Rubén siempre había adorado el océano y viajar con su hermano por primera vez, lo hacía sentir una ocasión única.
El olor salado proveniente del manto azul inundaba sus fosas nasales, el sol iluminaba sus preciosas orbes esmeraldas, una cálida y enorme sonrisa cubría su rostro.
Había muy poco personal en el barco, cosa que no debería preocuparle a un niño de 10 años, lo único que quería saber era del niño que se escondía tímidamente entre las piernas del capitán, logró verlo un par de ocasiones, pero no logró interactuar con él.
La noche había caído, después de la cena con su hermano, el cansancio comenzó a invadirlo, cayendo en los brazos de Morfeo rápidamente.
Sonrió al darse cuenta de que los somníferos funcionaron a la perfección, tomó entre sus brazos a su pequeño hermano— Supongo que este es nuestro adiós, Rubén—.
Asegurándose de que nadie pudiera haberlo, comenzó a caminar hacia la parte delantera del barco, Rubén dormía plácidamente en sus brazos.
Mathias sin duda no sentía nada, él sería el rey sin importar que.
Había pasado años intentando demostrar que él debería ser nombrado heredero al trono, quería ser el más fuerte, inteligente y respetado de todos. La ambición es mala sin duda alguna.
—Sueña con los peces, hermanito—.
Aterrado, un pequeño Frank observaba cómo el primer príncipe de Argath lanzaba algo por la borda, no pudo ver bien de qué había lanzado, pero aquel muchacho pelinegro le aterraba.
Se giró para asegurarse de que nadie lo hubiera visto, sonriendo al haber logrado su cometido, corrió hasta su habitación, donde comenzaría a soñar con el amado y deseado trono.
Frank corrió hacia donde estaba el príncipe con anterioridad, tratando de buscar que era lo que había tirado. Pero la oscura noche no se lo permitió, quizá mañana lo podría saber...
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•—¡EL PRÍNCIPE RUBÉN HA DESAPARECIDO!— aquellos gritos hicieron que Mathias se despertará alegre ¡su plan había funcionado!
Tocaron su puerta con desesperacion, se tomó un momento antes de levantarse y fingir su mejor rostro de recién levantado.
—Adelante— dijo, la puerta se abrió rápidamente—¿Qué sucede?— preguntó soltando un bostezo.
—¡Su hermano no está en el barco!—.
Sus ojos se abrieron al igual que su boca—¡¿QUÉ?!— gritó.
—No estaba en su habitación en la mañana y no está en ninguna parte del cuarto, no entendemos que ha pasado y...— se detuvo al escuchar un sollozo— Su alteza—.
Mathias había empezado a llorar, cayendo de rodillas al suelo, alertando al guardia.
—¡Revisen todo cuantas veces sean necesarias!— exclamó, levantándose rápidamente y limpiando sus lágrimas, salió de la habitación seguido del guardia.
—¡Revisarán cada rincón de este barco las veces que sean necesarias hasta encontrar a mi hermano!— ordenó, haciendo que cada persona comenzara a moverse, camino hacia el capitán, quien lo miraba preocupado—Regresaremos a Argath—.
—Si, su alteza—.
Frank lo entendió todo.
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•Su pequeño pecho dolía, confundido miraba a su alrededor, todo era agua, océano infinito. No entendía cómo se había caído del barco, ¿qué había pasado para que estuviera flotando en medio del océano? Era el mejor día de su vida, no debería terminar así.
Una fuerte ola lo sumergió, solo sintió un golpe en su cabeza y la oscuridad se apoderó de todo.
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•—Oye, niño— una voz le llamaba para despertar— ¿Estas bien?— ¿quien era?— ¿Estas vivo?— abrió sus ojos lentamente, observando a un chico, se veía de la edad de... ¿de quien?
Lentamente se sentó en la arena, esperen ¿arena?
—¡Ostia puta!— exclamó el chico, asustando al confundido y desorientado niño—¡Tienes una herida enorme en la cabeza— su mano instintivamente tocó aquella parte, sus dedos se empaparon un poco en sangre, esto lo asustó aún más —¡Ven! ¡Debo curarte!—.
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•—¿Cómo te llamas?— aquel agradable muchacho, que se había presentado como Auron después de vendar su cabeza y darle un par de frutas.
El niño lo pensó, ¿su nombre? ¿acaso tenía uno? su cabeza estaba en blanco y dolía al intentar recordar algo— Yo...— Auron se mostraba atento a sus movimientos— No lo recuerdo—.
—Ostia— se acerco preocupado a él.
—No recuerdo nada— murmuró, soltando sus lágrimas, siendo consolado por Auron.
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•—Bueno, si vamos a pasar el resto de nuestras vidas aquí, no puedo llamarte niño siempre— había pasado una semana desde la llegada del pequeño niño, quien ya había comenzado a asimilar que no tenía recuerdos.
—¿Qué propones?— pregunto, ambos regresaban hacia su "hogar" en una pequeña cueva en una colina, habían salido a recoger unos cocos.
—Llevo días pensándolo y creo que te gustará— ambos se detuvieron, escuchaba atento lo que diría Auron.
—Suéltalo—.
—Rubius— el pequeño le miró curioso— Al principio era Rubios pero no sonaba tan cool como Rubius— sonrió—¿Qué te parece?—.
—Me encanta— abrazo rápidamente al moreno.
—En esta caso— se agachó para recoger un poco de arena en sus dedos— yo te bautizo como Rubius— dibujó una X en su frente con la arena, haciéndolo reír por la picazón de la misma.
—¡Carrera hasta la cueva!— exclamó, tomando dos cocos y saliendo corriendo, dejando atrás a Auron, negando con la cabeza, fue tras de él. Le alegraba saber que no volvería a estar solo nunca más.
Les traigo un capítulo cortito y recién salido del horno, el lunes no actualice por que tenía un bloqueo y aún lo tengo, por lo que me disculpó si esta muy "flojo".
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||Valiente|| Karmaland 4
FanfictionHas logrado llegar aquí por tu gran valentía, sigue así por favor, vive por mi, por tus amigos pero principalmente... por ti. Se que tienes miedo, yo también lo tengo, pero todo estará bien, lo prometo... te lo prometo. Samuel de Luque es el príncip...