Capitulo 3

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Decidí olvidar aquel encuentro con un ser supuestamente "paranormal". Tal vez todo esto de tener hambre y comer en exceso de un día para el otro me hizo mal.

Liana, no pienses más en eso, no por favor.

-Bueno chicos, creo que vamos a tomar un descaso por acá, pueden sentarse, ahora les reparto las bebidas- nuestra guía agarró una caja bastante grande y comenzó a entregarnos botellas de agua.

-Amo este lugar, es demasiado hermoso- musitó Jena con una gran sonrisa. Yo asentí algo fría.

-Sí, a demás puedo usar todos los insectos muertos y vivos para mis experimentos- acotó Sebastian colocando una araña en su mano.

- Sebastian, esa araña es venenosa- aclaré. Sebastian saltó del suelo y sacudió su mano desesperadamente. Jena y yo reímos.

-¡Ah! ¡Ah! ¡Creo que me picó!- exclamó adolorido.

-Genial, ahora te convertirás en el hombre araña- dije entre risas. Jena y yo estallamos a carcajadas.

-No se rían- gruñó, luego nos fulminó con la mirada mientras intentaba calmar el dolor de su mano.

-No seas tonto, no era venenosa, sino en este momento estarías muerto, o eso creo- dije secando mis lágrimas de risa que caían de mis ojos. Sebastian me miró molesto y me sacó la lengua.

-De todos modos, ya lo sabía- se cruzó de brazos queriendo parecer relajado.

-Miren, miren, los nerds del salón- Remington se acercó. Jena y yo lo miramos de mala forma. No nos agradaba su visita en nuestro grupo -¿Qué hacen los fracasados del salón? ¿Se están divirtiendo?

-Sí, pero nos arruinaste toda la diversión Leith, tu presencia nos molesta- dije con el seño fruncido. Mi sangre hervía, odio a este tipo, no entiendo a qué vino. Sebastian se encontraba observando el momento, no quería provocar pelea, es demasiado cobarde para enfrentarse con Remington. Él es un flacucho debilucho y Remington bueno, Remington es capaz de romper un ladrillo con su brazo.

-Querido, nos molesta tu presencia así que, te puedes largar- dije espantándolo con mis manos. Remington rió y luego me empujó provocando que cayera al suelo. Mi cabeza se golpeó contra una roca y mi brazo derecho se llenó de espinas que penetraron mi piel de una manera dolorosa.

Listo, ya me cansé.

Me levanté rápidamente. Todos voltearon a verme. Algunos reían y otros miraban atentamente esperando a que haga algo. Remington reía, Jena y Sebastian se acercaron a ayudarme.

-Que debilucha eres, Liana Cox- dijo ahogado entre risas.

-¡¿Qué está pasando acá?!- nuestra guía se acerca rápidamente algo molesta por lo que acaba de suceder. Yo de inmediato me abalancé sobre Remington por lo cual ambos caímos al suelo y comencé a golpearlo con todas mis fuerzas. Éste chico me tiene cansada, siempre saca lo peor de mí desde que tengo diez años. Antes podía tirarme abajo. Pero ya no, ahora sé defenderme y no voy a dejar que me pase por encima.

-¡Liana!- Sebastian intentaba separarme de él pero recibió un golpe mío en su cara haciendo que retrocediera unos cuantos pasos cubriéndose el rostro con sus manos.

-¡Cox, para!- la guía intentaba separarme de Remington pero yo aún le pegaba con todas mis fuerzas. Él me devolvía algunos golpes pero logré bloquearle los brazos y piernas.

-¡Basta Liana!- Jena me sostuvo fuertemente del brazo y logró hacer que me tranquilizara. Miré a mi alrededor y me sorprendí. Todos habían formado una ronda para mirar la pelea. Jena me levantó rápidamente y me aparto de Remington que por cierto tenía un moretón en su ojo izquierdo.

-¡Señorita Cox! ¿Qué es todo esto? Acompáñeme y usted también Joven Leith - nuestra guía nos tomó de los brazos fuertemente y comenzó a llevarnos muy furiosa hacia la cabaña principal. Remington me fulminaba con la mirada, me había metido en un grave problema, lo sé. Pero al menos me había desahogado con él, de eso no me arrepiento.

-Profesora Smith, Remington fue quien empezó. Él me empujó- expliqué con ira.

-¡Pero ella me pegó!- se defendió. Ja, que buen pretexto.

-Leith, yo vi que usted empujó a su compañera sin razón. Y Cox, no tenía por qué reaccionar de esa manera. Para eso estoy yo, me hubiera avisado de lo que estaba sucediendo. Ahora por eso los dos están castigados.

-¿Qué?- dijimos al unísono.

-Irán a limpiar la cabaña del fondo mañana en la mañana ¡No quiero "peros" ni nada por el estilo! Ahora mismo vuelvan con sus compañeros- espetó enojada. Ambos asentimos cabizbajos y caminamos lentamente hacia el grupo.

Yo no levantaba mi mirada, no quería verlo o volvería a golpearlo, lo sé.

-¿Estás bien?- preguntó Jena preocupada.

-Si- asentí -Perdón Sebastian, no quise golpearte- me disculpé con él al verlo que todavía se sostenía su nariz con mucho dolor.

-No pasa nada- sonrió -pegas fuerte, genial- rió.

-Muy bien chicos- musitó nuestra guía acomodando su uniforme -¿Quién quiere escalar árboles?- en ese instante todos exclamaban: "¡Yo!"

-Ey, ¿te regañaron mucho?- preguntó Jena.

-Sí, Remington y yo tendremos que limpiar la cabaña esa que está por allá atrás, mañana en la mañana- dije molesta.En ese momento, me acordé de mi mamá. Creo que será mejor llamarla, la extraño mucho y quiero saber cómo está y cómo le va con su nuevo trabajo.

-Voy a llamar a mi mama- dije decidida.

-¿No hablaste con ella todavía?- preguntó Sebastian sorprendido.

-No, todavía no. Antes de ayer cuando volví del colegio ya no estaba. Me dejó una nota sobre que consiguió ese nuevo trabajo y nada más, espero que ahora me atienda.
Marqué su número y por suerte comenzó a marcar, había señal. Genial.

-¿Y?-preguntó mi amiga.

-Nada, me atiende el contestador. Tal vez no se llevó el teléfono o solo está muy ocupada intenté parecer relajada cuando en realidad, me estaba preocupando por ella. Siempre tiene aunque sea un minuto para mí, y mucho más ahora, que sabe que estamos lejos y que la extraño, no puede ser que no me conteste. ¿Comerá? ¿Estará pasando hambre?
¿Estará bien? ¿Me extrañará?

-¿Y tú papa?- preguntó Sebastian - ¿Sabe que estás en el campamento?

-A papa no le importa- aclaré pateando una piedra y luego suspiré.

Cuando todos habían llegado al fin a un lugar para escalar árboles, Sebastian, Jena y yo comimos chocolate mientras todos estaban preparándose ansiosos para subirse sobre madera aún no materializada.

-¿No vas a escalar?- Jenna le preguntó a Sebastian. Él negó con su cabeza mientras limpiaba su boca marrón con su camisa.

-No gracias, no me quiero romper un hueso- él siempre le escapa a los deportes, no le gusta pelear, ni correr, ni hacer nada. Lo único que hace bien es saber sobre tecnología, insectos y monstruos paranormales. Es raro, como nosotras.

-Ya no puedo esperar, quiero que la fogata sea ya- dije entusiasmada.

-Será genial, todos contarán historias de terror- acotó Jena.

Jamás volverán (Remington Leith)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora