El piso pulido brillaba reflejando las luces blancas del techo entre sus cuadros negros y blancos. La barra se encontraba llena, con los batidos rodando entre la madera roja, y los jóvenes que reían de piernas cruzadas en las sillas de cuero bermellón.
Kirishima olisqueó el aire, recibiendo un golpe de azúcar, leche y algunos toppings realmente dulces. Y sonrío antes de adentrarse a la pequeña cafetería.
Era una de las más famosas del lugar, casi considerada una extensión de la U.A, ya que prácticamente todos los que la visitaban eran estudiantes de la misma, aunque también reciben visitas de escuelas aledañas.
El pelirrojo pasó de largo la barra para dirigirse a una de las mesas donde sus amigos lo esperaban. Mina levantó su mano saludando desde su asiento, antes de acomodarse el cuello redondo de su top, y tomar un sorbo de su malteada de mantecado.
—¡Hermano, es un gusto verte! ¡Ya casi ni vienes por aquí! —reprochó Kaminari, que lo observó con un puchero. Sero se río por lo bajo, mientras simulaba el hecho de acomodarse el chaleco.
—Perdona, Kaminari. Pero es que estado ocupado con las clases de mi tutor y esas cosas, sabes que las necesito al igual que tú. —respondió, agradeciéndole a Mina por lo bajo, que le extendió una malteada de fresas que había pedido para él.
—Es cierto, Kami. Deja de reprochar, tú mismo deberías preocuparte un poco más y prestarle atención a las clases que nos da YaoMomo. —regañó Ashido, señalando al rubio con su dedo acusador.
El acusado rió apenado, mientras tomaba una cucharada de su helado de limón.
—¡Sería todo más divertido si Kiri tuviera a Momo de tutora! ¡Así estaríamos todos juntos! —lloriqueó, mientras pasaba un brazo por el cuello del chico de dientes filosos y otro por el de sonrisa triangular. La única chica del grupo le quedaba algo lejos a causa de sus brazos cortos así que hizo ademanes hasta que esta le tomó de la mano. —, ¡Pero tú prefieres estar con la bestia rubia!
—¡Oh vamos, hermano! ¡No hables así de Bakugo! ¡Él es buen profesor! —contestó, recordando las veces que el rubio le dió clases, hubo algunos golpes con una revista de por medio, pero no podía negar que el esfuerzo dió resultado.
—Vamos, Kami déjalo, es una razón para pasar más tiempo con Bakugo, ya sabes. —comentó la chica con una sonrisa pícara en dirección a su amigo. Denki la acompañó con otra sonrisa, mientras Sero rodaba los ojos a causa de su nula discreción.
Eijirō por su parte no pudo evitar sentirse acalorado por las palabras de sus amigos. Hace poco les había confesado el pequeño enamoramiento que tenía con el chico de carácter explosivo.
Si rememora un poco aún puede sentir la presión en su estómago, y el miedo en sus huesos al pensar en la forma que podían pensar sus amigos al respecto. Después de todo, a él le habían enseñado que los chicos deben estar con las chicas y viceversa. Nunca le comentaron ni por un segundo, que ese sentimiento que estaba destinado a sentirse sólo con las chicas también podía sentirlo por otro chico.
Kirishima no es estúpido, aunque algunos lo crean por su dificultad en la escuela. Supo desde el principio que algo no estaba bien, cuando en vez de pensar lo bonitas que se veían las niñas con sus vestidos de algodón en tonos pastel, le parecían más bonitos los niños con sus pantalones cortos y camisas de botones.
Aunque nunca sintió nada más allá de eso, así que no se preocupó. Al menos, no lo hizo hasta que su corazón empezó a latir casi como si quisiera escapar de su pecho al ver al chico de cabellos rubios como la arena, con su chaqueta de cuero, sus remeras oscuras, y sus vaqueros ajustados.
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Entre Corazones De Roca Y Flechas Explosivas | •KiriBaku Month 2020•
FanfictionCuando sus ojos se encontraron, se encendió una chispa que nunca antes habían sentido. Y sin darse cuenta el corazón de roca había sido atravesado por una flecha explosiva grabando su nombre a fuego para siempre. O dónde el corazón explosivo fue atr...