Al día siguiente Jena y yo despertamos a las cinco de la mañana a causa de una bocina molesta que provenía desde afuera. Era la hora de levantarse, ya lo sabíamos, Así que tomamos una ducha rápida y salimos, hoy el día estaba más soleado y hacía menos frío que ayer.
-Hola Sebastian - Jena y yo lo saludamos sonriente.
-Hola chicas- dijo aún en cuclillas, mirando a los insectos del suelo.
-¿Qué haces?- le preguntó mi amiga a Sebastian.
-Miro insectos ¡ah! ¡Miren lo que encontré atrás de mi cabaña!- exclamó mostrándonos una mariposa muerta en sus manos -¿Linda, no?- dijo observándola con deseo.
-Si- contestamos aburridas.
-¿Ya desayunaron?-pregunté hambrienta.
-No, ¿quieren ir?- preguntó levantándose del suelo. Ambas asentimos.
Mientras desayunábamos, yo ya estaba pensando cómo me iría en la limpieza de la cabaña vieja junto con Remington. No me quiero ni imaginar las peleas que vamos a provocar, pero debo mantener la calma, no quiero seguir castigada. Vine a éste campamento para divertirme y pasarla bien, no para pelear.
-Cox y Leith, pueden venir, es hora de cumplir su castigo- nuestra guía nos interrumpió el desayuno y ambos debimos obedecer. No quería mirarlo a la cara o explotaría de rabia.
-Tomen- nos entregó unos productos de limpieza junto con unas escobas –Lo quiero bien limpio para el medio día ¿está claro?- ambos asentimos cabizbajos –espero que aprendan a respetarse el uno al otro, no quiero más peleas. La profesora se retiró de allí con aún el ceño fruncido y nos dejó a ambos solos, totalmente solos.
Me hice la valiente entrando primera a aquella cabaña abandonada intentando olvidar aquella “historia” que había contado Remington la noche anterior. No quiero creer que sea verdad, esa enfermedad no existe, estoy segura, creo.Todo estaba oscuro y desordenado.
-¿Y la luz?- preguntó Remington buscándola en la pared –Ah- logró encenderla.
Las ventanas estaban rotas pero cerradas por la persiana amarillenta y gastada, la cama estaba rasguñada por algún animal salvaje, en el piso había huellas de zapatos y pies
humanos marcados por tierra seca y algunas manchas verdosas estaban en la pared y en el suelo. Me sorprendí al ver ese “verde” fluorescente.-¿Qué es eso?- pregunté inquieta.
-No querrás saber- dijo Remington barriendo el suelo.
Tragué saliva y comencé a limpiar aquellas manchas con una esponja. Es increíble que no salieran. Por más que haga fuerza y lo intente, era en vano.
-No va a salir, no sigas intentado- dijo Remington algo molesto.
-¿Y túque tanto sabes? ¿Eh?- lo miré desafiante.
-Te dije que no te gustaría saberlo- contestó levantando el polvo del suelo.
-¿Y? ¿Acaso me voy a morir por saber que porquería es esto verde pegado en la pared y en el suelo?- pregunté furiosa.
-No, pero si te asustarías- sonrió malvado.
-Pff, ¿yo asustarme?- Remington asintió.
-Sí, te asustarías al igual que aquel día en primaria ¿te acuerdas?- fruncí mi seño y le di la espalda, no quiero pelear, no otra vez.
-Mira, si quieres que te golpee, mejor guárdate tus comentarios porque la próxima no te salvas- lo amenacé con mi esponja sucia. Él solo rió. De repente, un vaso viejo y sucio calló del escritorio. Yo salté aterrada porque ninguno de los dos podría haberlo arrojado al suelo.
-¿Y eso?- pregunté asustada. Remington me observó con sus ojos grandes, se había asustado también
–Bah, habrá sido el viento -supuse intentando calmarme.
-Aaaaaah- se oyó en mi oído, un grito de auxilio y dolor.
-Remington, te dije que no molestaras, ¿no me asustas, si?- dije caminando hacia el balde de agua para remojar la esponja.
-Yo no fui, es más, también lo escuché.
-¿Qué?- me paralicé -¿Qué escuchaste?- pregunté inquieta.
-A un hombre gritar en mi oído, pidiendo auxilio- me paralicé.
-Es el viento- bufé.
-No creo- en ese instante, el balde de agua calló sobre mis pies. Un grito de terror se escapó de mí.
-¿Por qué se calló solo? ¿Qué está pasando?- pregunté asustada.
-Ya te lo dije, es un White fantasma- dijo observando hacia todos lados, intentando buscar el lugar donde se encontraba aquel ser que anteriormente era humano.
-Pero eso es mentira- dije con el corazón a mil.
-Es real, ya te lo dije.
El grito comenzó a escucharse cada vez más fuerte. Mis manos fueron directo hacia mis oídos intentando calmar mi cabeza que comenzaba a doler.
-¡Salgamos! ¡Hay que correr antes de que nos suceda algo!- Remington salió de la cabaña y comenzó a correr. Yo
lo sigo por detrás, estaba asustada y no entendía nada. Pero de lo que estoy segura es que Remington dijo la verdad. Hay fantasmas en el bosque, y no de esos que murieron, sino aquellos que fueron afectados por el virus y que se convirtieron en “Whites” a causa de una mordida en la mano.Fueron mordidos y jamás volverán.
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Jamás volverán (Remington Leith)
ParanormalLiana y su madre no se encontraban bien económicamente, la comida, la felicidad y el trabajo siempre faltaba, hasta que algo terrible sucede en el mundo, rompiendo sus típicas preocupaciones por la vida cotidiana. Un nuevo virus provoca que los hum...