Día 8: Baku-san ven a comerte mi sueño.

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Día 8, Mitología.

-Buenas noches, Eijirō. Reza porque Baku proteja tus sueños. -le susurró su madre antes de dejar un cariñoso beso en su frente.

El pequeño pelinegro se encontraba cansado después de la mudanza, apenas era un niño de ocho años pero su actitud varonil y caballerosa no le permitía dejarle todo el trabajo a sus madres, así que intento ayudarlas en lo que más pudiera, llevando de aquí para allá las cajas más livianas y acomodando sus juguetes en su pequeña repisa.

Los ojos le pesaban pero temía cerrar sus ojos, no le había querido decir a su mamá que por la ventana entraba una sombra bastante aterradora, sonidos de golpes se escuchaban y Kirishima no estaba seguro de cuál era la dirección de donde provenía. Era un niño grande, conocía muy bien que no había ningún mounstro escondido en el armario, pero eso era en su otra casa. ¿Qué le aseguraba que no había uno en esta? El mounstro tuvo bastante tiempo como para mudarse hasta acá.

Se sentía asustado, intentaba manejar su respiración para que no se escuche tan fuerte, pero se siente más adormilado cada segundo. No está seguro de cuando, pero antes de notarlo se encuentra dormido.

Las paredes negras lo rodean, no son rojas como su color favorito, ni con los pósters de Crimson Riot o sus juguetes en las repisas. El ruido se escucha fuerte e intenta cubrir sus oídos con sus manos, aunque esto no parece aminorar el sonido como si unas garras se arrastraran contra una superficie, también escucha gruñidos y rugidos aterradores.

Abre sus ojos, viendo pelo enmarañado lleno de suciedad, y una sustancia roja que no quería imaginarse qué rayos era, las grandes garras negras se arrastran por el suelo luciendo su filo, y ve los colmillos amarillentos que liberan un olor nauseabundo.

Eijirō siente sus ojos llenarse de lágrimas, todo su cuerpo tiembla, tiene miedo, mucho miedo.

El monstruo se acerca a su cuerpo, y la respiración caliente de olor asqueroso golpea su rostro, sollozos escapan de su boca sin poder evitarlo, y la bestia suelta un rugido que hace que sus oídos duelan.

Despierta asustado, con la respiración errática y el cuerpo sudado, mira a su alrededor abrazando con fuerza el pequeño peluche de su héroe favorito intentando cubrirse con las sábanas de las sombras y el constante sonido del golpeteo.

Eijirō toma entre sus manos temblorosas un talismán que su mamá colgó en una de las esquinas de su cama, en el se veía la imagen de una criatura con la cabeza de elefante, colmillos y trompa, también tenía unos cuernos y garras de un tigre.

-Baku-san ven a comerte mi sueño. -susurró como le habían explicado, apretando el talismán entre sus dedos y mordiendo su labio con nerviosismo.

-Baku-san ven a comerte mi sueño. -dijo un poco más alto, el golpeteo se escuchó más fuerte y el viento agitaba las ramas de un lado a otro.

-¡Baku-san ven a comerte mi sueño! -Soltó un grito no tan fuerte, y la ventana se abrió de pronto con un estruendo.

Kirishima se escondió entre las sábanas dejando entrever solo sus ojos, una sombra se proyectó en dirección a la pared justo donde las ramas hacían aquella sombra aterradora, abrió su boca sorprendido viendo la silueta de una cabeza de elefante y un par de garras.

Se escucharon el peso de las pisadas contra el suelo de madera, acercándose cada vez más a su cama, y como algo intentaba arrebatarle su manta.

Se encontró con un par de pupilas rojas que lo miraban desde arriba, curioso y burlón, cabello de un rubio pálido que nunca había visto, era un niño aunque parecía ser un poco más grande que el pelinegro.

-¿Estás bien? -gruñó la pregunta, sentándose en el suelo junto a su cama para darle más seguridad.

-S-sí, p-pero ¿quién eres? ¿de dónde saliste? -Eijirō se siente curioso por el extraño niño gruñón.

-Tú me llamaste, tonto. ¿No recuerdas? -El cenizo lo mira con una ceja alzada, y los brazos cruzados. -"Baku-san por favor, ven a salvarme"

Se burló con la voz más fina y añiñada, riéndose al notar el ceño fruncido que tenía el otro.

-Entonces ¿Tú eres Baku-san? -Kirishima se sentía ofendido por las burlas del otro niño pero eso no hacía nada para menguar la curiosidad que se revolvía en su cuerpo.

-Soy un Baku, estoy encargado de los niños llorones de esta prefectura. -Al decirlo se acercó bastante al cuerpo del otro niño, mirándolo de arriba a abajo. -Pero nunca te había visto a tí.

-Acabo de mudarme con mis madres, es nuestra primera noche. -respondió con una pequeña sonrisa mostrando sus dientes filosos.

El Baku lo miró curioso, ningún niño había conseguido verlo en sus años de existencia, generalmente estos se dormían en cuanto su presencia entraba en la habitación y la curiosidad le ganó llevándolo a tener un conversación con él. Había escuchado historias acerca de esto, pero no pensó que le pasaría siendo tan jóven.

Escuchó un bostezo por parte del pequeño pelinegro junto a él, cierto, aún tenía un trabajo por hacer.

-Recuestate y déjame hacer mi trabajo. -le dijo, empujando con su dedo el pecho del menor, este se dejó caer a la cama mirándolo fijamente.

-¿Qué vas a hacerme, Baku-san? -preguntó, según las imágenes se supone que un Baku succiona los malos sueños en forma de humo con su trompa, pero este Baku tenía una forma humana, aún cuando la silueta que vió entrar en su habitación tenía la forma que contaban los mitos.

-Voy a hacer lo que me pediste. -contestó, acercándose con una sonrisa altanera en sus labios. -Me comeré tus sueños.

Eijirō cerró sus ojos, temblando ligeramente, el Baku no era del todo amable pero no le dió miedo en ningún momento, incluso le agradaba, pero tampoco quería empezar a temerle por verlo en su forma natural.

Relajo los párpados al sentir un beso en su coronilla, y una sonrisa se extendió en su boca.

-¿Tienes un nombre, Baku-san? -balbuceó la pregunta, intentando mantener los ojos abiertos.

-Katsuki, me llamó Katsuki. -respondió, levantándose del suelo para caminar en dirección a la ventana.

-¿Te volveré a ver, Katsuki-san? -Sus ojos ya estaban cerrados, y está vez si sentía como el sueño lo arrastraba intentando con toda su voluntad escuchar la respuesta de su contrario.

-Vendre, cuando tengas pesadillas y llames a mi nombre. -La voz sonó como un susurro muy cerca de Kirishima aún cuando estaba seguro que el Baku se encontraba cerca de la ventana. -Te protegeré de las pesadillas siempre que me necesites, Eijirō.

El pelinegro se dejó arrastrar con gusto por el sueño, esperando por primera vez en su vida, tener una pesadilla de nuevo.

🌔🌕🌖

¡Hey, hola!

El Baku es una criatura de la mitología japonesa, y todo lo que escribí a lo largo de este escrito es parte de su mito. Solo agregué fuera de su historia dos cosas, una es lo de transformarse en humano, ellos no pueden hacer eso, y lo otro es lo del beso, ellos se comen los sueños de la forma en la que Kirishima explica, pero ya en su forma humana lo coloque de esa forma, así que manipule un poco el mito para acomodarlo en la historia.

Y bueno eso sería todo. ¡Muchas gracias por leer!

Entre Corazones De Roca Y Flechas Explosivas | •KiriBaku Month 2020•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora