Capítulo 7: El temor no siempre arrasa con todo

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- ¿Tú eres la hermanastra de Kowie y Sean?

- Por desgracia, así me temo. ¿Por qué lo preguntas?

- Puro interés...

De la forma en la que me lo ha dicho, diría que esconde un seguido de palabras no acabadas de pronunciar detrás de la frase, pero bueno, de momento ella es la única persona que no se ha metido conmigo, y doy gracias por ello.

- Ronda, eso que me has dicho antes, lo de cambiar para mejor, espero que no te refirieras a parecerme a ti. Y te lo digo con todo el respeto del mundo. Quiero decir, que, em, bueno, no quiero parecer una guarra.

- Ja... ja... ja... Tranquila solo tenemos que acabar con esa horrenda falda, esos zapatos de abuela y esas gafas. Aunque, ¿esa cosa que tienes por la cara que es?

- Son eccemas, y ¿que les pasa a mis gafas?

- Te lo diré con tacto cariño, son más feas que tus leotardos, y mira que eso es difícil.

-Anda, después de tu respuesta no quiero saber como respondes las preguntas sin tacto. Tu educada, educada no estás. Bueno pero es que si me las quito...

- Te pones lentes de contacto y tirando.

- Las gafas no las llevo por qué no vea, las llevo porque eran de mi padre, y son el único recuerdo que tengo de él. Por eso cuando las llevo, siento que esta conmigo, aunque no lo esté físicamente.

- Lo siento, de verdad, pero si quieres cambiar para bien tendrás que poner de tu parte.

- De acuerdo, pero ¿lo podemos dejar para el fin de semana?

- ¡Sí! Perfecto, iremos de compras y te llevaré al dermatólogo de mi madre, te juro que hace maravillas con la piel.  Si no mira a mi madre, 50 años y ni una sola arruga.

Ronda se pone eufórica de alegría. Y me alegro, pero tenemos un problema que solucionar.

- Hay un problema, no tengo dinero ni para ropa ni para ir el médico. Creo que tendremos que esperar, al menos hasta que recaude unos pocos fondos.

- Ese problema lo tengo solucionado, mi familia es una de las cinco más ricas y poderosas de todo Brooklyn, en temas de dinero no hay problemas.

- No sé que decir, aparte de un gracias enorme, nos acabamos de conocer y me vas a pagar una visita al médico y ropa, no sé como podré agradecértelo.   

De repente oigo como una especie de música orquestal sale de un altavoz central del colegio. Al momento, oigo mi nombre, citándome al despacho del director.

- Ronda, creo que esta es mi despedida, buah, creo que con ese tono, no pinta muy bien la cosa de que siga aquí.

Me despido de ronda, y me dirijo a paso ligero hacia el lugar donde me han citado. Cuando llego, me encuentro con la amabilidad de tener la puerta abierta para mi despido. Antes de entrar, una voz me incita a pasar.

- Bella, siéntate, seguro que ya sabes el motivo por el que te hemos llamado.

Estoy bastante alarmada, presiento que estos van a ser mis últimos pensamientos dentro de esta institución, antes de que me echen fuera. Mi cara refleja todo el pánico que se esconde en mi interior, creo que el Sr Davis sospecha algo acerca de mi rostro.

- Bella, respira hija que no has hecho nada malo, justo todo lo contrario. Nos has dejado sin habla debido al favorable resultado de las pruebas. En todos los años que llevo de enseñanza, nunca había visto unas notas parecidas, tu puntuación ha sido la mejor que he visto en años, ni alumnos de dos cursos superiores, hubieran sacado nunca una nota parecida.

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