no le temas a la oscuridad - Stony

todo por él

Steve se sentía impotente por no calmar al niño en sus brazos, mientras corría por los pasillos del hospital en busca de María.

Pero ¿Qué había ocurrido para estar en esa situación?

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Steve y Tony habían llegado al campamento y lo habían pasado de lo mejor, después de todo el rubio solo había ido para distraer y cuidar de Tony, claro que él también disfrutaba de ese fresco lugar rodeado de frondosos árboles y los pajarillos cantando en derredor.

El castañito por primera vez manipuló un cuchillo, armó un camping, aprendió nudos y amarras, por primera vez prendió una fogata, buscando lo necesario, desde el lugar, hasta los materiales para crear un buen fuego.

Steve junto al profesor Yinsen y el guía lograron enseñar bastante a los niños sobre las maravillas de la naturaleza, el cómo vivían algunas tribus, fingiendo que ellos eran una, y el bello arte de acampar.

Llegaron a la mansión cuando el sol del domingo ya se ocultaba, Oliver escuchó el teléfono sonar, pero al parecer nadie estaba en casa.

-Tony, ve a bañarte, contesto y te alcanzo ¿si?

-Okey… - respondió somnoliento

El rubio tomó el teléfono

-Familia Stark…

-¿Oliver?

-Señora Stark…

-¡Oliver! Gracias al cielo que contestas. Howard está en el hospital y no sé qué hacer, tú eres el indicado para decidir si decirle a Tony o no, por favor, toma esa decisión por mí, éste tema es muy delicado y no quiero que le afecte…

-¿cómo está?

-Los médicos no dicen nada, pero fue una herida de bala en el corazón, está en quirófano en estos momentos.

-Bien

-Por favor, Oliver, confío en que tomarás una buena decisión. La dirección del hospital está junto a la puerta de la mansión.

María colgó y el rubio se quedó pensando hasta que escuchó que Tony lo llamaba, pensativo subió las escaleras hasta llegar al baño de Tony.

-Te tardaste – dijo con un puchero mientras jugaba con el agua – ayúdame si?

Steve tomó un poco de shampoo y comenzó a masajear su cuero cabelludo.

-Tony…

-¿Hmm?

-Tú padre sufrió un accidente – directo y sin titubear. Pronto se arrepintió del poco tacto que tuvo.

La noticia le cayó como balde de agua fría. Dejó de respirar, su mirada se perdió, jadeo tratando de calmarse, de pensar en cosas buenas, pero su mente quedó en blanco.

-¿Papá…? – Steve tragó en seco mientras en su mente se reprendía por lo idiota que fue.

-Está… en el hospital – dejó su labor para mirarlo con atención.

-… ¿Qué pasó…? – susurró al borde del llanto

-Fue una-una bala en el corazón…

-Quiero ir.

-Tony…

-¡Quiero ir! – nunca le había gritado al rubio y se sintió mal por ello.

La lágrimas se deslizaban por sus regordetas mejillas.
Se levantó de la tina y abrazó a Steve empapando su camisa en una mezcla de agua y lágrimas.