III

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Louis estaba enojado.

Quizás no debía sentirse así, porque lo que ellas hacían era un favor para él, no una obligación. Pero el necesitaba esa ayuda. Ninguna de las dos, ni Emilia o su prima Darla, había querido ir a ayudarle.

Se había raspado la rodilla yendo a buscar los limones. Se había intentado desinfectar y curar, pero solo se hizo más daño, por lo que pidió atención a su madre y también recibió un gran regaño sobre los cuidados que tenía que tener al jugar.

El día era caluroso. No había estado ni dos horas parado al sol porque ya había tenido más clientes de los que había podido contar. Hasta sus vecinos, los adultos y ancianos se habían acercado a comprar un vaso de aquella deliciosa limonada que servía el pequeño más dulce de aquel vecindario.

Louis sabía que le estaban haciendo un favor. Pero justo ese día, se encontraba con millones de problemas. Sumando que tenía que administrar bien los limones para no quedarse sin ellos, el agua y el azúcar no era un problema, pero al ser el día tan pesado, necesitaba hielo.

Por suerte su madre, le había podido ayudar con eso, yendo al mercado a buscar cinco bolsas de hielo para su pequeño.

"Ten mi niño." Jay se había acercado a él con un recipiente lleno de galletas de chispitas de colores. Louis sonrió en grande mientras exprimía un limón. "Puedes venderla a un dólar. Están recién horneadas, lo mejor sería esperar un poco para comerlas."

Johanna al principio no había estado de acuerdo con lo que hacía Louis. Temía que algo le sucediera. Que su hijo se asustara, o algo le pasara. Tenía contacto con gente que vivía cerca, más allá de eso seguían siendo extraños para ella. No podía estar al pendiente de su hijo todo el día.

Entonces hicieron un acuerdo. Louis vendería limonada desde la una de la tarde hasta las cinco.

Eran las tres de la tarde y el sol estaba en lo más alto del cielo. Louis quizás se sentía un poco mareado. Había estado esas horas expuesto directamente al sol, aunque su gorrito le cubría la cabeza, la sentía doler.

"¡Ahora si tienes galletas!"

Louis se sobresaltó al oír esa voz. Pronto vio que se trataba de el niño del tatuaje, Zayn. A su lado también venia Harry.

"¿A cuánto me las cobras si te compro una docena?"

Harry rio. Era increíble la cantidad de comida que podría ingerir su amigo.

"En total serian doce dólares." conto el pequeño, siguiendo el consejo de su madre. Además, sería más fácil porque él sabía muy bien sumar. Si eran doce galletas, un dólar por galleta, serian doce dólares, duh.

"Genial." Zayn vio como el pequeño ponía aquellas galletas en una bandeja y luego se las entregaba. Se llevó una a su boca, creyó haberse enamorado al momento de probar. Con toda la boca llena de migajas, le hablo a Louis. "También dame dos vasos de limonada."

Louis lo preparo y se los entrego. Pronto vio llegar a más niños, pidiendo galletas y bebida. Quiso llorar.

El rizado vio la situación. Sabía que su amigo estaría un buen rato allí si es que de comida se trataba. Pronto amarro sus cortos rizos en una coleta y se pasó para el otro lado de el "mostrador" del pequeño.

"¿En qué te puedo ayudar?" le dijo a una niña de cabellos rojizos.

Louis lo miro. No protesto y siguió preparando limonada. Se sentía bien que alguien se preocupara y le diera una mano. Luego le regalaría las galletas sobrantes a su amigo.

Harry pronto conoció a la madre de Louis, cuando ella fue a dejar otra bandeja con galletas al ver que iban escaseando. Inmediatamente adoro a aquella mujer, que le tendió un vaso de agua con hielo que le ayudaría con el calor.

Louis se sentía extraño, mas no incómodo. Veía a Harry atender rápidamente a los clientes. Lo que él hacía en cinco minutos, el rizado lo hacía en un par de segundos. Llenaba el vaso, envolvía alguna que otra galleta, recibía y daba dinero como vuelto. Se sentía asombrado por la rapidez de la persona a su lado. Realmente lo admiraba.

Pronto las personas eran cada vez menos. Harry, Zayn y Louis se sentaron a compartir un vaso de limonada.

"¿Tu madre no te dijo que eras muy pequeño para tener un puesto que produce millones?" bromeo Zayn. Louis rio y pensó que le caía bien. En uno que otro momento se había sentido nervioso a su lado, quizás era porque le llevaba una ventaja de cuatro años.

"Ella tuvo miedo a que me secuestren los marcianos, supongo." se encogió de hombros, realmente no sabía que era aquello malo que su madre advirtió que le podía pasar.

"¿Y por qué todo esto?" ambos miraron al rizado. "Me refiero, ¿Qué haría un niño de diez años intentando juntar dinero?"

"Sera el cumpleaños de mi mamá."
El castaño se sonrojo. Harry lo miro tierno. "Quisiera comprarle algo, para mi cumpleaños número nueve, ella me compro la colección de dinosaurios más geniales del universo. "

Pronto los mayores tuvieron que irse. Prometieron volver, ahora Harry quería ayudar a ese pequeño. Quizás también lo acompañe al centro comercial a buscar un regalo para su madre. Louis se sentía como un pequeño hermano para él. Su madre había tenido razón al temer por su seguridad, por lo que se prometió a el mismo cuidar y supervisar a Louis y a su negocio de limonada. Además, se llevaba las galletas que sobraban. Esa era la mejor parte.
























LEMONADE • larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora