Mucho tiempo atrás, existió un reino de hadas y magia, pero después, el ataque de Las Sombras del Dragón hundieron a Daweisvil en una guerra sin fin.
Años oscuros venían para el reino de Daweisvil. Nos habían estado persiguiendo y observando, miles de guerreros se enfrentaron a las sombras, pero ya nadie los volvió a ver desde entonces...
Mi cabello rojo se llenaba de cenizas, el sudor de mi frente se hacía lodo al caer, mi espada estaba lejos y perdida seguramente, me esforcé para seguir de pie, así que tomé una rama que me ayudó a caminar por la montaña. Ya no había nadie a quien llamar, las aves que un día cantaron en el páramo estaban muertas, los niños ya no reían, solo sollozos y lagrimas decoraban sus mejillas pálidas, pues sus padres habían ido a la guerra.
Mis alas estaban heridas, las piedras de mi tiara estaban desperdigadas por la tierra y los ríos.
Habían quemado hasta la última sabana del reino, habían saboteado los barcos, habían destruido cada vivienda que se encontraba a su paso, habían robado más almas que el oro en sí.
Ya no había nada en Daweisvil, nada que tuviera vida o que se pudiera rescatar, solo habían quedado las marcas de una guerra que aún continua; ellos no se detendrán hasta tenerme, hasta que mi poder se les sea entregado, pero no permitiré que eso pase, no lo haré, pues llevo el peso de mi reino, el que me coronó y amó todo este tiempo.
Fui a la montaña siguiente; esa oscura llena de cuevas y secretos. Mis piernas ya no aguantaban el peso del dolor, mis alas tampoco, pero cada vez que intentaba parar me repetía: "Un poco más...". Limpiaba con mis manos temblorosas las lágrimas que salían de mis ojos y apretaba de vez en cuando mi brazo para detener la sangre que corría por él, pero llegué, subí hasta la entrada de la cueva más grande y más oscura, luego caminé en la tibia tierra entre los esqueletos de los seres que vinieron a declararle la guerra.
Me detuve frente a él, el verdadero enemigo de Daweisvil; sus escamas eran duras, negras y brillantes, él era dueño del mal y de las almas atrapadas en el mundo. Me miró cuando despertó, el dragón era más grande que cualquier otro, sus ojos amarillos se tornaron rojos, comenzaba a salir una llama de su boca y se levantaba con fuerza y vigor, pero yo no tenía miedo, no esta vez.
Fue un duelo de miradas entre el dragón y yo que duró por mucho, un minuto; pero fue lo suficiente para saber: sólo habrá un campeón que definirá el destino del mundo de las hadas y dragones.
No pienso caer, no lo puedo hacer, el destino de las criaturas mágicas, ahora depende de mí, de esta batalla, de nosotros, y de un reino en cenizas...
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Relatos para adultos con insomnio
Storie brevi¿Quién no ha tenido insomnio alguna vez? Yo sí. Los dolores de cabeza que te producen son horribles, pasas horas y horas revolviéndote como un gusano en la cama y ni con diez golpes de tu cabeza contra la pared logras reparar nada (y tal vez sólo te...