labios.

Le doy un toquecito en la nariz antes de dejarla libre, yo por mi parte camino hasta mi coche.

- Luego hablamos.- Grito en medio de la calle, ella se gira y me dedica una sonrisa coqueta.

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Allie:

Hoy el bar no se ha llenado como de costumbre, ha venido poca gente y gracias a eso he podido salir antes.

- ¡Hasta mañana Meg! - Me despido de Megan, que siempre es la última en salir.

Monto en el coche y emprendo mi camino hacia la residencia, cruzo la Gran Vía y la Plaza de España y continuo mi recorrido por las bonitas calles de Madrid hasta llegar a Villaviciosa de Odón dónde se encuentra el Campus de la Universidad.

- ¿Lily, estás ahí? - La luz del cuarto de mi amiga está encendida, y es extraño porque nunca se espera despierta a que llegue.

- ¡Sí! - Dice saliendo del cuarto vestida como si se fuera a ir a dar un paseo en plena madrugada

- ¿Me explicas? - Digo señalando su vestimenta.

- Es que hace un par de horas que me han llegado los paquetes de ropa que pedí. Te juro que he intentado contenerme en abrirlos hasta mañana, pero no he podido ¿¡Te gusta como me queda!? - Da una vuelta en el sitio para que observe su conjunto y espera mi respuesta con ojitos interrogantes.

- Sí, o sea esta chulo y tal, ya sabes que a ti te queda todo bien Lil.

- ¡Ahh, que se me olvidaba! Te he comprado un par de cosillas a ti también, para que tires esas zapatillas roñosas ya. - Dice señalando mis converse de hace un par de años.

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