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· Una discusión ·

—¿¡Qué hace Yerin aquí!? —Yuna no dejó a Eunha terminar de caminar hacía ella cuando prácticamente le susurró a los gritos su reclamo.

—¿¡Y cómo esperas que yo lo sepa!? —Le respondió la pelinegra de la misma manera. —Ha aparecido aquí de la nada, por algo te he avisado, tonta. —Entrecerró los ojos mirando acusadoramente a su amiga, Yuna acabó por soltar un suspiro de resignación antes de asomarse por sobre el hombro de Eunha para mirar hacia la entrada de la tienda.

Ambas se encontraban al final de la calle, mientras que la florería a unos cuantos metros hacia el centro de la cuadra.  La castaña pudo ver a Yerin salir al frente sólo para comenzar a meter dentro las macetas que decoraban la fachada, al fin y al cabo ya casi era la hora de cierre.

—¿Qué se supone que haga ahora? —Preguntó volviéndose hacia su amiga. Eunha alzó una de sus cejas en respuesta, no necesitando palabras para expresarle a la castaña no le pensaba. —¿Qué? —cuestionó la castaña sin comprender lo que le estaba intentando comunicar.

—¿Es el día de las preguntas estúpidas o qué?

—Pasas tanto tiempo con Eunbi que se te pega lo borde —se quejó, recibiendo un manotazo en el brazo como respuesta. —¿Auch? —Expresó, a modo de burla, puesto a que la más baja realmente no solía golpear con demasiada fuerza.

—Deja de perder el tiempo metiéndote con mi novia y mejor ve a solucionar tu cagada con tu chica —espetó molesta para acto seguido girarse para alejarse de ahí.

—¿A dónde vas? —Cuestionó Yuna mientras la observaba alejarse lentamente de ella.

—A ver a la borde de mi novia —Eunha se volvió hacia ella con una sonrisa, logrando que Yuna riera resignada. —¡Suerte con eso! —Exclamó finalmente perdiéndose entre las calles, dejando a Yuna con sus nervios volviéndose a abrir paso en su interior.

—Venga Yuna tú puedes con esto —se alentó a sí misma luego de caminar ida y vuelta durante cinco minutos sobre las dos mismas baldosas. 

Contempló una vez más el pequeño ramo de flores que sostenía en la mano aún no del todo convencida respecto a la idea. Aunque realmente poco importaba eso ya.

Caminó a paso decidido hasta la puerta de la tienda, alcanzando a divisar a Yerin echando agua a algunas de las macetas que decoraban el interior del lugar. Suspirando una última vez, acabó por abrir la puerta del lugar.

La campanilla de la puerta anunció su llegada, haciendo que la mayor se volviera rápidamente hacia la puerta; sonriendo al momento en que sus ojos distinguieron la figura de la castaña menor.

Yuna aferró un poco más fuerte el ramo a su espalda mientras reparaba en el nuevo color de cabello que traía la chica frente a ella. Le hubiera gustado decir algo al respecto pero una vez más, el pánico se apoderó de ella.

—¡Yuju! —Yerin rápidamente se acercó con intenciones de saludarla con un abrazo, era algo que últimamente se le hacía costumbre hacer y en cierta manera Yuna ya estaba acostumbrada a ello pero esta vez se vió obligada a negarse a la muestra de afecto. No podía olvidar la razón por la que estaba ahí en ese momento. Yerin observó extrañada la actitud de la menor, sin embargo no se permitió abandonar su sonrisa. 

—Hola Yerin –automáticamente después de pronunciar aquel saludo Yuna se dió cuenta de lo frío y lamentable que había sonado. ¿Tan difícil era actuar normal y ya? De ser posible estaba segura de que se abofeteaba a sí misma. 

—Hola… —La mayor la miraba algo desconcertada con su actitud. —¿Qué te trae por aquí? ¿Gustas de comprar flores? —Yerin era consciente de que la mayor nunca tomaba la iniciativa para venir a verla por lo que las siguientes palabras que pronunció Yuna la dejaron bastante desconcertada.

—En realidad, he venido a verte a ti.

Los ojos de Yerin se abrieron de la sorpresa. Si bien por fuera trataba de no mostrarlo, por dentro se encontraba gritando de la emoción por aquellas palabras.

—Yo, esto… Dios qué difícil es esto —se quejó, al notar nuevamente como el discurso que había estado planificando horas atrás se había desvanecido de su mente.

—Oh, ¿ocurre algo? —cuestionó, preocupada ante la frustración de la menor.

—Si, digo no —Yuna bufó frustrada antes de decidirse por ir directo al grano y dejar de sufrir de una vez por todas. —Esto es para ti —soltó finalmente extendiendo el pequeño ramo en dirección a la castaña, con la vista fija en su propia mano, sintiéndose incapaz de mirar a la más baja sin enrojecer de vergüenza. —Lamente haber olvidado tu cumpleaños.

Armándose del poco valor que le quedaba, se esforzó por alzar la vista hacia Yerin esbozando la que estaba segura era la sonrisa de disculpas más lamentable en la historia de su vida.

Yerin sonrió ampliamente, conmovida con la actitud de la menor. Estaba a punto de agradecer el gesto y decirle que no se preocupara tanto por una simple fecha, cuándo de pronto reparó en el tipo de flores que la castaña extendía hacia ella.

"¿Fresias?".

Freesias [YEJU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora