Capítulo 5 : Sobre los amores y las amistades.

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Matsuri

La joven pelirrosa esperaba debajo de un ginkgo a que pasaran los transeúntes, la tarde caía más temprano después de la lluvia vespertina ya que las nubes no se habían descargado del todo y cubrían la poca luz que le quedaba a la puesta de sol, así que todo era a cada momento más gris marcando la premura de la noche, las lámparas de la avenida ya titilaban iluminando débilmente las calles, esto lo veía Matsuri de forma cada vez más aburrida, últimamente se enfadaba con más facilidad, sus amigas ya no estaban en la escuela con ella, Yuzu, Mei, Harumi, Shirapon y hasta la misma Momokino habían tenido su evento de despedida de la Preparatoria Aihara un año y meses antes quedando con ella solamente su amiga Nene quien en realidad no le significaba mucho consuelo después de haber desaparecido de la escuela el formidable grupo de amigas que se formó en común alrededor de Yuzu y de Mei, sabía que sólo le quedaba este año para terminar y poder dirigir sus pasos hacia otras metas, su negocio virtual de vender sexo engañando a la gente se mantenía en pie a pesar de que no lo realizaba con el mismo entusiasmo que le había invertido en un inicio, -"la gente es predecible, mientras sea sexo no van a dejar de gastar en lo que les ofrezca"- pensó con una amarga sonrisa enfadada por hacer siempre lo mismo, su otra actividad era mucho más digna –ser una influencer- con su personalidad arrogante y desafiante que le caracterizaban sentía que lo que hacía era lo que le daba más satisfacciones, ella veía lo que la gente quería sin necesidad de pensarlo demasiado, sabía leer a las personas, así que les daba lo que estaba de moda: música, videos, consejos, chismes y eso tenía mucho más impacto entre los chicos de su edad, miles de seguidores ya la hacían una chica famosa en la escuela donde su desparpajo por las reglas le concedían ciertas concesiones en su imagen personal, -no llevaba el uniforme no sólo a su gusto como lo instauró en su momento Mei Aihara, la presidenta, sino que además simplemente no lo llevaba si no quería, no era ostentosa en su vestir pero sí era excéntrica a su modo y eso mismo era su firma personal, nadie se atrevía a ser como ella y por ende su fama se mantenía a flote sin necesidad de prácticamente hacer nada más, eso le gustaba, tenía la atención de todos y además recibía un cheque por ser as:, quien ella quería ser.

Todo esto lo pensaba mientras cambiaba la luz del semáforo concediéndole el paso, cruzó la calle para llegar a la tienda donde vendían las revistas que compraba de forma cotidiana, ahí pagó por el nuevo ejemplar de "Momoiro Sisters" y por un momento pensó llevar un segundo ejemplar para su amiga Yuzu, pero recordó que últimamente ella estaba demasiado ocupada con sus clases particulares y que llegaría demasiado tarde a su casa, no quería ir a esperarla para después tener que salir a su casa sola, no le tenía miedo a caminar a altas horas de la noche, se sentía tranquila sabiendo que seguramente podía correr o dar un par de sorpresas a más de alguno que quisiera pasarse de listo, últimamente había estado tomando clases con el club de artes marciales en la preparatoria, como persona pública en las redes sociales si bien agradaba a muchas personas también era cierto que tenía más de un "hater" a quien no le gustaba lo que hacía o lo que decía, ella no les ponía demasiada atención, pensaba que tomarlos en cuenta sólo haría que se dieran una importancia por la cual rogaban, así que en los últimos seis meses aplicó a clases de krav maga y judo de forma diligente, en esto, se sentía satisfecha debido a que se desempeñaba de forma eficiente, con esos conocimientos se atrevía a seguir su vida de una forma más desenfadada sin siquiera preocuparse por algo más que no fuera cruzar una calle distraída en el momento equivocado, con esta confianza en sí misma tomó el callejón de la calle posterior de la tienda como siempre lo hacía para dirigirse a su casa, nunca miró hacia atrás por hojear distraída la revista así que no pudo ver la mano de su acosador cuando ésta ponía un trapo con un fuerte aroma acre sobre su boca y su nariz, en apenas un instante sus ojos desorbitados comenzaron a llorar ante el fuerte olor, afortunadamente para ella no respiró lo suficiente como para quedar incapacitada, de inmediato dirigió su brazo hacia arriba y con todas sus fuerzas encajó su codo en la carne blanda de su atacante, éste soltó un quejido que le confirmó que su agresor era un hombre adulto, para su mala suerte el golpe sólo hizo que la apretase más fuerte contra sí restringiendo sus movimientos, sin poder zafarse de su acoso su cabeza comenzó a doler con fuerza y empezó a marearse por el efecto del químico astringente, como pudo le dio un pisotón con el tacón de la zapatilla dejándolo fuera de balance y en su desequilibrio se separó lo suficiente para que ella diera un paso hacia atrás –cada vez se sentía más débil- y con todas las fuerzas que le quedaban en su pequeño cuerpo jaló por la mano agresora al atacante hacia el frente y hacia abajo al tiempo que se inclinaba toda ella en la misma dirección, -ya no podía ver, sólo notaba luces brillantes frente a su rostro- el truco funcionó, el sobrepeso del agresor fue su propio enemigo, antes de que perdiera la conciencia por completo el tipo salió disparado por encima de ella cayendo de bruces contra el suelo adoquinado, con el impulso mismo Matsuri –casi inconsciente ya- se vio arrojada unos metros más adelante de él, en ese momento se dio cuenta que ya no tenía el objeto que la sofocaba sobre su rostro y sin pensarlo mucho mantuvo la respiración mientras el químico que le humedecía la cara terminaba por evaporarse despejando sus vías respiratorias, fue ahí cuando por fin se atrevió a inhalar un poco de aire que entraba por su nariz y la quemaba como el fuego -pero que ya no le ahogaba- cuando se atrevió a levantarse del suelo y armándose de la poca fuerza que le quedaba se animó a caminar, todo estaba borroso y si bien todavía no oscurecía del todo los detalles de las cosas se habían perdido por completo convirtiéndose en posibles obstáculos, esto pensaba mientras extendía sus brazos hacia el frente a modo de evitar golpearse con algo, así y con el cuerpo temblando violentamente por el miedo intentó alejarse del punto, no recordaba qué tan lejos se encontraba de la tienda de revistas y tampoco quería regresar por ese lado, su atacante se suponía que estaría detrás de ella y aunque no daba señales de que se encontrase allí -quizá se había noqueado al caer o se había asustado lo suficiente para escapar o quizá como la peor de las opciones estaba a la espera de ver que ella colapsaría en cualquier momento para terminar con su acto de perversión-, esto último fue el detonante que necesitaba para calmarse un poco, respiró lentamente y sintió en el aire el aroma a hierro, de su nariz brotaban gotas de sangre por el daño recibido en sus mucosas al respirar el químico utilizado, sin pensarlo más terminó por seguir caminando, se decidió a no quedarse en ese lugar, cualquier otra cosa era mejor que las anteriores opciones planteadas, así que, trastabillando con las manos por delante, caminó con el terror a flor de piel mientras suplicaba para sí misma que no fuese a perder el equilibrio, sabía que si se caía no iba a tener la oportunidad de levantarse de nuevo, la cara le ardía, la zona de la boca y la nariz le escocía y ese dolor era lo suficientemente intenso como para mantenerla cuerda y consciente, se talló el rostro con la manga de su sudadera y de forma automática siguió caminando a duras penas sin definir una ruta determinada, sólo sabía que no debía detenerse, parpadeaba de continuo y los ojos comenzaban a aclarar las imágenes, vio destellos luminosos de las farolas de uno y otro lado así que avanzó en medio de las mismas para no chocar contra las paredes o los botes de basura, un haz de luz a su lado izquierdo así como una ráfaga de aire fresco le dieron la certeza de que esa era una salida del callejón hacia la avenida principal y hacia allá dirigió sus pasos vacilantes, su respiración le ardía como fuego y su mismo resuello no le permitía escuchar si acaso la seguía su acosador, las sienes le reventaban y sentía como martillazos los latidos del corazón en su cabeza, sabía que debía seguir caminando, no podía detenerse así que sin dudar logró dar un paso tras otro, cada dos o tres pasos intentaba callar su respiración agitada, se mordía los labios hinchados por el químico para no gemir, no sabía si la estaban siguiendo o no, de repente a sólo unos pasos de llegar a la calle principal la luz que le indicaba la salida del callejón se oscureció por la presencia de una silueta y una terrible sensación cruzó por su mente, - "¡Me encontró!" – pensó, y antes de caer desfallecida sin fuerzas escuchó una voz que gritaba pidiendo auxilio, así como también los pasos apresurados de personas que se acercaban a su lado, lo último que logró escuchar fue que alguien decía:

Citrus: Un paso a la vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora