En lo que parecía ser su último respiro antes de partir a la tierra prometida, All Might, el héroe número uno, otorga su quirk al primer estudiante de preparatoria que se le cruza por enfrente, sin saber que su heredero no tiene el mínimo interés en...
DESDE TIEMPOS INMEMORABLES, LOS SERES HUMANOS HAN DEFINIDO SU EFÍMERA EXISTENCIA CON CUATRO SIMPLES PALABRAS, anunciándolas en películas dramáticas o grabándola en cientos de libros con una caligrafía que roza lo impecable: La vida es bella. Si alguien fallecía repentinamente, los familiares guardaban luto dos semanas y continuaban como si nada hubiera pasado. Si alguien caía enfermo, sonreían, admirando las pequeñas cosas que parecían ser las más importantes. Si alguien no podía cumplir sus anhelos por culpa de las adversidades, tragaba su orgullo y acepta de mala manera las migajas que Dios le tenía preparadas.
¿Eso significa que hay un poco de preciosidad en la crueldad que reciben todos los días? ¿O es que las personas, atosigadas por los tragos amargos que ofrecen las tragedias y fastidiados por la sobrecarga de promesas, han decidido cruzar la delicada línea hacia el masoquismo?
Tras olvidar el verdadero significado de la frase, Midoriya Izuku volvió al lugar donde todo comenzó en busca de respuestas, consuelo o esforzándose por calmar el sentimiento de culpabilidad a través de lágrimas. Cuando lo miras bromeando en clase, liderando el equipo de básquetbol o tratando de conseguir una cita con Katsuki no creerías la cantidad de tristeza que rompe su corazón. Él tuvo una infancia feliz. Fue deseado y amado por sus padres, pero también fue odiado por la vida. Y ahora está obligado a cumplir un destino que no le corresponde.
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