Prensa Libre (Parte 2)

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Luego de unos 40 minutos, Doppler y Carmen se dirigieron hacia un restaurante típico a un par de cuadras de la oficina del periódico. Luego de pedir dos almuerzos sencillos, Doppler decidió conocer un poco más sobre su compañera temporal.

- ¿De dónde es usted? – preguntó Doppler

- Soy de un pequeño pueblo llamado Guaduas. Es un poco lejos de Bogotá – dijo Carmen

- ¿Lo extraña? – preguntó Doppler

- A veces, pero luego me recuerdo el porque me encuentro en la ciudad y se va esa sensación – dijo Carmen

- Si, la entiendo. Yo a veces también extraño mi tierra natal – dijo Doppler

- Creo que ahora todo es... diferente, ¿no?

- ¿A qué se refiere, joven De los Ríos? – dijo Doppler

- Hace poco más de un año los del norte detonaron un par de bombas atómicas en Japón. Me estremece pensar en el sufrimiento de los japoneses y la cruel masacre que hubo en ambas ciudades.

- Si, en definitiva, el poder del átomo da miedo. El ser humano puede que haya dado con el arma final que dará final a todas las guerras – dijo Doppler

- ¿Se imagina si los comunistas se hiciesen con esa tecnología? – dijo Carmen con voz entrecortada – El mundo podría llegar a su fin

- Es incierto que pasaría si los soviéticos tuviesen eso, ni siquiera sabemos si ya la poseen – dijo Doppler

- Estados Unidos seguramente ya tiene muchos espías en la URSS, pero somos un país pequeño e insignificante, dudo que los de Washington nos revelen esa información – dijo Carmen

- Lo de pequeño no es cierto, vea usted un globo terráqueo para comprobar su error – dijo Doppler en tono irónico – pero lo de ser insignificante suena mal, aunque sea cierto. Las dos guerras fueron muy lejos de aquí y seamos honestos, Alemania nos parece otro mundo.

- Me preguntó que será ahora de todos los alemanes que no estaban en el campo de batalla, y de los judíos que solían haber en la Europa controlada por el eje – dijo Carmen

- Es lo mismo que con el poder nuclear soviético, no sabemos realmente que será de ellos ahora que los aliados ocupan Alemania – contestó Doppler

- Solo esperemos que Churchill, Truman y Stalin puedan arreglar todo el caos que dejaron los fascistas – dijo Carmen

- Siempre me pareció algo fuerte esa palabra – dijo Doppler

Carmen se atoró con un bocado de arroz, bebió un poco de jugo y temerosa preguntó sobre eso a Doppler.

- ¿Es usted simpatizante de ... ellos? – dijo Carmen muy temerosa

- Me está entendiendo usted muy mal. Aborrezco los hechos inhumanos que sucedieron en Europa en lo que vamos de siglo – dijo Doppler buscando calmar a Carmen – Yo solo hablo que la palabra se siente fuerte, trasmite poder. Hay palabras que hacen lo opuesto, como "Quakeros"

- ¿Eso no es una marca de cereal? – preguntó Carmen

- También, pero son una religión. Pero ese nombre no transmite la fuerza e ímpetu que tienen palabras como "capitalismo" "comunismo" o "fascismo"

- Creo que entiendo su punto – dijo Carmen – y me tranquiliza que sean cuestiones del idioma y no una simpatía por esas... personas.

- También son personas aquellos de la esvástica, muchos solo eran ciegos creyentes de un carismático líder. Hicieron monstruosidades porque le seguían como corderos – dijo Doppler

Detective DopplerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora