Quinto

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Le deseamos buenas noches.

Lo hicimos una y otra vez.

Pero su cuerpo nunca volvió al bosque.

Su alma, en vez de quebrarse, se ha hundido en otra parte.

Lo encuentran en la costa.

Sus brazos y sus piernas

Siguen en el mismo lugar.

Pero ya no puede correr ni caminar.

Nos queda el sabor de la sal en el aire.

Aún se siente en el bosque.

Después de despedirnos de un buen hombre.

Al que amábamos como hermano de distinta sangre.

Lo amábamos casi tanto como al propio jardín.

¿Por qué tuvo que desaparecer así?

Su historia necesitaba seguir.

Tan humano y simple... se tuvo que ir.

Ojalá se hubiese quedado.

Porque ¡como cuesta hacernos florecer!

Cuando nos derrumban uno de los árboles.

No por partes, y más bien desde las raíces.

PerenneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora