Tres años después
La luna iluminaba toda la habitación y se oía el choque de las ramas del manzano contra la casa, sin embargo más que darme miedo, me brindaba una paz que no obtenía siempre. Suspire pesadamente y me encamine para prepararme una taza de té, después de todo aún me quedaba mucho que estudiar.
Vertí lentamente el agua hervida en la taza, era estúpido pero creía que si yo ralentizaba mis movimientos, el mundo también estaría en cámara lenta. Pero unos brazos me trajeron de vuelta a la realidad, aquella donde el mundo avanzaba sin detenerse.
—¿En qué piensas?—me dio un sonoro beso en la mejilla—¿me extrañaste?
—En nada y en todo al mismo tiempo—solté una risa y me gire para verlo—y no, no te extrañe.
—Que mentirosa—me apretó la nariz con suavidad—la Violeta me dijo que eras un alma en pena sin mi.
—Te mintió—lo empuje—oye, ¿quieres café?
—No, quiero mi beso—estiró sus labios, lo mire burlona—yapo amor, si me fui dos largos días.
—Tu lo has dicho, dos—le saque la lengua, se cruzó de brazos y suspiró, entonces deje mi peso en la punta de mis pies para alcanzar su boca y darle un beso.
—Veo que me extrañaste—movió las cejas.
—Mucho en realidad—sonreí y lo abrace.
—Oye, ¿todo bien?—pregunto preocupado, mordí mi labio cuando las lágrimas amenazaban en salir, de pronto el nudo en la garganta me impedía responder—¿Dani? oye, no llores—tomo mi cara con sus manos y seco mis lagrimas—La Violeta igual me contó lo de tu mamá.
—Yo...quería esperarte pero...—baje la mirada sin poder hacer contacto visual con él.
—Lo sé, amor—me hizo cariño en la mejilla—¿reacciono muy mal?
—Más o menos—deje salir el aire—me dijo que me felicitaba por salir antes con el "título" sarcásticamente y que se decepciono de mi.
—¿Quieres que hable con ella?
—No, no quiero—lo abrace de nuevo—solo necesitamos tenerte cerca.
—Ya estoy acá—beso mi cabello—ahora, a descansar.
—Tengo que estudiar—hice un puchero—pero anda no más.
—Te haré compañía, ¿necesitas que te haga preguntas de algún contenido?—pregunto, ¿alguien me explica por qué es tan lindo?
—No, estoy bien—sonreí y le di un beso en la mejilla.
—Oye—tomo mi brazo—se que somos jóvenes aún y que probablemente debimos esperar ser un poco más maduros para dar este paso, pero no me arrepiento, no si es contigo, no si estamos juntos.
—¿Crees que seremos buenos padres?—pregunte y me sorprendí de lo despacio que sonó mi pregunta.
—No te puedo asegurar eso, pero aprenderemos y le daremos todo el amor del mundo a la guaguita—llevó sus manos a mi vientre, aún no era visible el cambio pero ambos sabíamos que estaba ahí.
—Gracias Diego—sonreí tranquila por su respuesta—seamos la mejor versión de nosotres.
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—Diego...¡Diego!—grite enojada, últimamente mi humor era el peor.
—Aquí estoy—dijo corriendo—perdona, no encontraba mis cosas.