Diez: Esperanza...

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Escuchó la puerta del cuarto de su hijo ser abierta y salió de la cocina. Tal vez al fin podría conseguir alguna explicación del menor, pues no sabía descifrar si el chico estaba emocionado o sólo tenía prisa por encerrarse, esperaba que fuera la primera.

Se limpiaba las manos con un trapo mientras caminaba directo a las escaleras, pero el pelimorado bajó antes mientras se ponía torpemente un suéter.

- Bonnie, ya está el-

- ¡No voy a comer!- Corrió a una mesita que estaba a lado de la entrada y agarró sus llaves- ¡Tengo que hacer una misión!

- ¿Misión?- Preguntó confundida- ¿Qué misión?

- E-eh- Se detuvo antes de abrir la puerta principal. Pensó en cómo llamarlo y miró a su madre sonriendo decidido- ¡La misión "salvar a mi maestro"!- Alzó el puño y abrió- Me quedaré en casa de Fox, ¡Hasta mañana, mamá!- Y se fue dejando anonadada a la mayor.

- ... Al menos volvió a sonreír- Se calmó un poco tras ver la iniciativa de su pequeño que desde hace un tiempo no había mostrado señales de alegría, mucho menos cuando acabaron las clases.

Le daba paz que Bonnie estuviera feliz, sobretodo en esas fechas, así tal vez sus amigos y él pasarían una navidad decente como la del año anterior, pero por otro lado, sabía bien quién era ese "maestro", tal vez no lo había visto en persona, pero ya había oído de él desde hace más de un año, su hijo ADORABA a ese chico, y cuando desapareció, éste cambió drásticamente. Pasó del eufórico y único Bonnie a aquel joven antisocial que pasaba sus días solo en la calle o su cuarto.

Ya volviendo al tema, que quiera "salvar" a ese chico no le daba la certeza de que lo lograría ¿Y por qué lo dejaba ir entonces? Pues porque tal vez las cosas no resulten tan tristes como solía ser la realidad, y si no era así al menos podría aprender algo el inexperto adolescente: Los sueños no siempre se cumplen.

[...]

Cuando llegó a casa del pelirrojo después de diez minutos, tocó la puerta como desesperado, (no había timbre) eran las 4:17 y no quería perder más tiempo, si se iban de una vez, llegaría máximo a las 9, y quería YA ver a Bon, estaba muy ansioso.

- ¡Maldita sea! ¡CÁLLATE!- Abrió muy molesto el alto sujeto, mas se sorprendió al ver quién había sido el responsable de interrumpir su siesta rutinaria de las cuatro- ¿Bonnie?- No veía al mencionado desde que iniciaron las vacaciones y él junto a sus demás amigos habían estado tratando quedar para salidas grupales, pero él pelimorado siempre se negaba, reduciendo las oportunidades de verlo.

- ¡Necesito tu ayuda! ¡Hay que ir aquí en auto! ¡AHORA MISMO!- Le pegó su celular a la cara para mostrar toda la ruta que estaba en la pantalla. Foxy negó de inmediato y le dio un zape al más bajo.

- ¡Explícate primero, tonto! No te entiendo nada- La mirada insistente de Bonnie se dio a mostrar y lo agarró de los brazos con súplica.

- ¡Por favor, Foxy! Juro que te lo explicaré en el camino, ¡Pero es urgente!

El nombrado miró al interior de su casa. Meg no estaba y le había encargado los platos desde la mañana, y como era de esperarse no hizo nada. Pero viendo así a su amigo... Él nunca decía que algo era importante así porque sí, por lo que debía confiar en él, aunque admitía que tratándose de Bonnie, le daba algo de miedo.

Suspiró resignado- Bien, le pediremos a Don Toño su a-

- ¡Vamos!- Lo jaló de golpe de la mano hacia afuera.

- ¡Espera, idiota! ¡Mis llaves!

[...]

- Joder, ¡Qué hambre!- Se tocó el estómago justo cuando iniciaron el viaje. Aquel hombre fue comprensivo al prestarles el auto, sólo bastó con prometerle que se lo devolverían mañana a primera hora y sin ningún rasguño, después de todo, ambos jóvenes ya casi tenían la mayoría de edad, y confiaba en Foxy, pues fue el mayor quien le enseñó a conducir.

Te Perdí... [Bon×Bonnie] [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora