¿Algo jodido?, un examen, ¿algo aun más jodido?, un examen de la materia de la cual no tienes ni puta idea, podían ser problemas menores de la vida, pero la situación cambia cuando la prueba abarca casi toda la nota del año. Nadie busca ser la chispa de todo un barril con pólvora, que tal vez ofenda a todas las cenizas que quedarán en el fondo, por que sabes que estarán ahí, no obstante......¡¿POR UN CARAJO PARA QUÉ MIERDA EXISTE LA MATEMÁTICA!?.
No era alguien agresivo, claro que no, ese chico rebosaba de amabilidad como de carisma, un tipo risueño, un soñador, tal vez un poco masculino y de unas hebras color rubí que lo hacían destacar. Excepto sus notas, era tan malo en la escuela que te hacía querer llorar de solo ver sus calificaciónes, claro no reprobaba, pero aquellos seis que se fotocopiaban en su boletín eran denigrante.
La matemática, por otro lado, era como el santo grial de sus desgracias.
No quiere hablar de la charla con su sensei de que paso en esa materia.
Claro, al comienzo de la actividad piensa que es facil y lo va a entender si sigue prestando atención pero, justo en ese pequeño lapso, en ese pequeño micro segundo en el que sus pocas neuronas unen las piezas, Aizawa parece burlarse de él al poner mas métodos y números que el mismo jura por su precioso y bello ser, que no estaban ahí. La prueba que se le avecinaba encima era su perdición, una nota final, una definitiva, que solo le daba el corto tiempo de un mes, solo para saberse por completo todas las fórmulas de los ejercicios de toda la guía que tenia.
Pero su odio, por así decirlo.
Era una excusa barata.
Ya que es la materia que más le dificulta, en sí, por que nunca terminan los métodos de más ejercicios y eso le aburre bastante, tampoco ayuda mucho a su entusiasmo la cara de vago atropellado de su sensei, almenos piensa que seria mas entretenido aquella materia que lo arrastra a calcinar su cerebro si su profesor lo explicase con poco más de fervor en sus palabras.
Para su suerte, estaba el cenizo.
siendo el primero en ofrecerle su ayuda, a su modo por supuesto, en tomarse un tiempo para explicarle algunos de los ejercicios, por no decir que todos, los que no entendía. Casi todos sus compañeros estaban bajo la tutela de Momo, ya que decían que era apacible su clase y con suprema seguridad no te martillaba la cabeza con una revista como Katsuki cada vez que te equivocabas.
O también si quería.
Pero para el tiburoncin era mucho más cómodo que estar todos amontonados en la sala común intentando estar en el mejor lugar para escuchar y prestar atención sin que te duela el culo. Por eso prefiere ser alumno del rubio, dejando de lado sus agresiones físicas, explicaba muy bien, siendo sincero los chichones en la cabeza te recuerdan que ese numero no va a allí y que la cara relajada de su profesor era tan....relajada.
[...]
el pelirrojo se levanto con demasiada alegría y entusiasmo de su cama, preparándose para el nuevo día en la U.A, se puso su uniforme y peino su cabello como un puerco espín como acostumbraba y gustaba. mastico sus tostadas con mermelada como un salvaje y tomo su café tratando de no quemarse para tomar su tren, ya que se le estaba siendo tarde.
- mamá!, ya me voy! - gritó con la boca llena levantandose yendo hacia la puerta.
- que tengas un buen día cariño - saludo con un tono suave su progenitora viniendo de la cocina con la mochila de Eijirou en mano, ya preparada como si fuera al kinder.
- vendré el próximo fin de semana ¿si? - dijo tomando su bolso para abrazar a la pelinegra.
- claro mi amor, te prepararé tanta carne como gustes - la mujer dejo un beso dulce en la frente de su hijo y este sonrió, lo acompañó a la puerta y antes de que su bebe desapareciera por la esquina le grito- ¡ya les entregaré las últimas cajas de tus cosas a los de la mudanza! -