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A la mañana siguiente, un barco salió en el momento en que el primer rayo de luz tocó el manto azul que rodeaba el reino.

Samuel observaba cómo aquel velero llevaba a Rubén hacia su destino, había decidido partir sin consultar a nadie, más a que a Auron y Akira, los cuales apoyaron la decisión de aquel joven que decidió escribir por sí mismo su futuro.

El rey enfureció por completo al saber que su heredero se había ido sin algún aviso o preparación alguna, luego de una charla con su padre y alguna aclaración de Samuel, pudieron comenzar a aceptar que el Rubén de ahora no era el mismo Rubén se hace años, al igual que no era el mismo Rubén que vivió en la isla. Ese era uno de los objetivos de su viaje, aclarar y encontrarse así mismo.

Pero todo esto pasó hace 1 año. 1 año lleno de cambios. 1 año sin estar juntos y es por eso que cada mes una carta llegaba al reino de Karmaland, Samuel la esperaba con ansias, pues le emocionaba leer las cosas y lugares nuevos que su adorado Rubén iba descubriendo. Se le leía completamente feliz.

Su carta favorita fue la de enero:

Querido Samuel

Las minas de Greenstone son la maravilla del lugar, tuve la oportunidad de poder visitarla, descubrieron que soy un príncipe y me dieron ese privilegio de pasar antes que todos, pero me negué e hice fila junto con las personas del lugar, fueron muy amables conmigo.

Descubri que las geodas me encantan, especialmente las de amatistas, pues me recuerdan a tus ojos brillantes.

Gracias a ello, me di cuenta de lo mucho que te te extraño. No puedo asegurarte que mi travesía esté cerca o lejos de terminar, pero recuerda mi promesa.

Con todo mi amor, Rubén.

Las cartas llegaban puntuales cada 17 del mes, ese día, Samuel había salido a cabalgar en la espera de la próxima.

Sin embargo, la carta nunca llegó.

Cosa que desconcertó bastante a Samuel, pues no habría razón para que aquel papel no llegase. Se estaba comenzando a preocupar.

¿Y si le había pasado algo malo?

¿Y si Mathias había escapado y lo había encontrado?

¿Alguien descubrió su título y lo secuestró a cambio de poder?

¿Y si él..?

Negó rápidamente con la cabeza, confiaba en Rubén, confiaba en que regresaría a salvo, en que volvería a sus brazos y podría besarlo nuevamente.

Se sentía sumamente abrumado. Sentía su habitación cada vez más caliente y asfixiante, odiaba esa sensación de vacío y perdida.

Escuchó su puerta ser golpeada con suavidad, obligándolo a levantarse de un salto de su enorme cama, quizá era la carta de su querido osito. Abrió la puerta para encontrarse con una chica de servicio, la cual sonrió amablemente.

—¿Ya llegó?— preguntó emocionado, buscando el sobre amarillento entre sus manos.

—No, su majestad, lo siento— habló tímidamente— La princesa Akira se encuentra en el salón, llegó hace unos minutos y desea verlo—.

La sonrisa desapareció conforme hablaba—En un momento bajo, gracias—.

Estaba preocupado. Asustado. Confundido.

Salió tristemente de su habitación, dando un largo suspiro, comenzó a dirigirse hacia las escaleras que daban al enorme salón, donde pudo distinguir a la rubia esperándole. Quien le recibió con una sonrisa, sin embargo se desvaneció al ver el desanimado rostro del príncipe.

— Samuel— se acercó rápidamente, no sin antes dar una breve reverencia— ¿Te encuentras bien?—

— No llegó la carta de Rubén— dijo directamente.

— Samuel — dijo Akira — Esa es la razón por la que vine —.

El azabache levantó la mirada. Un mal presentimiento se posicionó en su pecho, sentía una nudo en su garganta, al igual que una presión encima.

— ¿Qué sabes? — la tomó de los hombros, implorándole respuestas para su corazón — Akira, por favor dímelo —.

— ¡Tranquilízate! — exclamó la rubia— Mira, salgamos afuera un momento para que te calmes, no ha pasado nada malo, pero no quiero que estes alterado —.

— De acuerdo — aceptó.

Ambos comenzaron a caminar hacia el pasillo que daba a la entrada del castillo, iban en silencio, sin embargo no era incómodo. El corazón de Samuel se partió al ver que se había acercado al árbol en el cual Rubén y él se habían dado su primer beso. Una sonrisa se colocó en su rostro al tocar aquel tronco. Recordaba haber ordenado que ese árbol nunca sería cortado o dañado, pues era una pieza importante para el amor de aquellos príncipes.

— Ahora si— se giró y se confundió, pues Akira se había quedado un poco alejada — ¿Ya puedes decirme qué pasa con Rubén? —.

— ¿Por que no me lo preguntas directamente a mi?— aquella voz.

Su rostro instintivamente miro hacia aquella rama tan apreciada, Rubén sonreía desde arriba.

— R-Rubén...— susurró, el ahora albino dio un salto para caer justo delante suya— ¡Estas aquí!— lo abrazó rápidamente.

Lágrimas caían de los ojos de ambos. Era un lindo reencuentro para ambos, sin embargo.

— Samuel — susurró en su oído.

— Rubén — contestó.

— Acepto — una sonrisa enorme de colocó en el rostro del príncipe de Karmaland— Estoy listo para decirte que si —.

¿Fin?

||Valiente|| Karmaland 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora