Capítulo 11: Un día ordinario.

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Cuando amaneció, para ser más precisa, a las siete de la mañana, me desperté, lo primero que vi fue a Mauricio, pero ¿qué? ¿Qué está haciendo Priscila aquí? Creo que está buscando algo, ¿entre las cosas de Mauricio? Fingí que acababa de levantarme, así que bostece y en cuanto levanté los brazos ella salió corriendo. No entiendo porque es así, no tenía nada que hacer en mi habitación, no sé si estaba escondiendo o buscando algo, pero sea lo que sea, no tiene nada que estar haciendo aquí. Decidí volver a dormir.

A las 9:30 de la mañana, la madre de Mauricio abrió la puerta, yo estaba acostada en la cama, muy cansada y con dolor de cabeza, así que hablé con ella.

-Señora, hoy no saldré, verá, me duele mucho mi cabeza y me siento muy cansada por el viaje que hicimos ayer.- le dije mientras me sentaba en la cama.

-No te preocupes Alexa, ¿quieres que te prepare algo para que desayunes y te sientas mejor?

-Muchas gracias señora, pero yo me lo preparo, me tengo que bañar y cambiar aún, pero también quiero dormir.- le dije mientras me volvía a recostar en la cama.

1:30 de la tarde, abrí los ojos, no esperaba que Mauricio siguiera aquí dormido, junto a mi. Así que decidí levantarme y bañarme. En las cabañas no había baños privados o personales, había solo un baño y estaba entre la habitación de Pablo y entre la de Diego y Priscila. Al salir de bañarme, tomé mi bata de baño y me la puse, también tomé una toalla y me la puse en el cabello, me cepille los dientes y salí de ahí. ¿Pero qué? ¿También está Priscila? Espero que todos se hayan quedado, no quiero estar en esta casa junto a Priscila haciéndose la víctima y Mauricio creyéndole su teatrito.

-Hola Alexa.- me saludo Diego mientras salía de su habitación.

Sentí un gran alivio, si Diego seguía aquí, eso significa que también Pablo estaba aquí.

-Ho... hola, Diego... ¿qué hacen aquí?- le pregunté a Diego mientras me dirigía a mi habitación.

-La madre de Mauricio dijo que mañana iríamos Pablo, Priscila, Mauricio, tu y yo a cabalgar juntos.- me dijo Diego alzando ambas cejas.

-Perfecto, iré a cambiarme.

Entré a la habitación y Mauricio seguía dormido, no puedo creerlo, no puede haber hombre más bello que él. Dios... su forma de ser, su manera de hablar, todo en él es lindo, todo en él me fascina.

Estaba temblando, hacía muchísimo frío, mi quijada no podía estar quieta, estaba temblando, yo miraba por la ventana que se encontraba de el lado de mi cama y sentí como Mauricio llegó por atrás y me abrazo.

-¿Tienes frío, mi amor?- me preguntó mientras me abrazaba aún más fuerte.

-Si, un poco.- le dije mientras me daba la vuelta para que quedáramos de frente.

Mauricio comenzó a besarme, me tomó de la cintura y juntó mi cuerpo con el suyo.

-Vístete nena, tenemos que comer.- me dijo Mauricio mientras tomaba su bata de baño y salía de la recámara.

Decidí ponerme unos jeans ajustados, unos vans tintos y una remera tinta y encima de ésta me puse una chamarra gris que tenía escrito en letras blancas "I hate you". Terminé de vestirme unos diez minutos después de que Mauricio salió de la habitación, ya que me cepillé el cabello, al abrir la puerta, me topé con Mauricio.

-Te amo.- me dijo Mauricio mientras me daba un tierno beso en los labios.

-Yo más.- le dije mientras me paraba de puntitas y le regresaba el beso, pero ésta vez con un poco más de intensidad.- Vístete.- le dije y me alejé de él.

Me dirigí a la cocina, tomé una sartén y puse sal, seguido de esto puse aceite, y comencé a cocinar huevos. Preparé cinco huevos estrellados, tres para Mauricio y dos para mi, ya que Diego y Priscila habían desayunado hace ya un rato. También hice chicomilk para ambos, acompañé los huevos con tortillas y frijoles. Mauricio salió de la habitación y se dirigió a mi.

-Hola hermosa.- me dijo mientras acariciaba mi mejilla.

-Ya está tu desayuno, bebé.- le dije señalando su plato sobre la mesa.

-No tenías que hacerlo, ¿sabes?

-Pero yo quería hacerlo, ¿sabes?

-Jajajaja, que graciosa, sabes que odio el "sabes" al final de cada oración.

-Si, así es. Ya, vamos a desayunar.- me senté en la silla que estaba al lado de Mauricio y comencé a comer. Cuando terminamos Mauricio comenzó a hablar.

-Ahora si vamos a jugar.

-¿Juegos de mesa?- preguntó Diego.

-Si, aquí mismo, solo hay que recoger.- dijo Mauricio mientras tomaba su plato y el mío y los llevaba al fregadero, yo recogí los vasos de ambos y me dirigí al fregadero y me puse a lavar el plato y el vaso de Mauricio al igual que los míos.

Después de lavar los trastes sucios, comenzamos a jugar. El primer juego se llamaba "scrabble" solo podían jugar cuatro personas, que bueno que Pablo aún roncaba.

Al final gané yo, no recuerdo cuantos puntos hice, pero recuerdo que Mauricio me felicitó y yo me burlaba de él, porque él siempre que gana presume.
Después de que terminamos de jugar eso, Mauricio se dirigió a la habitación.

-¿Cuál película quieren ver?- preguntó Mauricio mientras salía con muchas películas en sus manos.

-The notebook.- le dije.

-Si, esa está bien.- dijo Diego apoyándome.

-Muy bien, ¿la vemos en mi recámara?

-Como sea.- dijo Diego.

Nos dirigimos a la habitación principal, aún era temprano, eran las 4:30 pm. Mauricio puso la película en el Xbox y se recostó junto a mi. Diego recargó su cabeza en la panza de Mauricio y Priscila en la de Diego.

Quince minutos después de que la película empezó, llegó Pablo, ya estaba bañado y cambiado, se recostó al otro lado de mi, es decir, yo quedé en medio de Mauricio y de Pablo.
En varias partes de la película, Pablo hacía comentarios graciosos para mi, ya que a nadie le causaban gracia más que a mi, de hecho, Mauricio, Priscila y Diego se enojaban, supongo que porque era la primera vez que la veían.
La mayor parte de la película me la pasé con Pablo, nos susurrábamos cosas, mejor dicho, tarugadas, nos decíamos cosas sin sentido pero nos estábamos muriendo de la risa. La película se acabó a las 7:45 y la madre de Mauricio llegó a las ocho.

A las 8:15 de la noche todos salimos a la parte trasera de ambas cabañas, ahí había un patio súper grande y había un espacio para hacer fogatas, para jugar fútbol y para comer. Primero nos sentamos en una clase de mesa redonda, estaba lo suficientemente grande para que todos nos sentáramos y conversáramos. Encendieron la parrilla, el tío Óscar se encargó de asar la carne y nos sirvió a todos mientras platicábamos anécdotas que habían sucedido en la escuela y en los viajes escolares.

Cuando terminamos de cenar, prendimos la fogata y asamos bombones, cantamos varias canciones y nos reíamos sin parar.

Esta noche si dormimos temprano, a las 2:00 de la madrugada ya todos estaban en su cabaña, yo estaba en mi habitación con Mauricio y ambos traíamos puesta la pijama, decidí besarlo y taparme con la cobija, después me eché a dormir.

Fue un día grandioso, descansé y se me quitó el dolor de cabeza, mañana será mejor, ya quiero montar a caballo. En lo absoluto, mañana será un gran día.

¿Solo mejores amigos? (Screamau y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora