Tengo hambre, no como nada hace dos días pero no por voluntad propia, sino que en casa no hay dinero. Estoy muy triste, mamá llora todos los días porque con lo que trabaja no ganamos nada, solo lo suficiente para pagar los impuestos de la casa. Ayer fui a buscar trabajo, mañana comienzo como la chica que vende helados. Genial.
Odio decirlo, pero soy una fracasada. No soy inteligente, no soy hermosa, no tengo ropa bonita, no tengo novio… no soy nadie. Papá y mamá están separados y yo acá viviendo sola con mi madre, las dos muertas de hambre.
Gracias al cielo que aún no nos cortaron el agua por no pagarla, sino me moriría. Estoy tan cansada, mi cabeza no se puede concentrar en la hoja de estudio, mi estómago ruega por comida pero, solo hay agua y jugo para beber, tal vez haya alguna manzana y otra fruta pero con mamá decidimos guardarla para mañana.
Mi padre no es capaz de preocuparse siquiera por su hija. A él no le importaría que yo muera de hambre acá, tirada en el suelo. Creo que no, supongo.
En éstos días estuvimos hablando por teléfono pero no es capaz de preguntarme cómo estoy, si necesito algo, no le digo nada porque él gasta todo su dinero en su nueva familia, si al menos le importase, me vendría a ver y se daría cuenta de la Situación. Pero no, mi madre y yo estamos solas.
Recuerdo cuando era pequeña y habíamos vivido un tiempo así, ambas nos bajamos del coche y comenzamos a pedirle a la gente que pasaba algunas monedas para la gasolina para por lo menos volver a casa sanas y salvas. Mis compañeros del colegio al verme se reían de mí, otros me tenían lástima y me regalaban sus golosinas.
¿Un deseo? Que nadie más en este mundo sufra lo que padecí y padezco. No se lo deseo
A nadie.
-¡Liana!-se acercó mi amiga Jena al verme entrar al colegio - ¿Vas a ir mañana al campamento?- preguntó entusiasmada.
-No, sabes que no tengo dinero- aclaré cabizbaja.
-¡Pero si yo te dije! ¡Mi mamá nos paga todo a las dos! ¡Nos vamos a divertir mucho! - exclamó dándome ánimos.
-No, te lo agradezco mucho, me voy a quedar trabajando en la heladería.
-Liana, vas a venir conmigo a ese campamento ¡vamos! Siempre quisiste ir a uno y ésta Es tu oportunidad. A demás somos mejores amigas, no te preocupes por el dinero que yo de eso me encargo- sonrió golpeando mi espalda con mucha fuerza –Pero que debilucha estás. Toma, comé este chocolate, yo no lo quiero –me entregó una barra pequeña, pero especial.
-Gracias Jena, te amo- tomé rápidamente el chocolate y comencé a comerlo
-¿Cómo va todo con tu mamá?
-Terrible, ya no sé cómo levantarle el ánimo. A veces no entiendo que fue lo que hicimos para vivir todo esto, ¿pero sabes? No sé qué haría sin ti amiga. Gracias por todo, siempre estás para apoyarme en todo- sonreí con aún chocolate en mis dientes.
-Liana, Remington está allá, mirándote- me advirtió Jena con sus ojos gigantes. Yo gruñí al verlo.
-¿Qué tanto tiene que mirar? Como si le debiera algo, lo odio. Me tiene harta.
-Liana, no pienses volver a armar otra pelea que hoy estás bastante débil- dijo Jena Algo preocupada.
-Ya lo sé, pero no me importa. Haría lo que fuera por romperle la cara a ese tipo. Es odioso, nadie lo quiere- aclaré mientras lo fulminaba con la mirada.
El timbre de entrada a clases sonó.
-¡Ma! ¡Llegué!- exclamé al entrar a casa. No estaba, se había ido.
“Hija, sobre la mesa dejé algo de dinero para que comas estos días. La mamá de Jena
Vino a hablar conmigo y conseguí un buen trabajo. No vuelvo en tres días, te voy a extrañar, te doy permiso para ir al campamento con Jena, besos, te amo”.
¡No! ¿Por qué no la veré en tres días? ¿Cómo voy a saber si ella está bien, si come todos los días, si está feliz o si me necesita?
Tengo hambre.
Esa noche cené como nunca. Estaba sola, pero nadie impedía que mi sonrisa se borrara al ver comida en la mesa, mi bolso ya estaba listo para el campamento. Será una gran aventura. Voy a llevar linterna, un botiquín de primeros auxilios, repelente para insectos, agua mineral, cámara, y algo de ropa. Es lo justo y necesario. Da igual, es solo un campamento al aire libre. Y como mama me dejó plata, no la voy a pasar mal después de todo ¡Genial!
Desperté a las cinco de la mañana. Jena me esperaba en la puerta de casa con el auto de su padre. Lavé mi cara, bebí un vaso de leche, cepillé mis dientes, me cambié a una ropa fresca y cómoda y corrí hacia afuera, donde me esperaban.
-¿Lista para una gran aventura, amiga?
-¡Lista!- contesté feliz.
Ambas nos equipamos, subimos al auto y comenzamos a hablar e imaginar sobre cómo nos iría en los siguientes días. Es increíble que dos chicas de 24 años se emocionaran
por un simple y tonto campamento, pero nosotras somos así, disfrutamos todo lo que la vida nos regala. En especial yo.-¿Y tu mamá cómo anda?- pregunto mi amiga.
-Bien, supongo ¿qué trabajo le consiguió tu mama?
-¿Qué? ¿Mi mamá le consiguió un trabajo?- preguntó confundida. Al parecer no se había enterado de nada.
-Cuando ayer llegué a casa después de la escuela vi una nota que decía que se fue con tu mama a trabajar y que no volvería en tres días. Pero me dejó dinero, eso es lo bueno.
-No sabía nada de eso, que raro que no me enteré. A demás mi mama está en mi casa, no está con tu madre.
-¿Qué?- me puse a pensar. Algo no andaba bien ¿Y si me mintió? –Qué extraño ¿estás segura?- Jena asintió -¿Puedo hablar con tu madre un momento? Solo quiero preguntarle si es verdad.
-Lia, Marisa nunca habló con tu mamá en estos días…- aclaró el padre de Jena observándome por el espejo retrovisor.
-¿Y entonces? No sé qué pensar- me preocupé -¿Por qué me mentiría?
Ellos no supieron qué responderme. Intenté pensar en positivo, tal vez me dijo eso para que me pusiera feliz, o tal vez, tal vez será mejor que la llame. Maldición. No tengo crédito.
-Llámala con mi teléfono- propuso Jena.
-Gracias- tomé su teléfono celular y marqué su número -No contesta.
Suspiré. Tal vez esté ocupada, capaz que sí me mintió pero lo hizo por mi bien. Mi madre es muy sabia, sabe tomar buenas decisiones y confío en ella, solo que me hubiera gustado saber si está bien, solo eso. ¡Ya qué!, más tarde la llamaré.
Jena comenzó a bajar el pequeño equipaje luego de que su padre estacionó el coche. Yo la ayudé a acomodar algunos bolsos en el suelo. Estaba nerviosa y muy ansiosa ¡Amo
acampar! ¡Va a ser muy divertido!-¿Trajiste repelente contra insectos?- preguntó mi amiga matando brutalmente a un mosquito que estaba sobre su brazo.
-Si- contesté segura.
-Bueno, creo que será mejor que nos encontremos con el grupo- propuso Jena. Yo asentí. Por dentro deseaba que Remington, aquel estúpido y engreído no haya venido, no quiero soportarlo una semana entera, no.
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Jamás volverán (Remington Leith)
FantastiqueLiana y su madre no se encontraban bien económicamente, la comida, la felicidad y el trabajo siempre faltaba, hasta que algo terrible sucede en el mundo, rompiendo sus típicas preocupaciones por la vida cotidiana. Un nuevo virus provoca que los hum...