1. Cuando te conoci

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Era verano, recuerdo cuando ese pequeño niño llego a este vecindario, no habia nada de especial aqui, salian flores en primavera, llovia mucho y era soleado en verano, caian las hojas en otoño, y habia nieve en invierno; pero desde que el llego todo se hizo especial para mi. El siempre olia mejor que las flores de primavera, bailabamos bajo la lluvia y tomabamos el sol del verano, jugabamos con las hojas caidas del otoño, y patinabamos en la frialdad del invierno. Cada momento junto a el lo atesoro como una parte especial de mi vida.

Creo que tenia unos 12 años cuando Felix llego junto con sus padres aqui, era bastante mas alto que los demas niños de nuestra edad, cuando lo vi por primera vez sinceramente me dio mucho miedo. Mi madre y yo fuimos a darles la bienvenida, asi que ella se encargo de presentarme.

Ash, mira, el es nuestro nuevo vecino, se llama Felix, quiero que te portes bien con el, entendido?

Yo asenti, recuerdo que mi papa me habia dicho que si queria hacer feliz a una mujer siempre tenia que decir que si a todo.

Apenas habian comenzado las vacaciones asi que habia suficiente tiempo para que Felix conociera a los niños de aqui antes de regresar a la escuela, no eramos muchos realmente, solo eran otros 4 niños de nuestra edad, uno de ellos era mi hermana mayor.

A pesar de su gran altura Felix era bastante introvertido, creo que al principio no fue muy de mi agrado, cada vez que queria socializar con el el solo decia:

Ash, ooooh perdon por llamarte por tu nombre sin tu permiso...te gustaria...que te llamara por tu apellido?...lo siento por ser tan atrevido...este...lo siento por disculparme tanto...snif snif

Siempre se disculpaba en exceso y normalmente acababa llorando solo por tratar de mantener una conversacion. Aun así mi mama insistia en que tenia que ser amable con el, papa solo preferia hacerle caso a mi mama, y la verdad yo tambien, ella era un demonio, me repetia a mi mismo, solo dile que si y sera feliz, mujer feliz, vida feliz.

Todos los dias despues de almorzar ambos saliamos a la acera, yo hablaba con el para que el ambiente no se volviera tenso y silencioso, pero el siempre se quedaba callado y escuchaba atentamente cada palabra, sin mirarme nunca a la cara, siempre miraba al suelo, en ese punto ni siquiera habia podido ver su rostro en su totalidad, y sus ojos nunca los habia visto.

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