Una striper cibernética personal.

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Hubo hace tiempo una enfermedad que afectaba sólo al género femenino, ya no nacían mujeres sino sólo hombres, hasta que el mundo se quedó solo con los del género masculino

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Hubo hace tiempo una enfermedad que afectaba sólo al género femenino, ya no nacían mujeres sino sólo hombres, hasta que el mundo se quedó solo con los del género masculino.

La ciencia había avanzado lo suficiente para prolongar la vida, creando mujeres cibernéticas que pudieran ser las suplentes de las mujeres humanas.

Pasados los años, las mujeres cibernéticas eran más comunes que en los primeros tiempos, los hombres hacían negocios con ellas, pero también habían quienes las tomaban por mujeres reales, pues se decía que habían logrado desarrollar sentimientos.

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Llegué al apartamento del edificio 4, pasillo 12, habitación 37, recién llegaba del trabajo y encendí la televisión, tenía días de no poder relajarme en mi sofá gris.

Los autos y cúpulas viajaban a gran velocidad por los aires y por la tierra, la gente en estos tiempos iba muy apresurada.

Antes de que mi programa favorito terminara, tocó alguien a la puerta, cansado me levanté para averiguar quién era el que a mi puerta me llamaba, y entonces no me sorprendió nada ver a la mujer blanca de cabello corto que me esperaba. Ella era Kenia, la esposa de mi vecino, hasta la fecha no entiendo el amor que se supone que debamos desarrollar por un robot.

—Hola, supe que estabas cumpliendo años hoy, así que te traje helado y galletas.

—Gracias.

Tomé las cosas y entré al departamento nuevamente, de todas formas no la lastimo en nada con eso. Continúe viendo la televisión cuando un anuncio muy llamativo apareció mientras cambiaba los canales.

"Si usted es un hombre solo o estresado y necesita continuar con su vida normal, entonces llame al numero en pantalla, y de inmediato le enviamos un regalo sorpresa..."

Estaba solo y estresado, necesitaba un escape pequeño. Tomé el teléfono de casa y llamé al número indicado.
Una mujer me contestó, pidió mi dirección y sin decir costos ni nada colgó la llamada y a los treinta minutos sonó de nuevo la puerta.

Al salir está vez, no había nadie, sólo había una caja de tamaño grande y notorio. Pesaba. Al entrar vi una nota de envío e indicaciones que decía:

"Sabemos que usted está necesitado de un descanso satisfactorio, por ello le dejamos este regalo sorpresa que le será de utilidad todas las noches.

Los consejos que acostumbramos dar a todos nuestros clientes es que guarde el producto antes de la media noche, que no mantenga conversaciones de más de 15 minutos y que cuando lo use no se aferre al producto y olvide las indicaciones anteriores."

Aquello me pareció fácil, no suelo aferrarme a las cosas, y espero que hoy sí, si esto es una almohada entonces que no sea tan dura como la vez pasada.

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