Capitulo 8

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Comencé a caminar lentamente hacia el escritorio, en medio de la oscuridad. La ventana a mi derecha lo único que alumbraba era el aquel mueble, todo lo demás estaba negro y silencioso. Estiré mi brazo para ahorrar pasos y tomé la linterna.

-En el cajón de la derecha está el arma- susurró Remington nervioso.

Rápidamente con mis manos temblorosas abrí todos los cajones que se encontraban a mivista y revolví todo lo que había allí dentro. Un grito aterrador provocó que me estremeciera y volteara del susto.

-¡Un white!- exclamó Remington observando hacia afuera.

-¡Ah!- un grito femenino se escuchó por todo el bosque. Tomé la linterna y comencé a correr hacia Remington, pero alguien me detuvo por detrás, impidiendo que siguiera corriendo. Toqué las manos que sostenían mi cuello y no eran normales, un líquido verdoso es lo que había tocado, era realmente asqueroso.

-Perdón, tengo que morderte- dijo una voz masculina a mi oído. No podía ver su rostro, no podía reconocerlo, pero de lo que más estaba segura era que el que me había atrapado era un white, listo para morderme. De inmediato escondi mis manos sobre mis bolsillos. El white que aún no me dejaba en libertad ya que buscaba mis manos desesperadamente. Mi primera reacción fue una buena patada en la entre pierna y este cayó al suelo. Sin pensar ni un segundo más, buscque rápidamente el arma para poder defenderme pero el white se abalanzó hacia mí, provocando que ambos cayéramos al suelo. Una lucha entre golpes y bofetadas hacía que me debilitara. Mis manos estaban al descubierto. Se oyo un disparo a tan solo centímetros de mi cabeza. El chico que estaba sobre mí dejó de luchar y cayó muerto a un costado. Un grito de terror salió de mí, jamás creí que pudiera vivir algo como esto.

-Liana, ¿te mordió?- preguntó Sebastian levantándome del suelo. ¡Cuánto me alegra que me haya salvado!

-No, estoy bien, gracias- lo abrazo fuertemente como si no hubiera un mañana -¿Qué fueron los gritos de afuera? ¿Jena está bien? - la cara de Sebastian no era buena, algo andaba mal, y creo que Jena no estaba del todo bien. Sin dudarlo, Sebastian toma mi mano y corremos hacia afuera. Clarise y Jena estaban en el suelo y Remington tenía un arma en su mano.

-¡¡Jena!!- corrí hacia ella.

-¡No!- me detuvo Remington –Clarise la mordió- en ese momento lo único que podía hacer erallorar y gritar. Había perdido a mi mejor amiga, a mi hermana. Sebastian me abrazó fuertemente y me apartó de allí.

-¿Por qué no la salvaste a ella en vez de a mí?- lo empujé brutalmente.

-Perdón Liana, no sabía que Clarise ya estaba mordida, ella nos engañó todo este tiempo para que no la matáramos- dijo Sebastian con lágrimas en los ojos.

-No hay tiempo, hay que huir. Jena se está por convertir- Remignton se acercó corriendo hacia nosotros.

-¿Y Clarise?- preguntó Sebastian.

-Le disparé, no tuve opción- Remignton me miró con su rostro serio y seco y nota que estuvo  llorando. Sebastian tomó mi mano y secó un par de lágrimas de mis mejillas. Los tres comenzamos a correr, intentando escapar de aquella enfermedad mortal, intentando olvidar a todos, desde nuestra guía del campamento hasta Jena, nuestra amiga. Éramos los únicos sobrevivientes en el bosque. Lo único que nos quedaba por hacer era sobrevivir e irnos lejos, con la esperanza de que todos se conviertan en fantasmas rápidamente y no muerdan nunca más a nadie.

Jamás volverán (Remington Leith)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora