11- Una mision arriesgada y el collar perdido.

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Decimotercero día. — Una misión arriesgada y el collar perdido.





Su abuela tenía una colección de discos antiguos. A Obito le gustaba escucharlos mientras le ayudaba a limpiar la casa o cuando "ayudaba" a preparar la cocina. Ella siempre se ponía de buen humor y lo contagiaba a él también. Algunas veces solían bailar juntos mientras fingían cantar con los palillos de la comida.



Y especialmente esa vez, con una canción que no conocía de nada– y que apenas y le entendía, pero que le recordaba solamente a una persona por la suave melodía:



Kakashi.



Soltó un suspiro, recargando la escoba contra la pared, sonriendo suavemente cuando recordó que ellos ya eran novios oficialmente desde hace dos días.



Él había sido obligado a tomar sus tres días de descanso por culpa de Tobirama. Y aunque se habían librado del castigo porque Madara ya no estaba en Anbu y no había modo de que los vigilara, Kakashi tenía que seguir cumpliendo misiones dentro de la organización, así que no habían podido verse desde que el Hatake había sido enviado a una misión larga en el país de acero. Y por lo tanto, los días que pasaban no contarían como una conquista.


Probablemente iría por la tarde, cuando su precioso novio haya vuelto a casa y esté libre para poder pasar el rato; claro, no quería incomodar, tampoco, por lo que le daría unas horas para descansar– él probablemente necesite dormir– antes de poder ir a visitarlo. Estaba emocionado, nervioso y sobretodo, feliz. Ya quería verlo, ya quería que volviera de aquella misión.



— ¿Por qué estás tan feliz, Obito? — la voz de su abuela resonó por toda la habitación, sacándolo de su ensoñación de piel suave y ojos expresivos que le robaba el aliento, como todo enamorado que siempre era.



— Ay, abuela. — Obito dijo entre un suspiro, tomando la escoba y abrazándola contra su pecho con fuerza, tratando de sacar de algún modo el revoltijo de sensaciones que tenía en el interior de su pecho. La mujer mayor alzó una ceja en su dirección. — Estoy enamorado, déjeme seguir recordando a mi amorcito.

Su abuela le dedicó una sonrisa suave.

— Termina de limpiar primero y después los dos recordamos a nuestros amorcitos, ¿bien?— la mujer de cabellos canosos le miró acusatoriamente, antes de relajar su postura a una más calmada.— Te ayudaré a preparar una sorpresa para ese niño Hatake.



— Ah, abuela, eres la mejor. — Obito dijo entre un suspiro, mirando con ojos soñadores hacia el ventanal del salón.


Su abuela agitó un pañuelo en el aire.— El polvo del suelo piensa lo mismo de la escoba. Anda, a barrer.


— Abuela, ¿Sabes quién tiene el cabello como una escoba? — el azabache preguntó, sonriendo soñadoramente mientras recordaba la cabellera plateada de su novio– ah, decirlo era tan satisfactorio para sí mismo. — Kakashi, mi amorcito. El tiene un cabello como escoba.



Su abuela le miró extrañada mientras negaba con la cabeza, rendida en hacer entrar en razón a su nieto y, probablemente, sin entender a qué se refería.



— El amor juvenil, el amor...



— Amor.— Obito repitió, volviendo a abrazar la escoba contra su pecho. — Ya quiero que termine su misión, quiero ver a mi amorcito. Mi amor, mi amorcito, mi Kakashi... ¡Ah, que lento pasa el tiempo!




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⏰ Última actualización: Oct 04, 2020 ⏰

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