Final

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Sebastian, Remington y yo corríamos intentando huir. Nuevos rostros y gritos se escuchabana nuestro alrededor. Pude ver a Monica, Andy y a la señorita Cool convertidos en fantasmas. Susrostros eran pálidos, sus ojos emblanquecidos y sus rostros pedían auxilio.

-¡Ayuda!- gritaban a mi oído.

-¡Tápense los oídos y corran!- exclamó Remington acelerando el paso. Ambos le hicimos caso. Yo estaba aterrada, no dejaba de llorar y mirar hacia los dos costados, como los fantasmas de algunas personas conocidas y desconocidas nos perseguían en la oscuridad.

-¡Allá hay un automóvil!- exclamó Sebastian esperanzado.

Remington abrió la puerta del conductor y los tres nos montamos en él. Escaparíamos de éste lugar, nos iríamos lejos intentando escapar del virus, con la esperanza de volver a casa como si nada hubiese pasado. Sebastian me abrazó fuertemente mientras yo lloraba en su pecho. No puedo creer que dejamos a Jena ahí, en el suelo, mordida por un white, lista para cumplir su destino de convertirse en un fantasma de por vida. Remington logró encender el motor del auto. Los whites estaban a nuestro alrededor, gritando, pidiendo auxilio y sacudiendo el coche como si hubiese un temblor. Una tormenta había llegado rápidamente y comenzó a llover mientras nos alejábamos del campamento con apenas dos armas y una linterna. No teníamos nada, solamente nuestras vidas sanas.

-¿Y ahora? ¿Qué hacemos?- preguntó Sebastian totalmente destruido por lo ocurrido.

-No sé- respondió Remington. Él tampoco se encontraba bien.

-Vayamos a mi casa, quiero volver a ver a mi madre- dije sollozando.

Remington comenzó a conducir hacia la ciudad, donde tenía un aspecto bastante extraño. Las calles estaban vacías, los animales lloraban a la luna, algunos autos estaban chocados y la neblina predominaba en el ambiente.  Pensar que el virus haya infectado a todo el mundo me partía el alma. Perdí a mi mejor amiga, mi sueño se rompió, todos mis compañeros de la escuela fueron convertidos en esas cosas. Y sin embargo, lo único que quiero hacer es llegar a casa y abrazar a mamá. Decirle cuánto la amo y saber que está bien, que ella está en casa sana y salva.

-¿Mamá?- pregunté al entrar a casa.

Remington y Sebastian caminaban detrás de mí. Subí las escaleras, revisé su cuarto y el mío pero no había señales de ella. Fui hacia el baño, luego a la cocina y allí había una nota. 

"Liana, hija mía, lamento que esto haya pasado. Lo único que quería era conseguir trabajo pero terminé haciendo las cosas mal. Me enfermé, lo siento mucho. Quiero que seas fuerte, porque a pesar de que ya no pueda estar en cuerpo contigo voy a estar de espíritu y alma amándote toda la vida. No tendría que haberte dejado ir al campamento pero era tu sueño o enterarte de esto. Hice mal, lo sé, no tendría que haberte dejado ir, tendría que habértelo advertido antes. Pero las palabras no me salen perfectamente siendo solamente un fantasma. Lo único que puedo decirte ahora es que no estés mal, siempre voy a estar contigo pase lo que pase, jamás te volverá a faltar la comida, la ropa o el agua, te amo demasiado, perdón por haberme enfermado de este virus".

Aquel papel blanco y arrugado callo al suelo junto con miles de lágrimas de mis ojos. Frente a mis ojos apareció el rostro de ella, con su mirada fría y triste, pronunciando algunas palabras de auxilio que no entendía, que no lograba descifrar. Mi madre había sido mordida también, junto con la mayoría de las personas en esta ciudad.  Es increíble como una enfermedad puede arruinarte la vida, las ilusiones, los sueños y sobre todo la familia. Haber perdido a las dos personas que más amo en este mundo me hace creer que ya nada tiene sentido, que vivir de esta forma, sola y aterrada no sirve. ¿Qué voy a hacer sin ellas? ¿Por qué me tocó vivir todo esto a mí? Sebastian me abraza nuevamente. Remington se acerca a mí e intenta consolarme, pero nada ni nadie podía curar el dolor que sentía en aquel momento. En ese instante, siento un gran ardor en mi mano. Sebastian me había mordido.

-¡No!- exclamó Remington.

-¡AAAAHHH!- grité de dolor al ver mi mano despedir un líquido verde. En ese momento, mi mente comenzó a dar vueltas, a revivir todos los momentos tristes y felices de mi vida. Comencé a reflexionar y a pensar todo en tan solo un minuto . Lo único que escuchaba era a mi corazón latir rápidamente, mi mano se tornó a un color amarillento, no puedo creer, que ahora me haya enfermado yo.

-¡Liana!- exclamó Jena sacudiendome. Rápidamente me levanté del banco y caí al suelo. Todos al verme rieron.

-Chicos, no se rían- dijo la profesora de biología guardando sus cosas.

-¿Qué pasó?- pregunté tomando la mano de Jena para levantarme del suelo.

-Te quedaste dormida toda la clase tonta- rió Jena.- Suspiré aliviada.

-No sabés Jena, tuve el sueño más loco de todos- dije

-¿Soñaste con whites?- preguntó una voz detrás de mí. Ambas volteamos. Era Remington, quien sonreía bastante amistoso.

Fin. 

Jamás volverán (Remington Leith)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora