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En cada escuela volvió la tranquilidad y la serena calma con la que se acostumbraba a permanecer, aunque para aquellos que fueron reclutados para ser parte de la nueva institución apenas comenzaban los estrictos requisitos para finalizar con el nombre de estudiante en la escuela más prestigiosa. Cada estudiante de cada distinto país mostraba su total atención en cada detalle de su papeleo a presentar, estaban entusiasmados por comenzar la aventura.

Corea del Sur

Apenas las calles tocaron la noche, Isaac entro a casa con emoción de mencionar la noticia, el imaginar el rostro de sus padres, el probable llanto de su madre, el orgullo en los ojos de su padre, era inevitable imaginarse a él mismo presumiendo su logro. Apenas entró a casa le llegó un aroma algo carbonizado seguido de risas provenientes de la cocina, se acercó y notó que su madre había hecho un desastre ahí, su padre estaba riendo con ella tratando de sacar del horno una bandeja, apenas se adentró, ellos captaron que estaba ahí y cerraron avergonzados el horno.

-Por Dios, ¿Qué hicieron?-. Dice el joven entre risas.

-No te burles, jamás había hecho galletas antes-. Responde su madre.

-Creo que lo notó, cariño-. Responde su padre entre fuertes risas y recibe un ligero empujón de ella.

-¿No quieren que vaya por leche para acompañar?-. Pregunta sarcástico a la situación y su padre solo se guarda sus carcajadas.

-Creo que mejor cambiaremos la cena-. Responde ella sacando al fin la bandeja del horno.

-Perfecto, pero antes...-. El joven deja el documento en la mesa para que puedan leerlo-. Quería mostrarles esto...

Su padre extrañado levanta el papel leyendo a detalle, al no mostrar alguna otra expresión su madre se acerca curiosa. Ambos leyeron algunas hojas sin decir nada y Isaac se dió cuenta de que no habría ninguno de los rostros que esperaba ver.

-Esta es la oportunidad que estábamos esperando, al fin podré hacer algo mejor-. Rompe el hielo apenas termina la frase.

-Isaac, América está muy lejos...-. Su madre se limita a decir algo más.

-Vamos, termina de leer, no hay mucho de que preocuparse cuando la escuela está dispuesta a apoyarnos...-. Defiende la idea sin entender que les quitó sus ánimos.

-Tienes razón-. Responde su padre- sería un desperdicio si no aceptamos el reconocimiento que se te dio por tu esfuerzo de estar en ello.

El joven parece reconocer que en ellos no se ve el entusiasmo que esperaba, sin embargo era aún más confuso porque se notaba en ellos algo más que preocupación. Vaciló un rato en sus pensamientos tratando de averiguar el porque de su respuesta a la noticia.

-¿Te parece si lo comentamos en la mañana, Isaac?-. Pregunta su padre rompiendo sus pensamientos- tal vez, así tengamos más tiempo de ver detalles.

-Claro, por supuesto-. Toma los papeles y sale apresurado de la cocina, de pronto perdió el apetito.

Subió las escaleras resbalando su mano por la pared, llegó a su habitación y entre cerró la puerta, y dejándose caer a su cama comenzó a leer lo que decía su documento de bienvenida tratando de asimilar algo que pudiera preocuparles, recordó después la preocupación de su madre al mencionar el lugar y tratando de asimilar su preocupación con ello llegó a quedarse dormido, luego de varias horas el sueño se profundizó. Despertó en un jardín bajo un árbol, y girando su cabeza observo que estaba algo seco y parecía estar recostado dónde era más cómodo el césped, había un aroma cálido por el deslumbrante sol que traspasaba algunas de las hojas del roble sobre él, luego de escuchar como su respiración acompañaba el silencio llegó a sus oídos una carismática voz que le llamaba, cada vez le gritaba más fuerte, le gritaba como si él estuviera dormido y quisiera despertarlo, pero la voz jamás se acercaba sino que solo la escuchaba gritar, no sabía de dónde recordaba aquella voz. Antes de seguir admirando el sol entre las hojas la voz se escucho tan fuerte que despertó.

No Estoy EnfermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora