Aquella cálida mañana de enero Rodrigo tenia planeado no salir de cama. El día anterior había ido aquella periodista de "El Siglo" para ayudarles a hacer anuncios para su servicio de detectives privados, fue un día largo además por haber tenido que surtir de víveres la casa, con lo cual no estuvo particularmente contento cuando Doppler le despertó entrando abruptamente a su habitación.
- ¡Despierte, joven Camargo! – exclamó Doppler – Nos iremos de viaje
- ¿A dónde vamos acaso? – preguntó entre bostezos Rodrigo
- Augusto Martínez debe resolver la venta de una propiedad en un pueblo cercano a la ciudad. Anoche entre licor y cartas lo discutimos y seria bueno cambiar un poco de aire, así fuese por unos días. Prepare su maleta cuanto antes, la idea es salir temprano.
Rodrigo, asombrado y aun parcialmente dormido, apuró cuanto pudo en preparse para tal viaje, siendo que ni siquiera fue advertido del clima o la cantidad de días que fuese a durar este viaje.
Era apenas medio día cuando llegaron al pueblo tras un largo viaje lleno de saltos por los baches y la calidad de los caminos que emprendieron en el fino auto del periodista.
El sol estaba en su cenit y la sensación habría sido sofocante de no ser por la suave brisa que recorría las polvorientas calles del pueblo. Vieron poca actividad en ese momento, siendo que la mayoría se encontraba en casa almorzando o trabajando. Sin embargó una persona sentada en el suelo frente a la iglesia llamó la atención de Doppler, quien se acercó unos pasos de esta.
La persona parecía encontrarse en un sueño profundo, puesto que no reparo en la presencia de Doppler aun cuando este empezó a llamarlo. Primero fueron palabras suaves y luego un fuerte "¡Hey!", al cual si respondió.
Era una mujer quien yacía en ese sitio y daba la impresión de encontrarse perdida, pues no fue capaz siquiera de responder a Doppler. Intentó balbucear unas palabras, pero al ver que Doppler se acercaba al no entender lo que intentaba decir, salió huyendo de la plaza.
"Curioso", dijo para sí mismo Doppler.
Luego de que Augusto saliese de la oficina del alcalde, subieron al coche y continuaron en dirección a la propiedad de Martínez; una hacienda de aspecto colonial que había sido descuidada, cosa que el dueño no ignoraba, por lo que aprovechó su paso por la alcaldía para buscar una criada para que se encargase de ellos durante su estadía. Ella ya los estaba esperando para cuando arribaron a la casa.
Tan pronto arribaron, Doppler fue a subirse a un árbol, excusándose en querer observar la vista de aquel sitio. Rodrigo, malhumorado, se dispuso a ayudar a la criada a cargar con el equipaje, sin embargo, cuando Augusto notó esto cogió un par de maletas para ayudarles a descargar.
- Buenas tardes – dijo Doppler cuando vio a la criada – supongo que ya mis compañeros se han presentado, ¿no?
- Así es, señor – contestó la criada
- Soy Doppler, detective privado, y el "señor" no es necesario
La criada se sobresaltó ligeramente
- Entiendo, soy Susana Meléndez – dijo recuperando su tono y postura
- Susana Meléndez, entiendo. Ahora por favor no sea tan fría y distante, ¿sabe si hay algo listo para comer?, tengo un gran hambre
- Si gusta puedo prepararle algo
- Con una taza de café y unas galletas o panes tendré – dijo Doppler brevemente desviando la mirada - ¿De casualidad sabe dónde están los otros dos caballeros?
ESTÁS LEYENDO
Detective Doppler
Historical FictionDoppler viajó medio mundo huyendo de su tormentoso pasado. A falta de fondos, hará gala de su conocimiento técnico y en novelas policiacas para poder sobrevivir en la posguerra, lejos de Europa. [Nuevos capitulos los miercoles]