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Ya habían transcurrido unas horas desde que comenzaron la marcha, el plan era sencillo ellos llegarían hasta cierto punto del recorrido donde les estarían esperando un ninja y este les guiaría hacia el puesto de vigilancia que tuvieran.

Sus queridos alumnos se encontraban en las fronteras del País del Fuego que compartía con el País de la Cascada, por lo que podían llegar bastante rápido y cuando él apareciera ya estarían preparados para todo, los niños de Gai estaban más lejos, también se encontraban en las fronteras del País del Fuego pero estando en el otro extremo de las fronteras del País de la Cascada. Tenían mucho más camino que recorrer y sobretodo camino que ya habían recorrido, pero estaba seguro de que llegarán mucho antes que el.

Luego estaba Tenzo, él realmente no hacía falta que se desplazara hacia allí, ya serían suficientes para acabar con lo que hubiera, pero aun así insistió y él cedió.

Sabía que lo hacía como apoyo moral, estaba seguro de que su apreciado amigo había estado muy preocupado por él. Para su mala suerte hacía un par de días que había estado realmente cerca, ahora se encontraba al otro extremo de las fronteras con el País de la Hierba, realmente hacía feliz que Tenzo se preocupara de esa manera por el, pero la pesadilla seguía grabada en su mente y pensar en encontrarse a su amigo le provocaba cierta tensión, por lo que la formación en la que estaba le parecía correcta.

Su vieja compañera Yugao comandaba a los ANBU que los estaban escoltando, estos les rodeaban mientras él y los ninjas médicos se mantenían en el centro, era completamente improbable que se encontrarán con ningún problema, estaban cruzando por una zona que ya había sido inspeccionada por la búsqueda ya hace muchos días, de igual manera estaba seguro de que cualquier pequeño criminal habría huido de la tierra del fuego o había terminado siendo arrestado.

En todo el recorrido que harían solo pararían dos veces y eso era realmente poco, los ninjas médicos habían sido realmente considerados. Aunque en verdad todos ahí lo habían sido, entienden sin que tuviera que decir nada la urgencia que cargaba su alma por llegar ahí lo antes posible y aunque posiblemente los médicos quedadas casi exhausto después de terminar la misión.

La primera parada se estaba haciendo agónica, no quería pararse a descansar, de verdad quería llegar cuanto antes, sentía una verdadera urgencia pero también tenía claro que tampoco podía exigir que hicieran todo el camino de golpe, no estaba seguro ni de si el aguantaría todo de una. Se mantuvo de pie contra la corteza de un árbol mientras observaba su alrededor y a sus compañeros, una ansiedad nerviosa le recorría el cuerpo, no tenía nada con lo que distraerse ni siquiera su Icha Icha, de hecho desde que le habían arrebatado al amor de su vida no había vuelto a leer ninguno de sus libros.

Una vez que repusieron sus fuerzas se levantaron y continuaron.

Cuando llegaron al punto de la siguiente parada el sol ya despuntaba iluminando el paisaje llenándolo de cálida luz, en este descanso era su turno para cerrar los ojos por un tiempo, pero no pudo, en el momento que lo intentó relajarse y descansar, su mano buscó de forma inconsciente a alguno de sus ninken pero ninguno lo acompañaba, así que se dedicó a mirar el paisaje e intentar tranquilizar sus nervios que burbujeaba en su estómago tensando su órgano, al momento de partir no lo había logrado.

Yugao se había acercado y lo observó en silencio por unos minutos, sin decir nada él asintió y ella solo se dio la vuelta anunciando que comenzarán la marcha en unos minutos, sabía que no la había engañado y que ella podía notar lo ansioso que se sentía, pero también confiaba en él así que posiblemente todo estaba bien.

Este iba a ser el trayecto más largo de todo camino, gracias al terreno sinuoso, si seguían con ese buen ritmo llegaron por la tarde, tal vez pasadas las seis. A cada momento sus nervios se agitaban más tenía un ligero sentimiento de déjà vu, sus músculos calientes y comenzando a quejarse tanto del ejercicio como por el hecho que llevaba desde antes de salir de Konoha con una tensión por todo su cuerpo que no sabía como lo estaba haciendo para moverse tan normal, aunque a su musculatura no les hacía ninguna gracia mantener esa tensión constante, no podía evitarlo había esperado tanto para este día, ya lo pagaría más tarde.

Olor A HogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora