La historia narra la tragedia del amor y una pequeña aventura entre dos jóvenes que recién se conocen. Los sentimientos son vastos en exageración y un poco de fantasía.
Ambos enamorados piensan escapar a escondidas de todos, pero el destino que la luna había visto, ya estaba en camino...
Cuando el sol se oculta y cuando la luna se despierta, por los pasillos de la gran mansión, Valeria deambula descalza para no alertar a nadie ni tampoco despertarlos.
Valeria siempre tomaba flores de los jardines, se decía que si de noche tomas un ramo de rosas, la bruja y el gato negro no te darán mala suerte.
Las rosas eran blancas y rosadas, cada una de ellas iba soltando pétalos a medida avanzaba, cuando llegó al balcón de madera, la luna brilló de tal forma que la tierra y los campos parecían estar de día.
—Señora luna... ¿Cuánto tiempo lleva usted allí? Recuerdo que mi padre dijo que si a usted le pedía un deseo, usted me lo concederá... ¿Pero por qué me hace esperar? ¿No ve usted que pasados los años las personas nos vemos menos bellos? No existe hombre que aprecie a una mujer de veinticinco, ni mucho menos de treinta...
La luna descendió para verle el rostro a la joven, quien yace llorando.
—Mi niña...— dijo la luna —Tus tiempos no son los mismos que las demás jovencitas, aprende a esperar un poco más, el amor que estás buscando no está en la edad ni el físico, el amor se siente en el corazón y el deseo en el cuerpo... Puedo ver tu destino, pero si no esperas un poco más, entonces pueda que algo malo te suceda, tu eres una de mis muchas hijas, y quiero cumplir tus deseos, pero si lo hago, te demostraría que no te amo, por favor, sólo espera...
La joven muy triste se resignó ante aquellas palabras, así que dejó las flores en el balcón y regresó a su cuarto.
A la mañana siguiente, un carruaje de los más costosos, atravesó las calles frente a la mansión, bajaron dos hombres, uno alto y el otro pequeño, el alto de cuerpo robusto y cabello muy bien recortado, el pequeño de cabello medio largo y un cuerpo menos varonil para la época. Los dos eran primos que viajaban juntos en busca de telas y alfombras, pero ya que el viaje era agotador, sus caballos habían agotado toda el agua y ahora necesitaban ayudar para continuar su viaje.
La madre de Valeria salió para recibirlos, y su padre mandó a los sirvientes para que atendieran a los caballos.
—¿Cómo dicen ustedes que se llaman?— preguntó su padre a la hora del almuerzo, a este tiempo, Valeria aún no bajaba, había entrado en depresión que le provocó una gran fiebre.
—Mi nombre es Sebastián— dijo el alto —Y el nombre de mi compañero, que también es mi primo, es Julián.
—¿Y a que se debe su viaje?— preguntó la madre.
—Somos compradores de tela— dijo Julián.
—Suena interesante— el padre miró por la ventana en ese entonces —Sus caballos se ven muy exhaustos, tal vez se queden un poco más con nosotros, me gustaría que Valeria pudiera bajar y conocerlos, pero desde anoche tiene una horrible fiebre...
—¿Fiebre dice?— se adelantó Sebastián.
—Sí... Mi pobre niña, ¡Quién sabe cuánto tiempo durará en ese estado...!
—Julián puede sanarla— afirmó rápidamente el primo.
—No Sebastián ¿Qué dices?— susurró el otro.
—¡Por favor...!— le rogaron sus padres.
Julián aceptó ir a la habitación de Valeria, no sin antes pedir pétalos de una rosa roja que haya florecido esa mañana. Los sirvientes y el jardinero buscaron la rosa para salvar a la encantadora muchacha, hasta que por fin la encontraron.
Julián puso todos los pétalos sumergidos en agua, y a escondidas le puso un tónico que una bruja le había dado, ésta podía hacer todo lo que el deseara en su corazón, podía usarlo para secar ríos, hacer que crecieran montañas y muchas otras cosas, pero el decidía usarla para salvar a las personas, ya que en sus tierras la hambruna y escasez de agua hacían la vida de las personas muy miserable.
Cuando fueron a ver a la joven, los hombres se dieron cuenta que Valeria había sido la mujer más hermosa que sus ojos hayan podido ver. Julián y Sebastián quedaron totalmente enamorados a primera vista.
Valeria después de tomar aquella agua y haber masticado todos los pétalos de las rosas, se curó de inmediato.
La familia se alegró al igual que todos los sirvientes. Más tarde, ellos estaban comiendo y bebiendo vino, hasta que llegó la hora que el sol se oculta, y los hombres y los caballos debían marcharse.
Valeria como de costumbre cortó las flores y se vistió para dormir, pero en lo oculto del balcón, salió Julián con cautela.
—¿Qué hace usted aquí?— preguntó sorprendida.
—Lamento ser tan descortes, pero joven mía, desde hoy en la mañana que la he conocido ¡Dios sabe cómo mi corazón a deseado poder decirle mi amor!
—¿Y esto lo sabe su primo también?
—¡No! Quería que usted fuera la primera en saberlo, el de seguro se burlaría de mi apariencia, pues como ve, no soy como todos los hombres, soy delgado y aúnque ya soy un hombre tengo la cara de un niño... Por favor, podemos escapar de esta mansión, usted viviría conmigo y tendríamos una familia, sólo si usted me dice que también siente lo mismo que yo.
Valeria con aquellas palabras quedó enamorada, así que tomó la mano de Julián y en secreto de su primo y la familia, robaron un caballo para ir a sus tierras.
Pero Sebastián al verlos que escapaban, unos celos inhumanos lo invadieron en el corazón, así que tomó una espada y un caballo. Cuando estuvo cerca de Julián, le hirió el brazo y este hizo que el caballo perdiera el equilibrio, Julián cayó en el camino y Valeria cayó al barranco...
Cuando su cuerpo estuvo al fondo, los rosales le cubrieron y la desaparecieron, Valeria no se encontró, y desde ese entonces, todas las flores se secaron y ninguna de ellas volvió a nacer en todo el pueblo...
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Relatos para adultos con insomnio
Historia Corta¿Quién no ha tenido insomnio alguna vez? Yo sí. Los dolores de cabeza que te producen son horribles, pasas horas y horas revolviéndote como un gusano en la cama y ni con diez golpes de tu cabeza contra la pared logras reparar nada (y tal vez sólo te...