Capítulo 21.

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12 de Diciembre, 2018.



Me acomodé los lentes de lectura sobre el tabique y suspiré sin perder la vista del libro en mis manos. Me hundí en mi cama y lancé un sonido de frustración mientras me tapaba la cara con el libro.

Acababa de recibir un mensaje de Oliver que no quería responder, respondía bastante rápido cuando yo me tomaba largos minutos, incluso horas para contestarle. Recordaba el mensaje que Lara había enviado y la sangre me hervía del coraje.

Oliver realmente me había utilizado.

Nos utilizó tanto a Leyla como a mí.

Mi teléfono volvió a brillar pero esta vez debido a la llamada de mi padre, sonreí y me llevé el celular a la oreja esperando por escuchar su voz, pero solo hubo silencio agobiante del otro lado.

―¿Papá? ¿Estás ahí? ―Pregunté poniéndome recta.

Al parecer tenía el teléfono en silencio porque de repente las voces de fondo empezaron a escucharse a lo lejos, al igual que su respiración agitada.

―Elaine, debes venir pronto ―Dijo con voz atropellada―. Es tu abuela, está muy mal.

Me quedé muda sin saber exactamente que decir y parpadeé tratando de asimilar sus palabras.

―¿Dónde están? ―Fue lo que salió de mi boca.

―En el NorthWestern Memorial ―Asentí aunque él no pudiera verme y me levanté como un resorte de la cama.

―Voy para allá ―Apunté a mencionar y escuché su afirmación del otro lado. Colgué y me vestí rápidamente con lo primero y más abrigado que encontré, lo cual significaba unos pants oscuros y calientes junto con una sudadera azul marino.

Me cepillé los dientes y tomé mi cartera y mi celular, caminé a paso apresurado hacia la entrada de mi apartamento, tomé las llaves y cerré detrás de mí sin detenerme ni por un segundo más, bajé las escaleras trotando como una loca en un maratón y llegué al estacionamiento subterráneo, subí al auto y azoté la puerta de un golpe. Una vez que lo encendí salí a toda prisa del complejo, conduciendo por las calles de Chicago rumbo al hospital donde se encontraba mi abuela.

Mi desesperación comenzaba a crecer cuando los minutos empezaban a pasar y yo no estaba ahí para verla, quería saber que estaba bien, quería verla y asegurarme de que no pasará nada malo.

Un nudo se instaló en mi garganta cuando la sola idea de perder a alguien más que amaba se instaló en mi mente, sacudí la cabeza para desechar ese pensamiento que solo me haría daño y tenía que estar bien, es la madre de mi padre y él debe estar comiéndose las uñas de los nervios, uno de los dos tendría que ser el neutro.

Suspiré tratando de relajarme mientras conducía y después de algunos minutos lo conseguí, mantuve mis ojos en el camino y evité distraerme de él, no pensé en nada más y mantuve mi mente en blanco para evitar alterarme de nuevo.

No me di ni cuenta de cuando llegué al Hospital, pero estacioné, tomé mis cosas y bajé del auto. Caminé apresurada hacia el interior del enorme edificio con ventanales gigantes y hermosos completamente iluminados. El estacionamiento estaba lleno de carros y pude notar una ambulancia llegar a la entrada, paramédicos bajaron de ella rápidamente y se prepararon, abrieron la puerta trasera y sacaron una camilla.

Un hombre mayor descansaba en ella y llevaba un respirador en el rostro que supuse lo mantenía con vida, hice una mueca afligida y rogué que sea quien sea, estuviera bien.

Entré al Hospital y pregunté con palabras atropelladas por mi abuela, la recepcionista me dio el piso en el que se encontraba y yo tomé el elevador. Moví mi pie de manera nerviosa mientras miraba el techo de pequeño cuadro y esperaba impaciente.

Elaine © [Completo]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora