Décimo cuarto

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Antes de irme, veo a una señora con piel brillante.

Recogiendo margaritas que encontraba en todas partes.

Cabellos de mis hermanos que ahora florecen.

Sus sonrisas son recuerdos verdes en el fondo de mi mente.

La escucho venir y cierro los ojos.

Para que al despertar pueda encontrar

Que sus manos han plantado en mis ojos y pecho

Cabecitas con olor a manzanilla.

Ella tiene más en su cabeza.

Y el viendo se las lleva.

Las mías y las de ella.

Cada pétalo en el pelo se esfuma.

Pero ella sonríe, en lugar de llorar, y se vuelve hacia mí y dice:

“Mientras aún estés viva,

Las sentirás como se te enredan

Poco a poco, ingresarán en tus pupilas.

Y cerrarán tus ojos, para que puedas dormir tranquila”.

Así lo siento.

Penetrándome la piel como espinas.

Margaritas afiladas que acortan mi estadía.

Ella canta sobre mis cicatrices una dulce melodía 

Para que se limpie mi sangre y sea libre antes del medio día.

PerenneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora