Capítulo 5

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- Sabía que habíamos tardado demasiado, no hay ni un solo maldito rastro de Barnes. ¿Por qué carajos deje que Rogers nos jodiera durante cincos días? Que estúpida fui - Natasha hablaba para sí misma con frustración, mientras observaba los datos que arrojaba la vigilancia satelital. Habían pasado dos semanas desde la reunión en que habían decidido desprender el protocolo de búsqueda y captura para el Soldado de Invierno, y en todo ese tiempo, no se había producido ni una sola coincidencia en los sistemas de reconocimiento facial, ninguna alarma satelital había sido activada, y ninguna alarma de avistamiento peatonal había sido real. Tan solo el primer día luego de hacer público los planes de los Vengadores, cientos de civiles habían llamado a la línea policial diciendo haber visto a James Barnes. El haber recurrido a la prensa, en un claro intento por calmar a la población, había sido un terrible error. El pánico estaba en la boca de todos, y la paranoia se extendía mundialmente.

- Puedo oírte, lo sabes ¿Verdad? -dijo Steve con un tono bromista demasiado forzado.

- No puedo creer que fuéramos tan idiotas. Si hubiéramos seguido mi plan desde un principio, seguramente ya tendríamos al Soldado en una celda... - Natasha ignoró a su compañero, y comenzó a hacer más énfasis en sus palabras - Ya debe estar a miles de kilómetros de aquí. Quién sabe qué estará haciendo.

El Capitán Rogers decidió dejar pasar los comentarios de su amiga, era consciente de que si iniciaba una discusión, no la ganaría. Ella tenía razón, haber esperado tantos días le había dado ventaja al Soldado; él podría estar en otro país o en otro continente, podría haberse hecho un cambio de look, podría haberse cortado el cabello, afeitado la barba, incluso, en esas dos semanas, podría haber bajado de peso. Tenían todas las cartas en su contra, y todo era su culpa. Había entorpecido el plan desde antes de que se desarrollara siquiera. Y por si fuera poco, ahora todo el equipo estaba enojado con él. Todos estaban frustrados y de alguna manera, avergonzados. La caída de Shield seguía en boca de toda la sociedad. Hydra, creciendo bajo sus narices durante años, los había hecho quedar en ridículo y el haber dejado escapar a uno de los mayores asesinos de la historia había sido la cereza del postre.

- Buenos días - saludó Tony entrando a la habitación - para ti no Capipaleta, gracias a ti estoy en la primera plana de todos los periódicos y no precisamente por mí belleza. Me están masacrando por la conferencia de prensa de ayer.

- ... Lo siento.

- Creo que merezco más que un "lo siento". No te veo a ti dando la cara frente a cientos de vampiros mediáticos. Están haciéndose un festín con nuestra fracaso en la búsqueda.

- Y tampoco estás patrullando en las calles, Rogers- Agregó Romanoff - A todo esto ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Observar a los demás trabajar?

- No.... Yo solo quería saber si hubo algún avance. - Pues, a menos que te hayas quedado ciego, no hemos avanzado una m..- de repente una alarma estridente interrumpió a Natasha. Se había producido una coincidencia en el sistema de reconocimiento facial a tan solo unos kilómetros de la Torre.

- Bueno, eso es nuevo - dijo Stark con emoción.


Bucky caminaba a paso presuroso por una calle atiborrada de gente, cargando una mochila que parecía a punto de explotar. Tenía el pulso acelerado, la respiración entrecortada y un nudo en la garganta, sentía como su cabeza latía y su mirada se volvía doble. Aún no se acostumbra a estar rodeado de tantas personas, pero trataba de mantener la calma y actuar normal. Ya había tenido suficiente con tener que huir del lugar en el que se había instalado las casi tres semanas que llevaba prófugo. Aquella mañana mientras desayunaba la fruta que había robado de un mercado cercano, había escuchado como una pareja se acercaba a la habitación en la que él estaba, recordando de pronto que ese lugar no era suyo, se había visto obligado a tomar sus cosas y saltar por la ventana. No quería tener ningún encuentro que pudiera terminar en algún acto violento, aún no sabía cómo medir su fuerza (nunca había tenido que hacerlo), ni cómo hablar con las personas (no recordaba la última vez que había charlado con alguien que no fuera su reflejo).

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