Wattpaders, en el país de los libros viejos.

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Hace tiempo que los aventureros Wattpadinos de historias cortas no se presentaban, no se les sabía el rastro de ni un pelo o uña, y la explicación no es tan sencilla de contar, pero yo intentaré hacerlo brevemente para que no se enojen con ellos por sus ausencias.

Kelly y Dan son los dos mejores ejemplos que les puedo dar: Estaban reunidos en el jardín de Dan, planeando un nuevo concurso para estos meses.

—¡Será una bomba! —dijo Kelly.

—¡Ya verás que les gustará! —contestó Dan.

Tenían un papel sobre la mesa, dos lápices y un par de colores, pero el sol se estaba ocultando y lo mejor era dejar el trabajo para el siguiente día. Se despidieron y fueron a dormir a sus casas.

🐇

—¡Kelly, Kelly! —escuchó esa noche una voz muy suave que la despertó— ¡Sé nos hace tarde! ¡Ya son dos meses sin leer nuestro libro favorito!

—¡Chist! —se levantó— ¿Cómo pude descuidarme de ti? ¡Esta es una buena hora de leer! —dijo ella, y sin remedio, pasó hasta las tres de la madrugada leyendo Barbapedro y otras personas.

Cuando Dan tocó la puerta a la mañana siguiente, Kelly no pudo salir para recibirlo.

—¡Lo siento, pasé leyendo toda la noche! —contestó.

🐇


Durante la tarde Dan escuchó una vocecita suave que venía desde su habitación llamándolo por su nombre. Pensó que era Kelly desde la ventana, pero no era nadie, solo estaba un libro sobre la cama que decía sobre la portada "Léeme".

—¿Cómo pude descuidarme de ti? ¡Esta es buena hora de leer! —Y así fue que Dan pasó la tarde entera leyendo Querido hijo: Estás despedido, hasta que le dio una tremenda migraña.

Cuando Kelly lo llamó por la ventana, Dan no pudo salir a recibirla.

—¡Lo siento, pasé leyendo toda la tarde!

Conforme los días pasaban, la extraña vocecita los llamaba para leer sus viejos libros. Kelly terminó atorada en las raíces de un árbol por recuperar su libro perdido, Dan concluyó tomando el té a la misma hora mientras leía con su abuelo —un señor que hacía sombreros— su colección favorita de la biblioteca. Un día incluso, ambos se enfrentaron a la maestra, pues no paraban de leer a la hora de clase.

—¡Perderán sus libros! —les gritó y mandó a la dirección.

Y luego, tras haber pasado los muros de la oficina del director, los secuaces de su maestra y el conserje metiche, finalmente recuperaron sus libros.

—¡Ah! Al fin leí todos mis libros pendientes —dijo Dan ya en el patio de Kelly.

—¡Igual yo, querido amigo! Olvidaba lo mucho que me gusta leer.

Cuando de pronto la vieja página del concurso voló donde ellos y ambos quedaron petrificados.

—¡No puede ser! ¡Nos olvidamos del concurso!

Hasta hoy día, Kelly y Dan se lamentan no haber sido puntuales y les mandan una enorme disculpa a todos los participantes...

Relatos para adultos con insomnioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora