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Capítulo dedicado a Tía Mariana, que hace casi una semana colmó de tristeza muchos corazones tras su partida.
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Una de las comisuras de mi boca comenzó a temblar.
―Es una broma, ¿no? ―Fue lo primero que salió de mi boca.
Tenía que serlo. El médico había estado tomándome el pelo todo este tiempo, y sin duda seguía haciéndolo. Debo estar en lo cierto, pero, entonces... ¿por qué ese rostro que antes se dirigía a mí con socarronería ahora me mira con desconcierto?
―¿Bromear? ―arrugó el entrecejo, confundido―. Para nada, jovencita. Sé que a veces soy un poco juguetón con mis pacientes, pero esta vez hablo muy en serio. No sólo lo dicen los estudios, todo indica que estás embarazada.
Mis descompensaciones, el retraso en el que no había reparado antes, mis inestables emociones... Aunque no busqué una explicación, sí había una. Una que me llegó en uno de los peores momentos de mi vida.
«Embarazada».
―...Sería bueno que pienses en agendar una consulta con un obstetra. Como promotor me muero de hambre, pero como profesional de la salud puedo asegurarte que aquí tenemos los mejores obstetras...
Primero, las palabras se oían lejanas, pero luego, no oí nada más. La confirmación fue lo suficientemente asoladora como para nublar mi mente y bloquear mis sentidos. Tuve la sensación de que el pecho se me encogió dolorosamente a la vez que mis latidos se aceleraron con rudeza. Por inercia, llevé mi mano hacia aquel sitio que mi corazón amenazaba con perforar, como buscando que se quedara en su lugar. Inhalé profundo, esperando que eso me ayudara a evitar otro desmayo. Aunque, la verdad, la idea de perder la consciencia, en estos momentos, sonaba realmente tentadora.
El mundo había comenzado a ralentizar su marcha. Aún distinguía la figura del médico y la de mis amigos, pero, desde mi perspectiva, sus movimientos se habían vuelto terriblemente lentos. Si los segundos pasaban o no, si el médico seguía hablando o no, si mis amigos estaban sobrecogidos o no, o si el resto de la población continuaba con sus vidas o no, después de la noticia que recibí, no podía saberlo. No me interesaba saberlo.
Mi mundo se había venido abajo. Todo se había detenido para mí.
Por dentro, estaba sintiendo una inmensa angustia que me quitó la poca fuerza que había logrado reunir tras el desmayo. Pero la angustia no sobrevino sola, sé que no, pero en estos instantes era incapaz de identificar cualquier otro sentimiento o emoción. Eran demasiados, y todos querían tomar protagonismo al mismo tiempo. Y yo, inerme, no podía hacer más que dejarme vencer por todas ellas. El impacto había sido demasiado grande, tanto que ni siquiera podía precisar si quería gritar de rabia, o si quería tan sólo echarme a llorar. No podía reaccionar. No podía ejercer movimiento alguno. Turbada y desorientada, sólo pude hacer una cosa: mirar fijo un punto en el suelo. No podía quitar la mirada de ese punto, como si un imán estuviese ejerciendo un fuerte poder sobre mí mientras yo me encontraba acorralada en mi propia mente, y con un solo pensamiento encargándose de mi custodia: Todo se acabó.
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El llanto de una Azucena© | Actualizaciones lentas
RomantizmUn tipo con aires de héroe y una noche de pasión le enseñarán que los secretos pueden ser más dañinos que la misma verdad que tanto encubren. #1: Las Flores También Lloran *Entra para ver la sinopsis completa. Romance/Drama *** Créditos por la image...