VII. Caricias a la luna

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—Yoongi, soy Seokjin

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—Yoongi, soy Seokjin...¿Podrías abrir?— Seokjin tocó tres veces la madera pero nadie respondió, por lo que decidió abrir el mismo.

Al entrar en el cuarto, no divisó al menor por ninguna parte pero si pudo escuchar el sonido del agua correr del otro lado de la puerta que supuso que era el baño.

Su cama estaba desecha pero tenía ropa del menor sobre esta, una camisa de algodón blanca, unos pantalones marrones y un collar de hilo marrón.
La puerta de el cuarto de baño se encontraba entre abierta y podía escuchar al menor tararear una melodía que recordaba haber escuchado en la cena.

Hacía días que no lo veía, la llegada de la princesa lo mantenía ocupado y había sido imposible hacerse un lugar para ver al menor.

Al asomarse al baño, pudo ver al pelinegro ya enrrollando una toalla en su cuerpo sobre sus hombros, tenía su pelito goteando y algunas gotitas caían sobre sus piernas.

—Buenas noches.— Apresó en sus brazos al menor por la espalda y este provocó al menor un pequeño espanto.

—Su alte- Seokjin hyung...— El pelinegro volteó y miro al mayor.

—¿Que esta haciendo aquí? Hoseok me dijo que llego su prometida hace unos días, debería de estar con ella.— Yoongi hablaba con su puchero más remarcado de lo normal y esto enterneció al mayor.

—Es verdad y la verdad que no estoy nada feliz con su llegada. Y no, si no quiero estar cerca de ella todo el tiempo entonces no lo estaré, tan solo es un matrimonio arreglado.— El castaño acarició las mejillas del pelinegro mientras lo mantenía cerca de su pecho.

—Pero, Seokjin...¿Porqué esta tan esmerado en estar a mi lado? ¿Porqué tan de repente?— Yoongi acarició la quijada del mayor con sus suaves y pálidas manos y este se arrimó al toque.

—No es nada reciente lo que siento por ti, Min. Desde que somos pequeños hay algo que siempre me hizo fijarme en ti, y en la adolescencia me di cuenta que quizás había empezado a gustar de ti.—Seokjin pausó.—Me costó aceptarlo, además de que no te conocía para nada, tan solo sabía que eras hijo del pintor Min. Pero si, hace tiempo que se que Min Yoongi quizás había robado mi corazón.—

Yoongi estaba rojo como un tomate.

Todavía con la toalla blanca rodeando desde su cabeza hasta sus rodillas, beso los labios del mayor poniéndose de puntitas. Seokjin sonrió entre besos al respecto, Yoongi lograba ser adorable sin esfuerzo alguno.

Tomo el principio de la toalla blanca del pelinegro para bajarla hasta la cintura de este, acerco el cuerpo del menor y profundizó el beso. Beso su clavícula y Yoongi enredo sus brazos en el cuello del mayor. Seokjin tomo al pelinegro por la cintura haciendo que este enredara sus piernas en las caderas de este. Mientras continuaban con el beso, Seokjin camino con apuro hacía la cama.

Recostó suavemente el cuerpo de Yoongi sobre el colchón como si este fuera a romperse, la luz de la luna acariciaba suavemente las facciones del pelinegro y su cuerpo desnudo, quizás, había sido la mejor obra de arte que Seokjin haya visto alguna vez. Se quito sus prendas hasta quedar en ropa interior, lentamente se acercó hasta Yoongi el cual lo miraba con su mirada oscurecida y sus mejillas ruborizadas. Acaricio desde su espalda hasta su cadera y beso el pecho de pelinegro, repartiendo besos húmedos.

Yoongi tomo la barbilla del mayor y apreso sus labios entre los suyos, los dos se enredaron en caricias y suspiros mientras la luna alumbraba la habitación desde la ventana.

—Yoongi, si quieres parar tan solo dímelo.— Tomó las piernas del menor suavemente, deslizando sus uñas sobre su piel.

Yoongi negó.

—Seokjin, te necesito, no te atrevas a parar.—Acarició el torso del mayor y Seokjin continuó.

Acarició al menor, haciéndolo sentirse rápidamente desesperado. Las manos hábiles del mayor en su zona inexperta mientras el pálido se removía en las sábanas en jadeos calientes.

—Tranquilo, relájate.— Acercó su rostro hacía el hombro del menor y lo besó lentamente, haciendo que este se concentrara tan sólo en el beso, así fue como finalmente y a paso lento, se unieron.

Yoongi abrió su boca a punto de soltar un fuerte gemido pero Seokjin fue más veloz, posando una de sus manos sobre su ésta. Sentía tocar ese cielo estrellado que se veía por la ventana, sentía que acariciaban cada parte de su cuerpo y el placer lo recorría por todas sus venas.

Yoongi quería gritarle al mundo fuera de aquella habitación, lo bien que la estaba pasando y que el príncipe tan solo podía tocarlo a él. Quería sentir esa felicidad toda su maldita y desgraciada vida.

A penas el castaño descubrió su boca, el menor aprovechó a sacar su placer verbal. Seokjin sonrió ante lo travieso que había sido, sabiendo que alguien podría escuchar, aun así no le importo.

—Más rá-rápido~— Seokjin volteó a Yoongi y miró su blanca espalda.

Realmente amaba cada parte del pelinegro.

Yoongi tomo las sábanas sobre sus dedos y entre abrió sus labios para dejar salir sonoros suspiros pesados entrecortados por culpa del mayor.

Los dos estaban llegando a su punto final.

Yoongi volteó para besar a Seokjin mientras este subía velozmente sus ritmo y sus besos sonorizaban en toda la habitación. Yoongi soltó un gemido ahogado al igual que Seokjin al llegar juntos al final.

Los dos se recostaron y refugiaron en las blancas sábanas del menor, Yoongi tirando la ropa que en otras circunstancias se abría puesto si el príncipe no hubiera llegado. Seokjin tomó al menor entre sus brazos y le dió un último beso, antes de enredar sus piernas y caer los dos en los brazos de Morfeo.

Olvidando que la puerta habría quedado sin traba.

Olvidando que la puerta habría quedado sin traba

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ups

abrazos virtuales 💜

Óleo para el principe |  jinsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora