¡Estoy muy feliz! Con Jena nos conseguimos una cabaña demasiado perfecta. Tiene una cama de dos plazas, junto con dos muebles demasiado lujosos a comparación de los que tengo en mi casa, que por cierto mi ropa no ocuparía nada de
lugar ahí dentro; un escritorio, dos sofás demasiado cómodos como para ser verdad, una biblioteca y un refrigerador con algunas bebidas energizantes. Lo justo y lo necesario
como para sobrevivir siete días fuera de la ciudad y de todo lo que nos rodea en nuestra vida diaria.Cuando ambas logramos terminar de acomodar nuestras cosas, fuimos directo hacia el comedor para almorzar, habíamos llegado tarde.
-¡Señoritas! ¡Sírvanse la comida antes de que se termine!- exclamó la cocinera entregándonos unos platos. Yo asentí y coloqué allí dos hamburguesas con aderezo y una porción de papas fritas. Amo la comida chatarra.
Voces, risas y gritos se oían en toda la sala. Todos nuestros compañeros de curso estaban allí, en especial Remington, quien me observaba con una sonrisa malvada. Estoy segura que algo tramaba, algo estaba planeando para arruinarme el día, lo sé.
Jena y yo nos sentamos en una mesa totalmente apartada de los demás. No es que odiemos a todos, pero nos gusta la soledad, nos gusta tener nuestro propio mundo lejos de todas las personas .
-Iugh, ¿qué te pasó en el pelo?- preguntó observando mi cabeza con una expresión de desprecio. Yo me detuve y la miré indiferente ¿tanto le importaba que mi cabello esté algo despeinado?
-Nada, es así a lo natural- contesté con aún aderezo de tomate en mis labios. Ella bufó y se dirigió hacia su mesa, junto con sus amigos. Remington me observa desde su asiento y ríe. De seguro algún chiste de humor negro habrá dicho sobre mí, lo sé.
-Qué estúpida, ¡como si ella tuviera el pelo más hermoso del mundo! -gruñó Jena.
-Ya Jen, no tienes que decir nada para hacerme sentir mejor,sabes que no me importa lo que opinen los demás, ya te lo dije, amo mi cabello de esta forma, se ve sexy- ambas reímos
-Ay lia, ojalá fuera como tú, así de despreocupada ¡Mírate! cualquier
cosa que uses encima te queda perfecta. usas.- halagó orgullosa.-Bueno, tampoco es para tanto Jen, pero gracias- sonrió.
-Hola chicas- Sebastián se acercó hacia nosotras y se sentó a mi lado con una gran sonrisa.
-Hola Sebastia- lo saludamos al unísono.
-¡Qué bueno que viniste Lia! Creí que no vendrías - dijo Sebastian bebiendo su jugo de naranja.
-Sí, lo que pasa es que mamá consiguió un nuevo trabajo y pudo pagarme el campamento- aclaré feliz.
-Genial, me alegro por ella ¿vendrán hoy a la fogata de terror?- preguntó entusiasmado.
-Claro, Liana y yo amamos todo lo que tenga que ver con el terror. A demás no nos podríamos perder algo como la fogata, ¿o no Lia?- preguntó mi amiga mientras masticaba su hamburguesa. Yo asentí algo atragantada. Bebí un poco de coca cola y decidí hablar.
-Así es. Ella y yo tenemos muchas historias preparadas para contar, va a ser genial.
Luego de almorzar, cada quien levantaba sus cubiertos y los llevaba a la cocina para que la cocinera se encargara de lavarlos. Nuestra guía-profesora o como quieran decirle, nos reunió a todos en dos filas. Una de mujeres y otra de hombres. Esto ya se parece a la primaria, ¿no podemos caminar de la forma que más nos guste?. Ella nos mostraba cada lugar del bosque, nos explicaba algunas técnicas de reciclaje, de cómo cuidar el ambiente y algunos pasos en caso de una emergencia. Mi mirada se concentró en una pequeña y hermosa ardilla que estaba sobre un árbol viejo y seco. Miré hacia los costados y como nadie estaba observándome, me acerqué hacia ella, al verla correr, comencé a perseguirla. Siempre quise tocar una ardilla, son demasiado hermosas, lentamente, me alejé del grupo sin importancia, yo no soy de perderme, mi sentido de la orientación es muy bueno. Así que no miré hacia atrás y al detenerme frente a una cabaña vieja y extraña, sentí un frío aterrador recorrer mi cuerpo.
Me detuve por completo, sentía que me congelaba no estaba asustada, pero algo andaba mal. La ardilla corrió y entró a la cabaña por un agujero que al parecer se había hecho con el tiempo en la madera vieja ¿qué hago ahora, me atrevo a entrar? Creo que mejor será volver, me van a regañar si me ven por acá.De repente, logré captar un sonido que erizó mi piel. Alguien a parte de la ardilla estaba dentro de la cabaña. Será mejor salir corriendo antes de que alguien me mate de un tiro, de seguro será un hombre cascarrabias dueño del lugar que si me ve sola, me viola o directamente me mata, no me quiero arriesgar a nada.
Mis pies aceleraron el paso.
-¡Liana!- exclamó Sebastian a lo lejos -¡Ven! ¡No te alejes!- hizo señas con su mano. Yo le correspondí y asentí. Antes de seguir mi camino hacia adelante, decidi voltear y mirar por
última vez a la cabaña, me paralicé. Mis ojos se nublaron al ver algo realmente aterrador y extraño.Era un rostro, un rostro flotando en el aire pálido, grisáceo y triste. Estaba observándome desde allí, con sus ojos blancos y caídos. Su boca se movía queriendo decir algunas palabras que al parecer eran de auxilio ¿pero qué carajo era eso? ¡No tiene cuerpo! ¡Es
una cara en el aire!¡Corre Liana, corre! Me dije a mí misma. Otra ardilla pasó a mi lado, pero ésta vez no sería tan tonta en detenerme y perseguirla. Un fantasma estaba detrás de mí y solo quiero volver al grupo con todos mis compañeros de la escuela. Me asusté mucho, lo admito ¿habré visto bien o solo aluciné?
-Liana, Sebastian y yo te buscábamos por todos lados, creímos que te habías perdido- dijo Jena tomándome del brazo. Yo solo seguía observando hacia atrás, para ver si lograba
encontrar aquel rostro triste que tanto me aterró. Era un hombre, un fantasma hombre, lo sé.-¿Estás bien?- preguntó Sebastian preocupado por mi rostro pálido.
-Sí- mentí.
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Jamás volverán (Remington Leith)
ParanormalLiana y su madre no se encontraban bien económicamente, la comida, la felicidad y el trabajo siempre faltaba, hasta que algo terrible sucede en el mundo, rompiendo sus típicas preocupaciones por la vida cotidiana. Un nuevo virus provoca que los hum...